11 octubre, 2020

Difundiendo nuestro folklore - 2020

Del escenario a las aulas

Hace unos meses, varios componentes del grupo nos “engañamos” mutuamente para empezar a dar talleres en los colegios de Jaca y a los maestros y maestras de la zona.

Cuando Fernando me pidió que escribiera este artículo, me dijo que contara los objetivos que nos habíamos planteado y por qué lo hacíamos. Mi respuesta fue rápida: por amor al arte. Pero, pensándolo un poco más detenidamente, lo hacemos porque nos parece muy importante sembrar interés por la cultura y el folclore entre las nuevas generaciones y la escuela es un factor decisivo que nos permite divulgar y dar a conocer todo lo que hasta ahora habíamos aprendido y recuperado.

Llevamos 45 años buscando, recuperando y aprendiendo. Ahora es el momento de bajar de los escenarios y enseñarlo. Y, ¿a quién mejor que a los niños y niñas de Jaca y a sus maestros que, al fin y al cabo, son los que les van a enseñar y a trasmitir muchos de sus conocimientos?

Primero tenemos que trasmitir nuestra pasión por el folclore y después, ya se verá. Es posible que más de alguno, después, quiera compartir su tiempo con nosotros y venir al grupo…

La verdad es, que no sé muy bien cómo nos metimos en este “berenjenal”. Una cosa llevó a la otra y, un buen día, nos encontramos dando una charla en el CEIP “Monte Oroel” en su semana cultural, en abril del curso pasado (por cierto, que era el cumpleaños de Paco y un montón de chiquillos le cantaron el cumpleaños feliz varias veces).

Hicimos dos sesiones: una para infantil y otra para primaria, en las que les enseñamos nuestros instrumentos (el que más triunfó fue, por supuesto, el salterio de Álvaro) y luego se aprendieron unas danzas con Jose Mari y con Inma S. Estuvimos unos cuantos componentes del grupo y la verdad, que nos fuimos con un buen sabor de boca.

Después, ya en noviembre, Manolo, Fernando y yo dimos un curso de cuatro sesiones para maestros, organizado por el CIFE de Sabiñánigo (centro de formación de profesores). Fue duro, porque nos tuvimos que preparar el repertorio, las partituras, las letras, los audios (gracias, Rafa) y los tres sentíamos que, aunque era una gran responsabilidad (puesto que estás enseñando a los que después lo van a enseñar) era también una labor gratificante. Además, contamos con la colaboración de muchos componentes del grupo, que venían a ayudar, a tocar, a enseñar bailes… Gracias a todos, la actividad resultó un éxito y varios de los docentes ya se despedían en la última sesión diciendo: “hasta el año que viene, que repetiremos”. También he de decir que este curso salió adelante con la ayuda de Bea y Carlos (del centro de profesores) y con la ilusión de los casi 30 docentes que se apuntaron y que se prestaron a grabar los bailes que habían aprendido y que se han colgado en youtube, para la posteridad.

Nuestra última acción, de momento, ha sido enviar cartas a todos los centros educativos de Jaca para ofrecer charlas, talleres y actividades diversas, siempre en relación con el folclore, la música, los bailes y los instrumentos. Algunos ya nos han respondido así que… seguramente dentro de poco os impliquemos de nuevo en esta tarea de divulgación, tan importante como satisfactoria. Porque este esfuerzo, está pagado cuando ves la sonrisa de los niños y niñas después de haber pasado un buen rato con nosotros.

Gracias a todos los componentes del grupo que habéis hecho que esta labor sea posible.

Eva Dueso

Las negritas en el texto son del blog.

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 5 (Primer Trim. 2020)

08 octubre, 2020

Grabación muy especial - 2020

 Impresiones de una grabación muy especial.

El mayo de Alba

Me levanto el domingo tres de mayo feliz de la vida. Por fin una actividad de grupo en este aislamiento forzoso sin ensayos ni las charlas de después, que tanto echamos de menos. Vamos a grabar cada uno en su casa el Mayo de Alba. Me debato entre salir al balcón, total es temprano y no romperé el tímpano a los vecinos o bien una grabación interior y francamente, el trino de los abundantes  pájaros, nada mitigado por el tráfico que hoy es nulo, hacen que me decante por la primera opción. Estoy muy nerviosa, son mis primeros mayos y mientras saco la mesa de terraza, el ordenador portátil, el móvil y los cascos, me congratulo de la suerte que tengo de estar en el grupo. Después de no sé cuántos erróneos intentos, mando una versión a contraluz, donde ni se me ve ni se me oye bien porque me he confundido de tono también, bueno, lo importante es que se vea Oroel y eso lo consigo, creo.

Mis expertos compañeros cuentan su experiencia y me sorprende el nivel de exigencia que explica el resultado del vídeo, experiencia personal que comparto en este mismo texto por orden de recepción en el móvil. Al fin y al cabo seguimos cada uno en su casa.

1.- Eva Torronteras comenta: “Aprovechamos el primer paseo con mis hijas para que la mayor hiciera un vídeo al aire libre sin que nos oyeran todos los vecinos. Los mayos son especiales y no podíamos perdérnoslos. Además ese día es su cumple”.

