ENTREVISTA A JOSÉ ÁNGEL GONZÁLEZ ESCARTÍN, PRIMER PRESIDENTE DEL GRUPO
FOLKLÓRICO ALTO ARAGÓN
¿Cómo se planteó formar un grupo
folklórico independiente?
Influyeron “la vehemencia propia de la juventud” y el ambiente
reivindicativo de la sociedad en los meses previos a la muerte de Franco:
cantautores, manifestaciones pro-autonomía, etc. Efervescencia social evidente
en un sentido muy claro. Se nos fue contagiando, a nuestros 18-20 años, un
cierto interés por la “autogestión” o, como mínimo, por una participación en
las decisiones de los dos grupos que nos “asociábamos” para las actuaciones: la
Rondalla de Escolapios y el Grupo de Jota de la Sección Femenina.
¿Notaste trabas u oposición por parte de Escuelas Pías o
Sección Femenina?
No,
no hubo ni trabas, ni oposición; “expectación atenta a los acontecimientos”…sí.
El “pistoletazo” de salida de la idea se gestó en un viaje
de varios días a Oviedo en septiembre del 75. Estábamos mucho tiempo juntos y
algunos de los más mayores (no superábamos los 20 años) teníamos ciertas
inquietudes socio-políticas en torno a lecturas de publicaciones de la época,
tales como Andalán, Cuadernos Para el Diálogo, Triunfo… y a los discos y conciertos de Labordeta. Se
unía el convencimiento, no exento de soberbia juvenil, de que éramos capaces de
darle un “toque” a la agrupación más específico y adecuado a los tiempos.
Naturalmente, eso podía sonar, a
“rebelión de los chicos” por la influencia política del momento. Como lo suponíamos, fuimos
muy cuidadosos en la escalinata del Seminario de Oviedo al transmitir la idea
inicial en presencia de los responsables de la rondalla y el grupo de jota.
Pero además teníamos el sincero interés de “aportar”, “sugerir”, “sumar”; no de
“romper”, “reprochar”,… y eso fue certeramente transmitido por el padre Pereda
al padre rector Mariano Blas, y por las representantes de la Sección Femenina a
sus superiores. No obstante, un cierto
“mosqueo” inicial sí hubo. La inmensa mayoría éramos adolescentes, pero quedó
claro, respetuosamente, que teníamos el apoyo entusiasmado de todos los
componentes del grupo (unos 50 de edades entre 12 y 20 años) y que si
convencíamos a los responsables de que la idea era buena, no tenía por qué
haber problema.
Digamos
que se estimó oportuno que yo fuera el portavoz o coordinador inicial, pero
todo lo consensuábamos: poco menos que hacíamos votaciones para “ver si
votábamos” -bromeábamos con Álvaro-, las reuniones eran frecuentes, de
asistencia masiva y larga
duración.
Nos
citaron a una reunión con el padre Mariano a la que tuvimos que acudir un
máximo de tres representantes (digo yo, con sorna, que “para no caer en el
delito de sedición”). Como era “un duro hueso de roer”, me preparé el “discurso
argumental” a fondo en pro de la fundación del grupo. Lo sometí a la crítica y
aportaciones de varios compañeros y lo grabé en una cinta de casete. Esto me
permitió pulir al máximo la esencia de lo que queríamos transmitir con la mayor
claridad posible. Con el respaldo del resto del grupo, planteé al padre Mariano
la posibilidad de no entrar en materia hasta que escuchara la cinta (el
discurso iba acompañado de una copia en papel). El padre Mariano tenía un rictus…
digamos “tensamente expectante”. Poco a poco se fue relajando. Creo que se
convenció de que no había el menor indicio de “rebelión de los muchachos”. Se
quedó con las copias y nos dijo que nos darían respuesta (francamente no
recuerdo si en la reunión estaba la representante de la Sección Femenina,
Inmaculada Suárez, supongo que sí). A los pocos días nos dieron el “placet” de que siguiéramos
adelante: Hacer una asociación juvenil, legalizada-autorizada, con una junta directiva,
en la que habría dos vocales permanentes por parte de Escolapios y de Sección
Femenina… Y comenzamos a andar.
¿Veías receptivos a los futuros componentes del nuevo
Grupo?
