Decíamos hace 15 años
Hace 15 años, con motivo de la celebración del X Aniversario del Grupo, se escribieron varios artículos que por su interés, emotividad e incluso actualidad, hemos querido rescatar. Algunos están sin firmar por lo que agradeceríamos a los autores nos hagan conocer su identidad, en caso contrario, como casualmente el primero de ellos dice (anónimo) pasarán a formar parte del folklore.
El FOKLORE Y
El GRUPO “ALTO ARAGÓN”
El concepto de folklore ha dado origen a situaciones poco templadas ante la variedad de matices y versiones que han pretendido incluirse en el mismo. Ha llegado a ser un tema a veces confuso y en ocasiones conflictivo a causa de las diferentes interpretaciones que se ha querido dar a la palabra “folklore”. El tema es especialmente importante, ya que según se entienda de una manera o de otra, se podrán reconocer o no como folklóricos, elementos culturales de los pueblos que, muchas veces, se muestran a la contemplación de las gentes, con diferente grado de espíritu crítico.
Para tratar de encontrar y definir las líneas maestras de lo que ha de ser considerado como folklore, tuvo lugar recientemente en Galicia un Congreso al que acudieron expertos en el tema del folklore y de la etnología, procedentes de todas las regiones españolas. Hubo largas disquisiciones sobre el tema, quedando éste al final de los debates, bastante perfilado y delimitado, a pesar de la dificultad que entrañaba.
En resumen, y con todas las limitaciones propias de un intento de definición, se llegó a la conclusión de que un elemento cultural era folklórico cuando, además de ser una manifestación popular, no se conocía el autor de la misma ni la fecha en la que empezó a tener vida.
Es decir:
Para que un elemento cultural (danza, canto, …) pueda ser considerado como folklore de un determinado grupo de gentes, en primer lugar ha de ser asumido plenamente por este grupo, de tal manera que hasta se pierda el recuerdo de su autor. Debe dejar de ser algo propio de una persona y pasar a ser patrimonio de una colectividad, que incluso lo irá modificando con el tiempo de una manera casi inconsciente. Se convertirá en algo que no es de nadie y es de todos.
En segundo lugar, se desconoce el momento de su origen. Los expertos podrán, en ocasiones, averiguar a partir de qué época se canta o se baila algo, pero nunca se conoce el momento concreto. Es una cuestión que no preocupa a las gentes que, por otra parte, dirán que existe ese elemento cultural desde siempre y que se hace tradicionalmente.
Siguiendo estas pautas, bastantes de las actividades que pretenden ser folklóricas y que como tal se presentan, no caben en las coordenadas propias del folklore, a pesar de las reiteradas manifestaciones de sus propios autores, que utilizan el término de “folklóricas” aplicado a unas obras por las que cobran derechos de autor.
Este tipo de manifestaciones deriva del auténtico folklore, se inspira en él, pero no es folklore. Ello no obsta para que puedan tener a veces una alta calidad y una gran fuerza. Incluso puede darse la circunstancia de que penetre rápidamente en el sentir popular. Cuando haya pasado el tiempo, mucho tiempo, y no sea una manifestación cultural obra de un determinado autor, sino algo enraizado totalmente en la gente, entonces, quizá, podrá empezar a hablarse de folklore. Antes no.
Posiblemente, en los aspectos donde mejor puede contemplarse el obsesivo deseo de algunos de “hacer folklore” es en la danza, en el vestuario y en la música cantada o instrumental.
Con frecuencia podemos ser espectadores de complicadas nuevas coreografías, ejecutadas con pasos y actitudes que son más propios de un ballet que de un baile popular, muchas veces incluso realizadas para lucimiento de un bailarín, ... que resulta ser el propio coreógrafo. Pretender convencer de que ésto es folklore puro es ignorancia o hay intención de engaño.
En cuanto al vestuario, ha de tenerse especialísimo cuidado en respetar al máximo cada una de las prendas que conformaban el vestir diario de las gentes. Y ese respeto no existe cuando se inventan prendas nuevas, cuando se modifican arbitrariamente sus formas, colores y usos, cuando se simplifican en exceso para poder bailar con mayor comodidad, cuando se repite un mismo modelo de forma reiterada como si nuestros antepasados fueran uniformados ...
También es muy frecuente la presentación de música cantada o instrumental nueva y con autor, que pretende ser considerada como popular y folklórica. Hay que insistir en que el puro folklore ni es nuevo ni tiene autor. Habrá que esperar a que el largo tamiz de la vida de las gentes, diga su última palabra y lo asuma o no como propio. Sólo entonces podrá llegar a ser folklore.
El Grupo Folklórico “Alto Aragón” ha mantenido, a través de sus diez años de existencia, una línea de trabajo acorde con estos postulados. Es cierto que, a veces, resulta harto difícil establecer la autenticidad y la pureza de un legado folklórico y que esto puede llevar a dudas y titubeos. Pero en su diario trabajo, el Grupo “Alto Aragón" ha intentado mantener siempre el mismo concepto de folklore, que además coincide plenamente con todo lo que se habló en el citado Congreso de Galicia. Ese intento de total respeto al ayer de nosotros mismos, de nuestras tierras, de nuestra vida, ha sido precisamente lo que le dio al Grupo ya en sus comienzos, un sello propio, unas señas de identidad, una forma distinta de presentar el folklore a las gentes. Con ello se abría, con dificultades, una senda distinta que, por fortuna, otros recorrerían después.
En ella se ha mantenido el Grupo “Alto Aragón” rechazando cualquier tentación “modernizadora” del folklore que, por desgracia, sigue subsistiendo en no pocos de los que a sí mismos se llaman folkloristas.
Anónimo
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