2.- José Antonio Santanatalia nos dice: “Mi sensación al grabar el vídeo fue de mucha responsabilidad. Tienes que estar a la altura del resto del grupo, porque es la imagen de todos la que está en juego”.

3.- Manolo Bandrés indica: “La idea me gustó mucho pero me daba un poco de respeto, cuando empezó la música la sensación fue como en una actuación”.

4.- Guzmán apunta: "Una gozada colaborar con gente maja y con ganas de hacer cosas, si se añade el buen trabajo de Víctor, el resultado no defrauda."

5.- Eva Dueso puntualiza: “Yo, normalmente, en las actuaciones no me pongo nerviosa pues me siento apoyada por el conjunto. Pero a la hora de grabar, entre la cámara y sentirme sola, sí que lo estuve. Tuve que repetirlo varias veces y al final di una por buena, no porque estuviera perfecta, sino porque mi cámara, (Ricardo mi marido) ya estaba harto de repetir, ninguna versión estaba a mi gusto”. 

6.- Domingo comparte: “Me encantó la idea, pero a pesar de que las repeticiones fueron numerosas antes de la definitiva, yo creo que el resultado ha sido magnifico, aunque siempre mejorable.” 

7.-  Alicia Escuer nos detalla su experiencia familiar, Carlos, Lucas y Miguel además de ella, están ahí: “Cuando comentaron de hacer unos mayos virtuales, nos pareció una idea muy chula.

Isabel nos propuso con un archivo midi hacer un audio base, aprovechando que en casa estábamos confinados acordeón, voz, guitarrico y guitarra. Y así sobre esa base cada uno desde casa ir grabando voces e instrumentos... El audio, todos juntos, lo hicimos rápido. La grabación de los videos ya fue otra cosa... casi no terminamos, que si no me miréis que me da la risa, pues no oigo bien, mira que te vas de ritmo, ay la letra... eso sí, pasamos un día muy entretenido. Al ver el montaje final, nos encantó”.

8.- María Casorrán confiesa que: “Al principio no me apetecía nada tocar "sola" sin Isabel y sin Rafa, pero durante la grabación me sentí muy cómoda y el resultado final es estupendo. Ha sido una experiencia fabulosa.”

9.- Nuestra Teresa nos transmite su particular “Monólogo interior”:
- Ponte el traje, Tere. 
- ¡Uf! ¡Qué feote me queda el mantón! Mejor camiseta!
- ¡No, venga, el traje!
- ¡No me llega el pelo para hacerme el moño sola!!!
- ¡Camiseta!”

10.- José Ramón nos especifica que: “Pasé una entretenida tarde, entre paseo para ir a buscar la percusión a Secretaría y las risas para grabar el mayo a la décima o undécima vez”.

11.-Teresa y Jorge añaden: “Estamos muy satisfechos con el resultado y con la buena acogida de la gente. A pesar de la dificultad de seguir el mismo ritmo, ¡pudimos con ello!”

12.- Fernando relata que: “Me grabé varias veces y me oía la voz fatal y muy postizo. Al día siguiente opté por hacer playback. Disfruté y me lo pasé bien grabando. Mucha satisfacción con el resultado final del vídeo. Esta crisis está sirviendo para ponernos retos nuevos”.

Y para terminar Inma L. nos dice: "A falta de podernos juntar en los ensayos habituales, ha sido una manera de hacer algo en grupo y seguir conectados, aunque sea en la distancia. Claro ejemplo de que el grupo lo formamos entre todos, cada uno somos como unas notas que conforman la canción Mayo de Alba."

El día 30 recibimos un “guasap” de Inma con el resultado en forma de vídeo. Ahí estaba, a punto de ver la luz, todo nuestro trabajo cristalizado en esta pequeña joya. El corazón se me acelera y cuando por fin lo abro, el resultado me emociona, cuánta profesionalidad rezuma aquello, que entre todos, con ilusión y cariño, hemos creado. El montaje de Víctor Martín es para quitarse el sombrero. Así y a través de estas líneas queremos enviarle nuestro más sincero agradecimiento. Por cierto, ¿lo veremos algún día vestido de calzón?
 

Isabel Castillo Pes

Enlace al vídeo del que hablamos

Las negritas en el texto son del blog.

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 6

04 octubre, 2020

De libros y viajes - 2020

Una experiencia de libro

Mi nombre es Vanessa Gargallo Marco y he bailado la jota desde que tengo uso de razón. Mi madre y mis abuelos vivieron en París muchos años y echaban mucho de menos sus raíces; creo que es por eso que cuando nací volvieron a casa. Decidieron disfrutar de la tierra y del folklore a través de mí, y allí estaba yo, con cuatro añitos bailando con una pandereta en un grupo de Zaragoza. Lo que no sabían, ni ellos ni yo, que esa afición sería el principio de algo superespecial que aun hoy en día forma parte de mí y me acompañará siempre.

Los veranos de mi infancia los pasé en Berdún, en el pueblo de mis abuelos, y allí Charis y Paco nos enseñaban danzas y jotas que luego bailábamos por los pueblos de alrededor. Ese fue mi primer contacto con el grupo Alto Aragón. Después me fui a vivir a Hecho y para que no perdiera mi afición por la jota, mi abuelo me llevó a la escuela del grupo en Jaca y allí ensayaba para actuar en el festival de la Cueva. Pero no duré mucho en la escuela, con 11 años ya pertenecía al grupo y junto con mi inseparable amiga Susana empezamos a viajar y a actuar por todos lados. Es más, con 11 años viajé a Dijón y ganamos la medalla de oro. Recuerdo cada momento de ese viaje y cada sensación, fue algo increíble. Y ese solo fue el principio de una larga lista de recuerdos y experiencias.