Absolutamente. Sin reservas. Con total
entusiasmo. Lo que no deja de ser curioso, siendo la mayoría de las familias
conservadoras (militares, profesiones liberales, comerciantes, pequeños
empresarios). Cabe suponer que los gestores de la idea éramos merecedores de
una cierta confianza inicial, como nos demostraron los compañeros y compañeras
más jóvenes y sus familias desde el minuto cero y en viajes de cierta enjundia,
dirigidos y controlados por nosotros mismos sin ninguna supervisión.
Echando la vista atrás en el tiempo y
habiendo sido padre, es muy de agradecer
la confianza depositada en nosotros.
¿Recibisteis apoyo moral o efectivo en el proceso de elaboración
de estatutos,
formación de la junta, etc.?
Por
parte de Escolapios y Sección Femenina el apoyo fue total, pero sin inmiscuirse
en nuestro proceso de arranque. Nos pusieron a disposición locales de ensayo en
el Colegio y Sección Femenina nos facilitó una sede social que nos pareció el
palacio de Versalles. Nos dieron apoyo logístico inicial básico de material de
oficina y constituimos un “comité de trabajo”. Acudíamos a la sede, que se
convirtió en nuestro “local juvenil”, todos los días a partir de las cinco de
la tarde para colaborar en la elaboración de la documentación de la asociación
e iniciamos la costumbre de darnos una vuelta al final. Estábamos pletóricos.
Todo
esto suponía una gasolina moral impagable. Pero es que además nos lo pasábamos genial.
En un otoño oscuro y frío en Jaca que no tenía especiales alicientes entre
semana, era un buen motivo de esparcimiento.
En los primeros días de constitución
oficial del Grupo mantuvimos una reunión con el Sr. Alcalde Armando Abadía,
quien nos manifestó su buena disposición para apoyarnos, en lo posible,
económicamente (fue testimonial y puntual) y desde luego institucionalmente
como embajadores del nombre de Jaca en calidad de grupo unificado sobre la base
de la etapa anterior.
¿Teníais objetivos claros para cuando estuviera formado el
Grupo?
Habíamos
hablado mucho. Al mismo tiempo que organizábamos la constitución oficial del
Grupo como Asociación Juvenil, hacíamos asambleas para captar ideas y proyectos.
Había
un objetivo sustancial: Mantener lo que se nos había enseñado y tender a “desuniformar”
el concepto folklórico oficial de Aragón, lo cual se venía fraguando en
diversas publicaciones y foros, como Andalán.
Queríamos descubrir las singularidades del Alto Aragón en particular y de la
región aragonesa, tanto en los bailes, como en el vestuario y tratar de
rescatar, antes de que desaparecieran las personas mayores que lo conocían,
todo aquello que estaba casi perdido. Eso lo tuvimos muy claro desde el
principio.
El
otro objetivo, según “el signo de los tiempos” era conseguir
que toda decisión fuera
colegiada, previamente debatida y aprobada por mayoría. Eso quitaba agilidad en
las decisiones, pero nos daba un marchamo de “autenticidad democrática”.
¿Te ocasionó mucho trabajo?
A partir de la primera asamblea “constituyente” para elegir
junta directiva, en la que fui elegido presidente, dediqué gustosamente la
mayor parte de mi tiempo libre, al igual que el resto de la Junta. No tenía
mérito alguno, ni requería esfuerzo obligado, porque la ilusión y la satisfacción eran
continuas en cada pequeño logro que conseguíamos, sin olvidar que el ambiente
era de puro divertimento. No puedo considerar “trabajo” aquellos meses del 75 y
76, sino más bien algo parecido a pasarse por “el club” a estar en buena
compañía.
Tu situación personal, siendo miembro del ejército y
queriendo entrar en
la Academia General Militar, ¿te resultó compatible o fue un gran quebradero de cabeza?
