17 abril, 2012

RECUERDO - XXV Aniversario - pág. 13


¡RECUERDO!

Bajar desde los valles pirenaicos hasta el llano, ha sido a lo largo de los siglos pasados identidad trashumante. Cuando las gentes de hoy en día, bajan al valle del Ebro, todo hace pensar que la modernidad, les lleva camino de la gran urbe regional.
Zaragoza, se ha convertido en punto de referencia para cualquier ciudadano aragonés, que quiera exponer a modo de escaparate, el producto de su quehacer diario.
Recuerdo, con nostalgia pero con todo cariño, el desarrollo de las MUESTRAS DE FOLCLORE ARAGONÉS, que a principios de los años ochenta, se celebraron en un marco por aquel entonces majestuoso, el campo de fútbol de La Romareda, habilitado para el caso en plenas Fiestas del Pilar.
Recuerdo, las sensaciones vividás por todo el “grupo”, camino del escenario, “inmenso”, plagado de focos deslumbrantes, que en un principio no nos permitieron apreciar la dimensión del numeroso público concentrado en las gradas del- Estadio (más de doce mil espectadores).
Recuerdo, como tras nuestra primera interpretación el aplauso nos sobrecogió, nos sorprendió, pero al tiempo nos obligó a sobreponernos a la impresión y a poner lo mejor de nosotros para no decepcionar a un público ávido de cultura popular, de descubrir el sonido de los Pirineos, desconocido y sorprendente para muchos en esos tiempos.
Recuerdo, como el son de las jotas de Ansó, de Echo, la albada de Embún, los dances … en suma, el sonido de los valles altos, había cautivado a las gentes de la Capital. Se nos salía el corazón, repasábamos nuestro paso por Inglaterra, Francia, Dinamarca, Puerto Rico, Estados Unidos, Marruecos ... , pero nada se podía comparar al sentimiento que los aragoneses expresaban al presenciar nuestro paso por el escenario de La Romareda: “cómo sentimos en esta ocasión nuestra música, los dances, las jotas, nuestro atuendo pirenaico", en suma la cultura popular, salida desde la gente del pueblo, que ha sabido guardar sus raíces para aportarlas en beneficio de la historia de esta tierra que se llama Aragón.
Recuerdo, como sentimos la satisfacción que produce el deber cumplido, con creces. Habíamos llegado para mostrar el trabajo callado de muchas tardes de invierno, pueblo a pueblo, ensayo a ensayo, habíamos llegado para mostrar lo mejor de nosotros mismos, y habíamos cumplido con las expectativas que los organizadores tenían previsto, por eso nuestro corazón latía con preocupante aceleración.
Recuerdo, el final feliz de todo un colectivo de amigos que vistiendo los ropajes de nuestros antepasados, habíamos iniciado con fuerza el reconocimiento por la tradición popular de nuestros pueblos, por sus hábitos, sus vestimentas, sus gustos, su música, sus reminiscencias, en suma, por su identidad.
Recuerdo, el abrazo emocionado de Plácido Serrano, (alma mater de las Jornadas), que al bajar del escenario me dijo: “¡impresionante!, hoy hemos conocido y gozado con el Alto Aragón", Por eso habíamos aceptado la invitación, por ese motivo, el dar a conocer la base cultural de las tierras altas y sus raíces populares.
Hoy recuerdo, esta y muchas tardes de escenario por el mundo entero, y os animo a los que perduráis, y a los que con vuestra llegada hacéis posible que siga ardiendo la llama de nuestra “antorcha", una llama que dura ya veinticinco años y que Dios quiera que se mantenga viva por muchos años.
Con mi admiración y cariño.
Por Javier Ferrer

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