No sabría decir qué viaje me cambió más la vida pues todos fueron especiales y de todos aprendí algo, pero creo que el viaje a Taiwán me marcó especialmente por varios motivos: Tenía 13 años cuando fui, cogí mi primer avión, estuve 15 días fuera de casa sin mi familia (creo que nunca había estado tanto tiempo separada de ellos) y sobre todo el choque cultural que viví.

Ver aquellos templos inmensos por todos lados, gente y costumbres tan diferentes a las mías, el contraste entre ricos y pobres fue viajar a otro mundo, y siempre he sido muy consciente que esa vivencia me cambió la forma de ver las cosas y la vida. Si me lo permitís, me gustaría agradecer a Elsa y Fernando su paciencia infinita, que como “mis tutores del viaje” tuvieron que tener, porque el tema de la comida… ¡me daría para un libro aparte!

Y hablando de libros, hace tiempo quería escribir un cuento infantil y un día soñé Un dragón con suerte. Es la historia de Yong, un niño que con su coraje y su bondad nos enseñará la importancia de compartir y resolver los conflictos de una forma pacífica y sencilla. Cuando la aldea donde vive decide capturar al dragón de la suerte, él no duda en ayudarlo para que sea libre. Para ello tendrá que convencer a todos de que, si colaboran y son generosos, podrán tener al dragón de la suerte sin necesidad de encerrarlo.

Cuando la imagen del dragón y de la aldea china me vino a la mente, inconscientemente recordé mi viaje a Taiwán. El que el protagonista sea demasiado pequeño pero haga grandes cosas, los valores de respetar, compartir, solidaridad… creo que es algo que aprendí con el grupo folkórico Alto Aragón y de algún modo están reflejados en este cuento.

Mientras estaba en el grupo era para mí una forma de pasármelo bien, haciendo lo que me gustaba y viajando de aquí para allá. Con los años veo que fue mucho más que bailar la jota. Adquirí un sinfín de valores que hoy en día me definen y me encantan. Al fin y al cabo era una niña que pasó su adolescencia conviviendo con mucha gente de todas las edades y de lugares diferentes y eso enriquece a cualquiera. Además la permanencia en el grupo implicaba responsabilidad con mis compañeros, con los espectadores, con el vestuario…  Mi paso por el grupo fue intenso como un campamento de verano y aprendí muchísimas cosas que me han servido en mi vida personal y profesional y que ahora, de algún modo, también me lo recuerda “Un dragón con suerte”.

Pero, si hay alguien a quien le debo toda esta vivencia y experiencia no es otro que a mi abuelo Domingo. Si no hubiera sido por él todo habría sido diferente. Él me llevaba a los ensayos y se esperaba horas y horas a que terminará para llevarme al pueblo otra vez. Puede parecer algo normal, pero los que lo conocisteis sabéis que fueron muchas horas, muchos días y muchos años. Cuando nos dejó también se acabó la jota para mí. Ya cada vez iba menos pues con la universidad y el trabajo me era muy difícil, pero al faltar él se me hizo imposible.

Ahora veo al grupo y me trae recuerdos preciosos. Cuando os vi actuar en Berdún en el 2017 lo sentí muy cerca y me hizo muy feliz porque entendí lo feliz que él había sido todos esos años y el orgullo que sentía hacía el grupo y hacia mí. Por eso, espero volver algún día para hacerle un pequeño homenaje y para reencontrarme con aquella familia que me vio crecer y de la que tengo recuerdos maravillosos. Así que espero que nos veamos pronto y mientras tanto, os seguiré en vuestra andadura que espero que sea por muchos años más hasta que me pueda unir a ella de nuevo.


Vanessa Gargallo

Las negritas en el texto son del blog.

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 6 (Segundo Trim. 2020)

25 agosto, 2020

Cuentos en aragonés - 2020

 Hoy traemos una faceta nueva a nuestro blog.

En el escenario, el canto, baile y paloteaos son los protagonistas y se van hilvanando por la persona que presenta, con informaciones o explicaciones adecuadas. En ocasiones tienen que estirar el relato si se produce algún contratiempo relacionado con las prendas o de otro tipo. Cada cual lo ha resuelto de diversas formas, con anécdotas, contando proyectos o como en el caso de Carlos con chascarrillos y cuentos que aprendió en su infancia. Como es buen comunicador y tiene su gracejo, no es raro a estas alturas que los haga como una pieza más, aunque no haya imprevistos. A continuación una muestra de su repertorio que salió publicada en nuestra newsletter “De Capazo nº 6”                   Álvaro

Cuentos d'antimás

 Quiquiriquiii, ¿Qué tiene el gallo? Mal en el papo, ¿quién se lo ha hecho? L’alfardacho, ¿Dónde está l’alfardacho? Detrás de la mata. ¿Dónde está la mata? El fuego la ha quemado. ¿Dónde está el fuego? El agua lo ha apagado. ¿Dónde está el agua? Los pollitos se la han bebido. ¿Dónde están los pollitos? Poniendo huevitos, ¿Para quién? Para el señor Retor que está cantando Misa mayor…  

  De los primeros recuerdos que tengo, los de más crío, uno de ellos, es el de mi padre contándonos a mi hermana y a mí, este cuento antes de dormir.

