Sabía tocar la guitarra, pasaba sus veranos en Jaca, nos veía, nos aplaudía… Teresa Quintín no pensaba que un día formaría parte del grupo. Como se suele decir, cosas del destino.
Con ese espíritu de aportar y aprender,
Teresa nos cuenta sus sensaciones y vivencias durante el tiempo que lleva con
nosotros. También las ganas de vivir todos esos momentos que están por llegar.
APORTANDO Y APRENDIENDO
Aunque haya tocado la guitarra desde muy pequeña, nunca
imaginé que acabaría tocándola en la rondalla del GFAA. Grupo visto y aplaudido en numerosas ocasiones durante mis veranos en Jaca. Y es que no fue hasta mis 25 años cuando, gracias a Inma y Jorge, empecé a formar parte de este maravilloso Grupo, tanto a nivel artístico como humano.
A pesar de que llevo toda la vida pasando periodos
vacacionales en Jaca nunca me había preocupado por los aspectos que trata este
Grupo. Quizás fue al empezar a vivir aquí cuando comencé a entender la
importancia de mantener las costumbres, las raíces, la tradición y, cómo no, su
reflejo en el folklore. La verdad, es algo que va enganchando y por ello decidí
aportar mi pequeñísimo grano de arena a esta labor.
Estoy en el Grupo desde 2019 y desde entonces llevo
aprendiendo cosas nuevas en cada ensayo y en cada actuación; dando la lata a Alicia, preguntándole "pero esto
¿cómo es?" o "¿en qué tono era esta?" y descubriendo a grandes
personas que conforman el grupo.
Primero estuve en la Escuela de Rondalla unos meses y
después me incorporé al Grupo, debutando por primera vez en el 50 Festival Folklórico de los Pirineos.
Quizás sea esa sensación de hacer disfrutar al público, de ver que el trabajo
de ensayo tras ensayo da sus frutos y de satisfacción personal de colaborar en
crear algo bonito, lo que hace que sea un orgullo formar parte del Grupo y que
los ensayos de los viernes a las 9 de la noche den menos pereza.
Aunque como ya es bien sabido, la COVID ha supuesto un parón
importante y ha impedido que se lleven a cabo muchas actividades y actuaciones.
En mi caso, llevando tan poco tiempo, este parón supuso un frenazo importante
porque cuando estaba cogiendo soltura con el repertorio, cuando ya me hacía el
moño ágilmente y cuando parecía que los nervios (que no el respeto) de las
actuaciones se iban disipando, todo se paró.
Pero prefiero quedarme con lo bueno, pensar que ese parón solo sirvió para acumular ganas para cuando volviéramos a la normalidad y coger carrerilla e impulso para implicarme todo lo que pueda.
Todavía me quedan muchísimas actuaciones en las que debutar,
como por ejemplo los Mayos, y
también muchas experiencias por vivir, como los viajes grupales. Además aunque
mi colaboración es a través de la guitarra, quién sabe si en un futuro aprenda
algún paso de jota, aunque sea para bailar una danza (aunque ya lo intenté y no
es lo mío, todo hay que decirlo).
Además, esta actividad la he enlazado con otra, que también
comencé a desarrollar a raíz de vivir en Jaca, que es la costura. Esto sirve de
estímulo para tener siempre proyectos en la cabeza, tener la inquietud de
investigar, fijarme en los detalles del vestuario, ampliar mi armario y, claro
está, aportarme mucho entretenimiento en mis tardes (¡la de puntadas que hay que
dar para crear cualquier prenda!).
Para ir acabando, decir que quiero aportar al Grupo todas
mis ganas, toda mano que pueda echar y la ilusión de seguir descubriendo y
disfrutando de las bonitas raíces y tradiciones de esta tierra nuestra.
No puedo acabar sin dejar de agradecer a todo el Grupo la
buena acogida que siempre me han brindado, los buenos momentos que me han hecho
pasar y todos los momentos que aún están por llegar.
Teresa
Quintín
Publicado en la newsletter del Grupo
"De Capazo", núm 13 (Primer Trim. 2022)
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