30 noviembre, 2021

La Sanmigalada - 2021

La Sanmigalada

En los valles pirenaicos el 29 de septiembre, festividad de San Miguel Arcángel, ha representado el final del año agrícola y ganadero, comenzando de nuevo el ciclo. Vencían los préstamos y se contrataban jornaleros, criados o niñeras. Contratos verbales sellados con un simple apretón de manos pero respetados y cumplidos fielmente. Estamos hablando de la Sanmiguelada.

Modos de vida en el Pirineo, tradiciones  y costumbres que se van perdiendo y que nos cuenta Isabel Castillo.

LA SANMIGALADA

Con este nombre se conoce la celebración,  el 29 de septiembre, de la festividad de San Miguel Arcángel en los valles pirenaicos.

Esta celebración coincidía con el final del año agrícola y del año laboral; era tiempo de ajustar las cuentas del año, vencían los préstamos, se renovaban los contratos, la mayoría de las veces de forma verbal, se sorteaban los lotes de tierra en los montes comunales. En Puértolas, de donde procede mi padre, este menester tenía lugar en una zona de robledales centenarios conocida como “Campanatón”, que aún existe hoy junto a la carretera hacia Bestué.

Se trataba de una renovación casi total de los jornaleros, criados, niñeras, cocineras, pastores, todos ellos servidores de las casas pirenaicas que en la anterior añada habían requerido su servicio, muchas veces tan solo por la comida.

 Además, y de ahí el carácter festivo y renovador, eran días de jolgorio en los que muchas veces se estrenaba la ropa que se iba a llevar en el siguiente  invierno. Los días se tornaban más fríos y cortos y las primeras nieves hacían su aparición en las cumbres pirenaicas.

La Sanmiguelada o “Sanmigalada” era tiempo de movimiento, de recogida de cosechas, de traslado, un final de temporada de las largas jornadas  en el campo y en el monte. Actualmente sigue siendo periodo de cierre y apertura, de comienzo de cursos, de planteamiento de nueva etapa de cara al breve otoño y al frío y largo invierno, donde de nuevo se impone el recogimiento y donde todo volverá a comenzar.

En estos valles, y desde tiempos ancestrales, la ganadería ha sido siempre el pilar económico fundamental; tradicionalmente basado en el lanar trashumante lo que ha originado unos modos de vida peculiares. Los ganados descendían a la Ribera del Ebro precisamente para San Miguel y volvían para San Juan, a finales de junio, para ocupar los puertos de nuestras montañas. Sociedades de vecinos y numerosos acuerdos, incluso internacionales (las facerías), regulaban el uso ganadero de los puertos de montaña también entre los pastores a uno y otro lado de la frontera.

En los últimos años, el ganado lanar  ha iniciado una clara decadencia. Asistimos en la actualidad a un auge del vacuno, que generalmente se estabula en invierno y se sube a puerto en verano y la trashumancia poco a poco desaparece ante la carestía de los pastos de alquiler en el llano y las duras condiciones de vida de los pastores.

 Curiosamente, ha sido en el Alto Aragón y concretamente en la cueva de “Els Trocs”, situada en la provincia de Huesca, a 1500 m de altitud, donde se han hallado los vestigios más antiguos de toda Europa para una sociedad trashumante. Al parecer de los investigadores, esta cueva fue ocupada de forma intermitente por pastores trashumantes de ovino desde hace, por lo menos, 7300 años y mediante complejos análisis del esmalte dentario de los restos de ovejas ahí hallados, se ha podido concluir que esos animales habrían ocupado los alrededores de la cueva desde finales de primavera y verano para después pasar en el valle otoño e invierno. Así pues, lo descubierto en este lugar formaría parte de los primeros vestigios de lo que desde hace mucho tiempo se conoce como trashumancia y que los nuevos usos del territorio van, poco a poco, pero de forma inexorable arrinconando.

Isabel Castillo Pes

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 11  (Tercer Trim. 2021)


25 noviembre, 2021

Investigación en Sobrarbe - Pasadillas - 2021

 Los Bailes de las Pasadillas

De esa fuente inagotable de danzas tradicionales que es el territorio del Sobrarbe, el incansable Manuel Tomeo nos presenta tres danzas a las que ha realizado un detallado seguimiento: los llamados bailes de las Pasadillas de La Fueva. Y como dice él: “¡Ojo, no confundir con ninguna pasavilla!”