Recuerdo también a mi abuela, junto a la cocina de leña, repitiéndonos por enésima vez la historia de aquel hombre que marchaba al huerto “a buscar un calabazón pa hacelo frito con col, que ha venido o yerno de Fuencalderas pa fer un poco distinción”, y de mi tía Amparito haciéndonos rabiar con el interminable cuento de “bedebedé” que nunca lo acabaré.
Continuaban con una costumbre aprendida de sus padres, tíos y abuelos, en unos tiempos en los que no había distracciones electrónicas como ahora y en las casas se contaban historias, cuentos, chascarrillos, refranes, etc. que se iban transmitiendo de unas generaciones a otras, contadas muchas veces en “o canto d’o fogaril”.

El paso del tiempo, y la llegada de otros entretenimientos, han hecho que estas costumbres se vayan perdiendo. Afortunadamente, personas que lo vivieron, como Fernando Otal de Barbenuta, Antonio Oliván de Aso de Sobremonte o la señora María de Sinués, entre otros muchos, nos las han podido contar y, felizmente, se han podido grabar o plasmar por escrito en distintas publicaciones.

Personalmente, me ha parecido importante darles a estas sencillas manifestaciones de la cultura popular un pequeño espacio en las actuaciones del grupo. Así, entre jota y danza, entre bolero y palotiau, habéis conocido a Chenaro, a la rabosa, al lobo, a os de casa Ferrero, os he hablado del sastre de Gavín, de María y Chuan, de tía Nicolasa, a la que se le “fincaron” las farinetas, etc.

Son historias que nos hablan otros tiempos, ni mejores ni peores, simplemente diferentes. Y me parece que es interesante que las nuevas generaciones, los críos y chavales jóvenes, sepan de aquellas gentes de “antismás”, de su manera de entretenerse y divertirse en unos tiempos en los que el ocio no estaba tan valorado como ahora.

No me gustaría acabar este escrito sin contaros un par de sucedidos:
¿Cómo s’inventé a musica? Se chuntón en a plaza d’un lugar dos vecinas, una d’o cobaxo d’o lugar, que se clamaba Domitila y l’otra d’a cobaltera que se clamaba Milagros, una que subiba t’a casa Disparacepos a llevar a cochina t’o masto y l’otra que se’n baixaba t’o güerto a plantar unas esquerolas, total que se trovan allí en a plaza y dicié una:
            Domi, ¿fa sol?
Y contesté l’otra:
            Si fa sol si, Mila, fa resol.

Y asinas estié que s’inventoron as notas d’a musica.
 

Y, para terminar, mi favorito, seguro que os suena porque soy muy canso y la cuento  una “pilera” de veces, hasta una canción se me ocurrió con esta historia. Ahí va:

Eba una bez un gato en un lugar, que lo clamaban Chenaro, y toz os días, de mañanas, aquel animal, se’n baixaba a cagar y a pichar t’a femera, pero un güen día llega una rabosa y lo atrapa:


Me te vo a minchar porque tiengo muita fambre, dicié a rabosa.

Y contesté Chenaro: Mira, estoy mu flaco, no tiengo na más que os güesos, estoy aniquilau de todo, pero estos días van a fer en casa o matacochín y entre un siñal que me’n den y bella branca que les ne pille, m’engordare una miajeta y habrás más carne pa tú.


Conque, aquella rabosa, una le’n iba y otra l’en veniba, conque, al fin, se lo empecipié a pensar a pensar y le dicié:

Hala pues, veste-ne.

Conque, o gato se’n fue ascape … y pasa una semana, quince días, un mes, y o gato que no se’n veiba p’allí por a femera, y a rabosa iba carrañosa dando güelta y güelta por o lugar a vier si podeba pillar a Chenaro, y un día ya lo vié allí sentato en a branquilera d’a ventana de casa, y le dicié:
      
¡Chenaro!, ¿no baixas ahora t’a femera?

¡No!, ahora me cago y me picho en casa.


Texto: Carlos Franco Gil
Ilustraciones: Miguel Franco Escuer y David Pueyo Franco

03 agosto, 2020

Viaje por África y Asia (II) - 2020

En esta entrada subimos la segunda parte del relato de José Mari sobre el viaje de meses que realizó junto a Susana. Las fotos enriquecen y colorean el texto redondeándolo y aun no sobrando ninguna, a mi parecer, no pasaría nada si no las hubiera. Tiene fuerza descriptiva no sólo para contarnos lo que vivieron sino  para meternos en su periplo y hasta invitarnos a realizarlo. Ha sido un placer leerlo y es por esto que habiéndolo redactado para nuestra newsletter “De Capazo” que se hace para componentes activos o no, casi era obligado abrirlo por lo menos a toda la gente que nos sigue. Si las circunstancias no les permitieron finalizar lo proyectado, seguramente lo podrán acabar cuando esto pase. Me produce sentimientos encontrados, pues deseando cumplan sus deseos, eso los alejará un tiempo de nosotros y perderemos sus aportaciones al Grupo y el no contar con sus ideas, trabajos y compañía. Apreciad la sensibilidad y disfrutad.