Por
las mañanas y algunos días completos, estaba en las dependencias militares,
pero el resto de tiempo lo tenía libre y por tanto no me supuso el menor
inconveniente dedicarme, junto con el resto de compañeros habituales, al
proyecto. Es cierto, como apuntas, que a
partir de enero del 76 empecé a preparar la oposición a la AGM de oficiales y
también a la de suboficiales y eso me requirió organizarme para compatibilizar
ambas actividades, pero ya el Grupo empezaba a rodar. Habíamos obtenido la
autorización administrativa y organizativamente ya estaba en marcha; pasarme al
final de la tarde o algún rato el fin de
semana por las oficinas después de varias horas de “codos” resultaba justamente
un relax.
Una vez formado el Grupo, fuiste lógicamente el primer
presidente, ¿cómo viviste esos comienzos?
Yo no diría “lógicamente”. Es cierto
que en todo proyecto puede haber alguien que lance la primera voz o sugiera un
primer paso y que en este caso fui yo. Simplemente por razón de disponibilidad
coordiné los primeras acciones organizativas.
Probablemente también influyó en el
apoyo recibido mi buena relación con el responsable de Juventud Local. También
el hecho de que una parte de los
miembros del grupo procedía de familias de oficiales y suboficiales de la
guarnición de Jaca, que me conocían a mí a y a los miembros más mayores de la
agrupación.
Fueron momentos de ilusión y
satisfacción continua por cada logro que conseguíamos.
¿Te lo pasaste bien?, ¿puedes citar alguna o varias
anécdotas que recuerdes
con cariño?
Hasta tal punto lo pasé bien ese curso
75-76 con dedicación particular preferente al Grupo que lo recuerdo como uno de
los más felices de mi vida.
La cita en la tarde del viernes para
ensayar en los locales de Escolapios y luego “dar una vuelta” y tomar algo “en cuadrilla”
era habitual. El que se retrasaba, sabía que solo tenía que preguntar en los
bares del circuito o a alguien por la calle y rápidamente averiguaba dónde se
hallaba “el personal”: <<Sí, “los del Grupo” estaban hace un rato en el
bar tal…>>.
Y… si tocaba asamblea, pues la tarde
del viernes o el sábado ya sabíamos que nos juntaríamos en la sede. Un rato de
charletas y bromas, anécdotas, sucedidos, celebraciones (cumpleaños o lo que
tocara) y preparación de vestuario o lo que fuere. Así íbamos afianzando
“espíritu de grupo” y amistad. Teníamos un proyecto de todos y todos nos
implicábamos.
En cuanto a anécdotas, son muchas las
que están recogidas en el blog de la web del Grupo. Hay una anécdota que es casi desconocida:
Cuando ya teníamos todo el material
impreso con el escudo oficial del grupo (observo con satisfacción que se ha
mantenido intacto sin caer en ese afán por “actualizar” vía logotipo tan “al
uso” hoy en día), recibí una llamada del dueño de la antigua tienda de Falcón
en la calle Mayor. Me decía que Fabri,
el pintor, su cuñado, quería verme. Resulta que el escudo lo había
confeccionado yo, en papel vegetal y tinta china basándome, en un banderín de una de las primeras ediciones
del Festival Folklórico de los Pirineos. El diseño era de Fabri. La pareja de
baile era muy parecida, con los añadidos de los instrumentos, la Peña Oroel y otros.
Había visto el banderín por casa y me
gustó la idea, eso era todo. Mi sorpresa fue que, cuando fui a hablar con él,
me montó una comedia que me tragué y me empecé a preocupar seriamente. Sacó el
cartel original enorme, me habló de propiedad intelectual, de plagio, de
acciones legales, de prohibición absoluta de enviar sobres y folletos con ese
escudo… Le dije que había cogido la idea de un
banderín viejo, pero que no había el menor interés de beneficio de marca ni
nada parecido; que estaba modificado y con elementos añadidos que lo diferenciaban
del cartel en cuestión y que si tenía que tomar medidas legales y estaba en su
derecho, que lo hiciera. Insistí en que el Grupo nada tenía que ver, que yo
desconocía tales asuntos de propiedad, que no teníamos fondos de ninguna clase,
que ya habíamos enviado decenas de cartas “al mundo” y que el único objetivo
era llevar el nombre de Jaca.
Al final se interesó por el Grupo y me
dijo “que era una broma”, que ya veía que era con buena finalidad. Lo cierto es que probablemente un tribunal le
hubiera dado la razón en cuanto a plagio no consentido… pero me dio la tarde.