Son bailes básicamente inéditos, que habían estado fuera de la vista de los investigadores del folclore pirenaico. Ahora el Grupo Folklórico Alto Aragón los quiere presentar y pronto llevarlos a los escenarios.

LOS BAILES DE LAS PASADILLAS


De esa fuente inagotable de danzas tradicionales que es el territorio del Sobrarbe, queremos presentar en esta revista las dos últimas danzas, o mejor tres, que han llegado hasta nosotros: los bailes de las Pasadillas de la Fueva. ¡Ojo, no confundir con ninguna pasavilla! Se trata de bailes básicamente inéditos, que habían estado fuera de la vista de los investigadores del folclore pirenaico y que ahora el grupo Alto Aragón quiere presentar.

Estos bailes son originarios del territorio fovano, aunque para ser más exactos diremos que fovano y de la parroquia de Toledo de la Nata, debajo de peña Montañesa,  y se bailaron en aquellos lugares hasta los años cincuenta del pasado siglo. Años más tarde, a finales de los ochenta y principios de los noventa, escondidos como estaban, miembros del grupo folclórico recogieron la información suficiente para ponerlos de nuevo en circulación y rescatarlos de aquel olvido. No obstante, una vez recogida la información, esta volvió a permanecer dormida e ignorada hasta que, finalmente, durante este último año de la pandemia, el Alto Aragón ha decidido ponerlos sobre un escenario y, sin tardar mucho, se darán a conocer al público que nos acompañe.

 Los bailes

Son tres los bailes: las Pasadillas de los Toledos y las Pasadillas de Rañín, que se compone de un baile de calle y de un segundo baile con el cambio de mayordomos. A estas dos Pasadillas, hay que añadirle una tercera, la que se bailaba en Fuendecampo, que ya había sido recogida por el grupo Biello Sobrarbe de Ainsa y que nos la transmitió y la incluimos en varias ocasiones en nuestra programación.

Las Pasadillas de los Toledos (así denominadas por nosotros al no encontrar nada más acertado).

Se bailaba en diversos momentos de las fiestas de la parroquia de Toledo de la Nata, a los pies de la peña Montañesa y de Sierra Ferrera, en lo que llaman  el orinal del diablo, curiosamente. Son los pequeños lugares de La Cabezonada, La Atiart, Samper y San Juan. La fiesta era, y es, para la Virgen de Agosto y se interpretaban por primera vez, según nos contaron, en la salida de la misa mayor en la ermita de la Virgen de la Isuala. Más tarde y en momentos diferentes, los jóvenes las volvían a interpretar tanto en Samper como en San Juan, en una ronda que duraba un par de días por los lugares de la parroquia.

En esta ocasión, estamos ante uno de los escasos bailes de pañuelos conservados en el Pirineo aragonés junto a los de Sinués, Aragüés y Jasa, Castejón de Sos… y vale. La música de violines, guitarras, saxofones, acordeón… interpretaban la popular melodía del Villano y los bailadores se disponían en dos filas (tal vez en un semicírculo) y se realizaban diversas evoluciones pasando (de ahí el nombre), unas veces por arriba y otras por debajo de los pañuelos, que sujetaban los danzantes. En estas pasadas, las filas se intercalaban una detrás de la otra: primero por debajo del puente del pañuelo de la pareja zaguera y después por encima del mismo pañuelo que se bajaba hasta el suelo.

Las filas iban encabezadas por los mayordomos, que portaban un curioso sombrero adornado de flores y cintas (y hasta alguna postal, nos contaron), y llevando un ramo vegetal en la mano libre. Siempre al son del Villano e intercalando diversas estrofas del mismo.