             Álvaro

Vuelta a la Tribu (2)

La India, nuestra siguiente parada, es además de un continente propio, casi otro planeta. Bombay nos mostró su pasado colonial, Kerala nos regaló la mejor cara de India, verde, húmeda, rural y tranquila. Goa fue un oasis de playas y palmeras que nos emborrachó de mar y de paz. La frenética Delhi nos abrió las puertas de la historia, el Rajastán nos enseñó el corazón del país y su glorioso pasado.
 

Varanasi fue nuestro particular y fascinante cruce de la laguna Estigia. Un viaje a otra forma de vivir la muerte, y por tanto, a otra forma de entender la vida.

Gath de cremaciones en Benarés, Uttar Pradesh (India)

Todo lo coronó el Taj Mahal, esa "lágrima en la mejilla de la eternidad" cuyo brillo nunca olvidaremos. La construcción más hermosa que hemos contemplado.

Sri Lanka, la inesperada Ceilán, nos abrió las puertas del budismo y nos tomamos al pie de la letra su mantra: "Alégrate, porque todo lugar es aquí, y todo momento es ahora".

Escalamos la roca de Pidurangala y disfrutamos de la selva y de la imponente Sigiriya hasta que el monzón (¡eso sí que es llover!) nos obligó a escapar de la montaña.

Rostros de la India

Mientras en Jaca cantabais villancicos, nosotros pasamos una Navidad diferente, nadando entre tortugas marinas en la costa sur de Sri Lanka.

Pescadores “zancudos” en la costa de Unawatuna (Sri Lanka)

Vietnam nos enseñó sus cicatrices de guerra, todavía muy presentes en una sociedad que las asume sin rencor. Nos conquistó Hoi An, tan bella sin proponérselo, y nos atrapó Hué con su historia repleta de emperadores y doncellas.

En Sapa nos llenamos de barro, de frío y de humedad. Pero nuestros ojos se llenaron de arrozales, cascadas y de las sonrisas de unos pueblos que viven sin reloj ni calendario. Que viven como han vivido siempre, orgullosos de su identidad y de sus diferencias.

Jóvenes de las etnias Hmong y Hmong Verdes en los valles de Sapa (Vietnam)

Myanmar fue nuestra mejor sorpresa. Hemos girado y girado alrededor de la pagoda Swedagon, el Vaticano del Budismo, con sus toneladas de Oro y piedras preciosas y sus inquebrantables fieles. Que se congregan a cientos cada tarde.

Pagoda Shwedagon. La estupa tiene 100 m de altura y está cubierta de oro, Rangún (Myanmar)

Hemos cruzado a pie las colinas de las tribus Shan y hemos disfrutado de un mundo pleno de inocente autenticidad y que no recela de mostrarla.

Terminando la faena en las montañas de los Shan (Myanmar)

Las maravillosas ruinas de Bagan, el principal reclamo turístico de la (todavía) poco turística Myanmar, merecen un puesto de honor en el disputado ranking de maravillas de mundo. Con sus 5000 templos esparcidos junto al rio Irrawaddy, y descrita por Marco Polo en el siglo XIII como “una ensoñación, un espejismo de templos de oro y plata, un lugar mágico y deslumbrante”, Bagan es una joya que hay que disfrutar.

Joven monje budista en las ruinas de Bagan (Myanmar)

En Tailandia regresamos al siglo XXI. Disfrutamos en Bangkok de sus palacios y templos, sus canales y mercados y sus altísimos rascacielos de acero y cristal. Las playas de Krabi y Koh Chang nos han enseñado nuevos tonos de azul en unas aguas de ensueño, y de blanco, en una arena donde brilla el coral. Aunque por primera vez en este viaje, nos hicieron sentir más turistas que viajeros.

En el norte nos atiborramos de coloridos templos y ruinas magníficas, que no destacan más por pura acumulación, y que nos ayudaron a prepararnos para lo que nos esperaba en Camboya.

Izquierda: Ruinas de Sukhotai. Derecha: Templo Blanco de Chiang Rai (Tailandia)

El tesoro del Sudeste asiático se llama Ang Kor. Recorrimos durante una semana sus templos, ciudadelas y palacios que nos impresionaron más que ningún otro lugar del continente. Una misteriosa civilización perdida de la que quedan como testimonio estas fantásticas ruinas, repletas de sonrisas tan misteriosas como la de “la mona Lisa”.

Arriba: El Templo principal, Ang Kor Wat. Abajo, rostros tallados en el Templo de Bayon, Siem Riep (Camboya)

En Laos navegamos el río Mekong, nos bañamos en sus cascadas y lagunas, perdimos el tiempo "descansado de viajar" en la hermosa Luang Prabang y exploramos cuevas y escalamos montañas en la sorprendente Vang Vieng, sin pensar que todo cambiaría de golpe. Y que ese virus que hace meses conmocionaba la enorme China, estaba extendiéndose deprisa en Europa.