Y como anécdota personal muy especial
que recuerdo con nostalgia, agradecimiento y cariño fue que en el verano del
76, superada la primera fase de ingreso en la AGM, debíamos pasar un campamento
muy duro de tres meses. Un día del mes de Agosto recibí ¡21 cartas! (que
conservo) absolutamente motivadoras; yo creo que como consecuencia de aquello
(casi me arrestan por desmoralizar a los compañeros y marear al cartero
repitiendo 21 veces mi nombre) debió de entrarme tal grado de adrenalina en el
cuerpo que superé con creces la recta final de “aquella prueba”. Gracias de
nuevo, allí donde estéis, después de casi 43 años.
Tu actividad profesional y familiar, ¿te ha permitido seguir la
trayectoria del Grupo?
En cuanto a participación, apenas no
desde hace más de 25 años, pero gracias a la página web he podido seguir su
trayectoria con gran satisfacción. Participé en el 25 aniversario, pero
lamentablemente por razones de ocupación laboral, no pude hacerlo en el 40.
A estas alturas, después de 43 años, ¿te
gustaría refrescar las
relaciones, colaborar en
algo, o volver a participar?
Por supuesto que me encantaría
refrescar esas relaciones a pesar de que ya no tengo vínculos con Jaca, desde
el fallecimiento de mis padres, y colaborar en cuanto esté en mi mano. Volver a
participar también me encantaría y ya supongo que con las nuevas tecnologías se
puede ensayar teniendo partituras y soporte sonoro, con asistencia esporádica a
ensayos. Con vistas a la próxima jubilación estaría encantado de retomar una
relación más directa. Al fin y al cabo, Zaragoza y Ayerbe, mis lugares actuales
de residencia, están muy cerca. Ojalá sea posible y de utilidad para el grupo
mi pequeña aportación.
¿Tienes alguna idea que pueda enriquecer nuestro presente
o futuro?
Sería
de extrema dificultad en estos momentos y a estas alturas que se me pudiera
ocurrir algo novedoso, con tanto compañero “metido en harina” en el día a día y
contando con la experiencia cercana de buen número de veteranos de reconocida
competencia. Me esforzaré gustosamente en aportar algo basado en mis vivencias
o formación que pudiera ser de utilidad.
Hay
algo que puede ser novedoso en el Grupo: el sonido de mi precioso bandurrín de
palosanto de un palmo que, a pesar de su pequeñez, suena como “arpa de
querubín”, más por mérito del luthier,
que de su tañedor. Me comprometo a que me acompañe en mi primer ensayo
de reciclaje y “sus mercedes” juzgarán.
Puedes añadir cualquier cosa que
consideres oportuna. Siéntete libre
de incorporar temas que no
se plantean en esta entrevista.
Pues solo me queda añadir que aquellos primeros
años 75-85, fue el Grupo Alto Aragón, por mérito compartido de todos los que
tuvimos el placer de ver nacer y crecer aquel proyecto inicial, una escuela de
convivencia, amistad , de práctica real
de democracia y respeto por la mujer y el más débil. Tenía
el mismo peso y consideración la opinión y las sugerencias de un Mario de 12
años que las de un Javier de 23, las de una Susana de 13, o las de una Maribel
de 22.
No deja de ser curioso que hoy es de
extrema dificultad encontrar debates en televisión en donde se respeten las
intervenciones sin interrumpir al que habla. Aquellas asambleas duraban, tal
vez, demasiado, pero se respetaban los turnos y las intervenciones y todos
sabíamos que acabaríamos exponiendo ante los demás aquello que nos interesaba
exponer y que las decisiones se aprobarían por consenso.
Nacimos independientes de cualquier
influencia empresarial de mecenazgo o dirección institucional, con nuestros
propios medios. Tal vez ese haya sido el secreto de su permanencia en el
tiempo.
Mi felicitación y mi compromiso de
tratar de aportar en el futuro mi modesta contribución, con la seguridad de que
recibiré infinitamente más de lo que pueda torpemente aportar. Gracias por
seguir ahí, hijos y nietos del inicio. Un abrazo sincero y sentido. Gracias.
Hasta pronto (D.V.)
Álvaro