El baile tiene otra singularidad todavía mayor que la del hecho de bailarlo con pañuelos, son unas frases que se gritan en tres momentos diferentes del mismo, así como una pequeña representación, a modo de chanza, que se ejecuta al final. Al grito de ¡Que salga el torero con su capa y su sombrero!, daba comienzo el baile y con el de ¡Que salga el toro!, comenzaban a realizar las pasadas por encima de los pañuelos. Finalmente, se acercaban todos al centro y al grito de ¡A matarlo, a matar al torero, a por él…!, se simulaba entre bromas y risas la ejecución del mismo acabando en el suelo y finalizando el baile. Su significado nos es totalmente desconocido, pero así fue recogido de la propia voz de nuestros abuelos informantes. Tal vez sea una reminiscencia de aquellas pantomimas  de origen muy antiguo, ancestral, en las que se simulaba la muerte del Jefe como protección del resto del grupo social. Algo similar se podría ver en las danzas de espadas aragonesas conocidas como Degollaos, en las que se rodea con estos instrumentos el cuello del Jefe para luego verlo resucitado; incluso la contradanza de Cetina tiene esta particularidad.

Interesantísimo y muy original este baile de las Pasadillas de los Toledos.


Pasadillas de Rañín.

Rañín es uno más de aquellos pequeños lugares que pueblan la subcomarca de la Fueva. Su caserío está distribuido en torno a una calle única que finaliza en la plaza e iglesia del lugar. Plaza y calle son los escenarios de los dos bailes que se interpretaban en Rañín.

El primero de ellos era un pasacalles que acercaba a los bailadores hasta la plaza en la que se ejecutaría uno de los bailes más importantes del año: el cambio de mayordomos. Para este primer baile, se disponían los mozos, según nuestros informantes, en dos filas encabezadas por los mayordomos salientes de ese año y al son del conocido como  ball de Benás  o, simplemente,  el ball avanzaban bailando por la calle. Al finalizar cada una de las estrofas musicales de la melodía, los bailadores se pasaban de fila dando dos palmadas acompasadas. Al final, al llegar a la plaza, un gran estruendo de tiros de escopeta al aire salía de los balcones del ayuntamiento desperdigándose asustados los danzantes entre el jolgorio de la gente. Era el final del primer baile y será el momento de prepararse para el segundo baile.

Todo el pueblo se coloca en un gran círculo; en el centro, el chopo centenario se erguía como siempre y los mozos se preparaban para ser señalados, o no, como los nuevos encargados de las fiestas del año próximo. ¡Y que no faltase ninguno, que si no se le ponía una silla vacía en su lugar y a esperar…! La música del ball volvía a sonar y, uno tras otro, cada mayordomo realizaba sus vueltas de rigor: el primer mayordomo daba una primera vuelta por dentro del círculo (se fijaba si estaba el designado para sustituirle); más tarde, una segunda vuelta en la que se entregaba un pequeño ramo de adorno vegetal al nuevo mayordomo entrante… Y así, uno tras otro, hasta que finalmente todos los mayordomos tanto entrantes como salientes daban un par de vueltas que aplaudía la gente congregada con gran regocijo al haber cumplido un año más con el rito.

Las Pasadillas de Fuendecampo.

Fueron recogidas por el grupo Biello Sobrarbe allá por los años ochenta del siglo pasado y transmitidos, años más tarde, al grupo Alto Aragón. Desde entonces, el grupo las ha puesto varias veces sobre el escenario: en los Festivales Folclóricos del año 2011, por ejemplo.

El baile difiere en algunos aspectos de los anteriores, aunque se baila con la música del ball, como en los Toledos. Se ejecuta, también, con pañuelos y en dos filas, y los mayordomos las encabezan con ramos de flores en la mano libre. No obstante, toma especial relevancia la figura de la Virgen  que, en su peana, se coloca detrás de las dos filas de bailadores. Tras diversas evoluciones, por arriba y por abajo con los pañuelos, las parejas pasarán por debajo del puente formado por estos pañuelos y llegando hasta la peana realizarán una sencilla genuflexión ante la patrona.

Los bailes son sencillos, pero muy vistosos y muy interesantes en diversos aspectos: uso de pañuelos, melodía del ball en Sobrarbe, sombreros adornados, cambios de mayordomos…; así como, la pequeña dramatización y expresiones del baile de los Toledos. Todo ello los convierte en pequeñas joyitas de nuestro folclore y resulta bastante extraño el  desconocimiento que de ellos se ha tenido hasta el momento por parte de los estudiosos del folclore. Nosotros aportamos aquí un pequeño grano de arena para remediar tal olvido.

Manuel Tomeo Turón

Jaca, agosto de 2021

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 11(Tercer Trim. 2021)