Volvemos a casa felices por haber disfrutado esta experiencia durante 6 meses. Convencidos de que lo más bello de la Tierra es, sin duda, su diversidad. Esto nos convence de que proteger, enseñar y disfrutar de nuestra cultura es una de las más nobles empresas que se pueden realizar en este tiempo.

El Mundo se enfrenta al tan nombrado “choque de civilizaciones”, que se acaba traduciendo en un constante enfrentamiento global, y paradójicamente, en una imparable globalización que está acabando con la cultura de miles de tribus a lo largo y ancho del planeta.

Pero hay una alternativa, la que entiende al Mundo entero como una gran civilización, dentro de la que puede florecer la cultura de miles de pueblos. En la que no es necesario perder lenguas, costumbres, técnicas, ritos o artes para parecerse al resto. Donde ser diferentes, se valora como lo que realmente es: Una extraordinaria riqueza.

Hemos podido disfrutar en África, de la cultura antiquísima de Himbas, Hereros, Zulúes o Bosquimanos. Pueblos que cantan, bailan o cuentan historias para ellos, no para un público. Tan sencillos que ni siquiera necesitan una melodía para ejecutar un baile, ¡el ritmo es más que suficiente!

En la fantástica India asistimos al teatro Kathakali, donde el espectáculo comienza asistiendo al complicadísimo maquillaje y vestuario de los actores, que no dirán ni una palabra durante toda la representación

Actores del teatro Kathakali en Fort Kochi, Kerala (India)

En Vietnam, las artes son tan refinadas que asistir a un espectáculo sencillo de marionetas de agua, se convierte en una experiencia cautivadora, trasladada desde los inundados campos de arroz que cubren el país, hasta los recargados teatros de Hanoi o Saigón.

Tal vez, solo tal vez, el pasado pueda ayudarnos a crear un mejor futuro. Tal vez consigamos bajar nuestro folclore de los escenarios y devolverlo a las plazas. Tal vez consigamos cantar sin vergüenza, y enseñar a otros a hacerlo.

Puede que les estemos enseñando mucho más que a bailar o a cantar.

Todos los que leéis este texto, tenéis la enorme fortuna de pertenecer al grupo folklórico Alto Aragón de Jaca. De formar parte de un colectivo que conoce sus raíces, las valora y las reivindica. Todos, necesitamos formar parte de algo más grande que nosotros mismos. Todos, en cualquier lugar del mundo, necesitamos una tribu.

 

José Mari Palacio Albertín

31 julio, 2020

Viaje por África y Asia (I) - 2020


Reprodujimos a final de abril un artículo que había publicado el Diario del Alto Aragón donde se citaba el viaje de José Mari y Susana. Ahí mostrábamos la esperanza de que cambiaran las circunstancias para compartir tiempo y vivencias. Sigue siendo difícil coincidir físicamente, pero José Mari nos lo ha puesto fácil escribiendo un artículo que se ha publicado en nuestra newsletter “De Capazo” y que reproducimos aquí. Lógicamente tantos días, kilómetros y paisajes no se pueden contar en cuatro líneas, por lo que lo publicaremos en dos entradas. Aquí dejo la primera parte para que lo disfrutéis.

             Álvaro

Vuelta a la Tribu

 Ninguno de los dos somos unos desarraigados deseosos de perder de vista su realidad. No queríamos escapar de ese sitio tan horroroso que los “coach” y mentores llaman desde hace un tiempo “zona de confort” y que para nosotros es el hogar, la familia y los amigos. Más importante que salir de la “zona de confort”, es tener un lugar al que quieras regresar. Eso es lo que verdaderamente te impulsará a seguir adelante. Y nosotros lo tenemos.

Pero también teníamos un deseo. Un proverbio swahili dice que “donde hay un deseo, siempre hay un camino”. Sabíamos que casi todo se arregla después de darle al “OFF”, y eso es lo que hemos buscado con este viaje. Hemos puesto en pausa nuestro Mundo (aunque una de las mejores lecciones es que sigue girando, exactamente a la misma velocidad, sin ti) y nos hemos lanzado a conocer otros. Muchos otros.

No os aburriré con los preparativos para un viaje como este, comenzaré donde comenzó todo. En el aeropuerto de Madrid, cargados con dos mochilas de 8 y 10 kilos y con muchísima ilusión, dudas, emoción, miedo. Volamos a Ciudad del Cabo, al lugar donde Mandela dijo que: valiente no es quien no tiene miedo, sino quien lo conquista. Dispuestos, precisamente, a conquistar esos miedos.

Pasamos 40 días recorriendo casi 7000 km. del África austral, con un coche de alquiler y una tienda de campaña minúscula.

Carretera Nacional en Namibia

Nuestra primera parada fue la hermosísima costa de Sudáfrica con sus fynbos en flor, sus pingüinos, ballenas y el Cabo. Uno de los confines del Mundo con más poesía. El punto donde se mezclan las aguas del Índico y el Atlántico creando una explosión de vida sin igual, dentro y fuera del agua.

Izquierda: Pingüinos en la Península del Cabo. Derecha: paseo costero de Hermanus (Sudáfrica)

En cuanto te alejas del mar, África se vuelve más y más dura, primero el inmenso Kalahari y después el Namib. El desierto más antiguo de la Tierra es uno de los paisajes más fascinantes que hemos visto. Enormes dunas rojas, valles blancos, profundas gargantas y al final, el mar. Siempre el mar.

Valle de Deadvlei, desierto del Namib (Namibia)

La costa de los esqueletos, un nombre perfectamente escogido, es una tormenta continua de olas y viento plagada de restos de naufragios. Pero también es refugio de enormes colonias de flamencos, focas y lobos marinos.

De nuevo en el desierto llegamos a las montañas de Spitzkoppe, otro de esos extraños paisajes que luce Namibia. Un país con dos millones de habitantes y una densidad de población tan baja que es complicado encontrarte con algún coche en la carretera.

Visitar a las tribus himba del norte de Namibia es una experiencia alucinante. Un fósil etnológico con un idioma tan antiguo como el hombre, a base de chasquidos y que requiere que se extraigan las palas (en un ritual al cumplir 10 años) para poder pronunciarlo correctamente. Los himba viven en el desierto, en pequeñas aldeas de chozas de adobe situadas alrededor de un corral, para proteger sus ovejas de leones, leopardos, hienas…

Son un pueblo vital y alegre, generoso con quien los visita. Viven en la pobreza más básica, en todas partes el mundo rural soporta mucho mejor la miseria que las ciudades. En este caso, hasta el punto de resultar pintoresco, más que triste.

Aunque a estas alturas ya habíamos visto elefantes y jirafas desde la carretera, comenzábamos nuestra experiencia con los safaris. Visitamos por libre los Parque Nacionales de Etosha y Mahango en Namibia, a la vez que cruzábamos la franja del Caprivi, una de esas rarezas geopolíticas que los europeos pintamos en las fronteras de África.

En Zimbabue nos asomamos a escuchar las “Mosi oa tunya” (El humo que truena), las cascadas más hermosas de África, que el famoso misionero David Livingstone rebautizó “Victoria” en honor a la reina de Inglaterra.

Cruzamos Botswana hacia el sur, el país más salvaje que hemos visitado, con una política faunística de “cero vallas” que se ha demostrado muy positiva para la población de elefantes o leones.

El Parque Nacional de Chobe, es el hogar de la mayor población de elefantes en toda África. Una explosión de vida, que estalla cada atardecer, a la orilla del rio Chobe.

Cuando pensábamos que ya no encontraríamos un paisaje que nos sorprendiese, llegamos al delta del Okawango, un inmenso rio que se deshace en mitad del desierto, formando un enorme pantano plagado de islas. Es como asomarse a la Tierra antes del hombre. Un paraíso de naturaleza salvaje y pura.

Regresamos a Sudáfrica y cruzamos el bosque húmedo de las montañas del dragón (los Drakensberg), justo antes de adentrarnos en el imponente Parque Kruguer. Solo os dejaré unas fotos…

Escribió Moravia que "África es el mayor monumento que la Naturaleza se ha hecho a sí misma" y hemos comprobado la certeza de esta afirmación.

José Mari Palacio Albertín

16 julio, 2020

Semana cultural en Biescas - 2020


Miércoles de Cecina abre los conciertos a la Luz de la Luna en Biescas

 

La localidad ha preparado una amplia

 programación para las próximas semanas




MERCEDES PORTELLA               16/07/2020


BIESCAS.- Biescas ha preparado una amplia programación cultural para las próximas semanas, los Conciertos a la Luz de la Luna y las Noches Mágicas, enmarcadas en el ciclo "Noches Mágicas y Musicales en la Tierra de Biescas", y la Semana cultural que este año tiene como protagonista los cortometrajes. "Este año nos daba un poco de respeto organizar según qué actividades y estas que presentamos las hemos adaptado a las circunstancias que estamos teniendo. Queremos que la gente entienda que los aforos serán limitados, y todos tendrán que venir con mascarilla", dice la alcaldesa.

Los conciertos se venían celebrando en distintos rincones de Biescas, "pero este año con el tema del aforo no podíamos hacer eso, y los hemos concentrado en la plaza de la Torraza porque es amplia, el sonido es espectacular, y como hay una pequeña calle antes de llegar a la plaza ahí podemos controlar el aforo. Todos van a ser aquí salvo el del día 23 de agosto, que será en el barrio de la Peña con la Agrupación Musical Santa Elena de Biescas".

Tendrán lugar los domingos a las nueve de la noche y comienzan el próximo día 19 con Miércoles de Cecina. "Es un tipo de música que gusta mucho y pensamos que va a quedar muy bien en esta plaza". El día 26 estará Surija Trío con la presentación de su trabajo Océanos. El 2 de agosto Los Pies del Gato "ofrecerán Música para el Alma, el 23 como todos los años y muy merecido, tendremos el concierto del grupo Santa Elena de Biescas. Han estado trabajando durante todo el confinamiento preparando temas que tienen muchas ganas de presentar. Y terminaremos el 30, en la plaza de la Torraza, con el dúo Alex y Albert, que presentarán Carolina Reaper, un trabajo de música pop".

Diario del Alto Aragón - Jueves 16 de Julio de 2020


29 junio, 2020

Folklore de Sallent - 2020


     Los componentes del Grupo Folklórico “Alto Aragón” de Jaca somos de Jaca y de muchas otras localidades de la zona. Entre otros lugares, tenemos la suerte de contar con miembros en Sallent de Gállego, en el Valle de Tena. Uno de ellos, Miguel Val, aporta este interesante artículo que da así una pincelada sobre lo que hay en el lugar. También nos muestra que lo que hacemos en el escenario, tiene su análisis y estudio.

     Álvaro

Bolero de Sallent

Día festivo en Sallent (foto: P. Gastón)

El bolero es un género musical que nació en España a finales de mil setecientos. En la geografía aragonesa tuvo una gran difusión, por lo que es fácil poder encontrarlo en distintos pueblos. En general, el bolero se considera una danza ceremonial, presentando en Aragón una gran variedad y riqueza. En nuestras montañas del Pirineo, sin duda, el que mayor fama ha alcanzado ha sido el recogido en la Villa de Sallent, de estilo cortesano y fino.


El bolero no podía faltar en esas numerosas verbenas que se organizaban en los barrios de Sallent durante los meses de verano. Aún hoy la gente más mayor del pueblo recuerda cómo se juntaban en alguna plaza: rápidamente comenzaba la música y los jóvenes se entremezclaban con los mayores para aprender. En muchas ocasiones se preparaba melocotón con vino para animar estos momentos lúdicos tras una dura jornada de trabajo.

Arcadio de Larrea ya lo nombra en 1946 dentro de las misiones encargadas por el Instituto Nacional de Folklore. Con la llegada de la Sección Femenina al pueblo, son ellas, como en tantos otros sitios, las que se encargan de investigar preguntando al respecto a la gente más mayor, unificándolo y adaptándolo para su puesta en escena.

Sallentina y sallentino (foto: R. Compairé)

Originalmente no había ninguna letra establecida para acompañar el baile, los sallentinos utilizaban su ingenio improvisando coplas. Destacaba como letrista Pepe de casa El Molinero. Algunas de ellas debieron de gustar en su momento y han perdurado en el tiempo hasta formar parte de la letra que actualmente se emplea, pudiendo ver, por tanto, en nuestros días, una muestra de la diversidad de temas en los que se inspiraban.

Parejas de charla (Foto: R. Compairé)

“Picadillos”, con referencia a la actividad ganadera:

Tu marido y el mío van a Longarés
a buscar cuatro bueyes y ellos tres pares.


Protesta contra los privilegios del clero:

Cuatro frailes franciscos de los más gordos
fueron a beber agua se ahogaron todos.


El festejar de los jóvenes:

Tú te vienes conmigo, y eso es tan cierto
como noventa y nueve y uno son ciento.


Algunos oficios:

La mujer del ferrero parió ayer noche
catorce cerraduras y un picaporte.


Enamorado de estas tierras, Paco “El Maestro” escribió en la segunda mitad del siglo XX una copla que rápidamente fue popularizada:

Mi guitarra morena llora de pena
porque te fuiste lejos del Valle Tena.


En lo que respecta al baile, consta de dos pasos básicos que se van repitiendo a lo largo de la pieza. A partir de ellos se van haciendo distintos desplazamientos y coreografías: filas, corros, cruces entre parejas… Como peculiaridad, las vueltas sobre sí mismo se dan en tres pasos y cuando los cantantes finalizan una copla, cada uno se cruza con su pareja cambiando de fila.


Fermín Arrudi, el Gigante Aragonés, y su familia (foto: A. Arguas)

Con mayor solemnidad se bailaba el día de la fiesta mayor, el 14 de septiembre, cuando los sallentinos lucían sus mejores galas. Los tejidos utilizados variaban según el nivel económico de la familia. Las telas usadas eran rudas y gruesas para hacer frente al frío. El más corriente era el paño. Entre los materiales usados destacan la lana, el lino, la estopa y el algodón.

Las mujeres llevaban faldas de lana con bordados a cadeneta en la parte inferior, cuerpo negro y pañuelos sobre los hombros. El pelo se lo recogían formando lo que posteriormente se ha denominado “castaña o rosca sallentina”, que consisten en una trenza posterior que se divide en dos para formar un círculo. Los hombres vestían con chaleco y calzón oscuro, chaqueta, capa o chupa y sombrero. Los colores de los vestidos variaban poco debido al alto precio del tinte, por ello los tejidos eran pardos o negros, salvo los de lujo.

Sin duda, el Bolero de Sallent es el principal elemento que une a todos los sallentinos hasta tal punto que, sin tener ese carácter oficial, se considera como el himno de esta Villa que es cabeza del Valle de Tena. Pero no podemos finalizar sin recordar que en Sallent, además del Bolero, se ha conservado como propio una jota bailada, una jota de estilo (popularmente conocida como “Las coles”), una mazurca, nueve villancicos y, en el ámbito sacro, tres misas (Solemne, Difuntos y para Adviento y Cuaresma) y otros cantos religiosos de origen gregoriano.

Como curiosidad, aquí tenéis este vídeo del Grupo Folklórico de Sallent de Gállego interpretando el bolero de su localidad en la V Muestra de Folklore Aragonés, en el estadio de La Romareda. Eran las Fiestas del Pilar de 1983
 https://www.youtube.com/watch?v=fzk9_e5pEv0


Grupo Folklórico de Sallent en el XIX Concurso Nacional de Coros y Danzas, 1974 (foto: C. Valero)

Miguel Val Campo