25 agosto, 2020

Cuentos en aragonés - 2020

 Hoy traemos una faceta nueva a nuestro blog.

En el escenario, el canto, baile y paloteaos son los protagonistas y se van hilvanando por la persona que presenta, con informaciones o explicaciones adecuadas. En ocasiones tienen que estirar el relato si se produce algún contratiempo relacionado con las prendas o de otro tipo. Cada cual lo ha resuelto de diversas formas, con anécdotas, contando proyectos o como en el caso de Carlos con chascarrillos y cuentos que aprendió en su infancia. Como es buen comunicador y tiene su gracejo, no es raro a estas alturas que los haga como una pieza más, aunque no haya imprevistos. A continuación una muestra de su repertorio que salió publicada en nuestra newsletter “De Capazo nº 6”                   Álvaro

Cuentos d'antimás

 Quiquiriquiii, ¿Qué tiene el gallo? Mal en el papo, ¿quién se lo ha hecho? L’alfardacho, ¿Dónde está l’alfardacho? Detrás de la mata. ¿Dónde está la mata? El fuego la ha quemado. ¿Dónde está el fuego? El agua lo ha apagado. ¿Dónde está el agua? Los pollitos se la han bebido. ¿Dónde están los pollitos? Poniendo huevitos, ¿Para quién? Para el señor Retor que está cantando Misa mayor…  

  De los primeros recuerdos que tengo, los de más crío, uno de ellos, es el de mi padre contándonos a mi hermana y a mí, este cuento antes de dormir.

Recuerdo también a mi abuela, junto a la cocina de leña, repitiéndonos por enésima vez la historia de aquel hombre que marchaba al huerto “a buscar un calabazón pa hacelo frito con col, que ha venido o yerno de Fuencalderas pa fer un poco distinción”, y de mi tía Amparito haciéndonos rabiar con el interminable cuento de “bedebedé” que nunca lo acabaré.
Continuaban con una costumbre aprendida de sus padres, tíos y abuelos, en unos tiempos en los que no había distracciones electrónicas como ahora y en las casas se contaban historias, cuentos, chascarrillos, refranes, etc. que se iban transmitiendo de unas generaciones a otras, contadas muchas veces en “o canto d’o fogaril”.

El paso del tiempo, y la llegada de otros entretenimientos, han hecho que estas costumbres se vayan perdiendo. Afortunadamente, personas que lo vivieron, como Fernando Otal de Barbenuta, Antonio Oliván de Aso de Sobremonte o la señora María de Sinués, entre otros muchos, nos las han podido contar y, felizmente, se han podido grabar o plasmar por escrito en distintas publicaciones.

Personalmente, me ha parecido importante darles a estas sencillas manifestaciones de la cultura popular un pequeño espacio en las actuaciones del grupo. Así, entre jota y danza, entre bolero y palotiau, habéis conocido a Chenaro, a la rabosa, al lobo, a os de casa Ferrero, os he hablado del sastre de Gavín, de María y Chuan, de tía Nicolasa, a la que se le “fincaron” las farinetas, etc.

Son historias que nos hablan otros tiempos, ni mejores ni peores, simplemente diferentes. Y me parece que es interesante que las nuevas generaciones, los críos y chavales jóvenes, sepan de aquellas gentes de “antismás”, de su manera de entretenerse y divertirse en unos tiempos en los que el ocio no estaba tan valorado como ahora.

No me gustaría acabar este escrito sin contaros un par de sucedidos:
¿Cómo s’inventé a musica? Se chuntón en a plaza d’un lugar dos vecinas, una d’o cobaxo d’o lugar, que se clamaba Domitila y l’otra d’a cobaltera que se clamaba Milagros, una que subiba t’a casa Disparacepos a llevar a cochina t’o masto y l’otra que se’n baixaba t’o güerto a plantar unas esquerolas, total que se trovan allí en a plaza y dicié una:
            Domi, ¿fa sol?
Y contesté l’otra:
            Si fa sol si, Mila, fa resol.

Y asinas estié que s’inventoron as notas d’a musica.
 

Y, para terminar, mi favorito, seguro que os suena porque soy muy canso y la cuento  una “pilera” de veces, hasta una canción se me ocurrió con esta historia. Ahí va:

Eba una bez un gato en un lugar, que lo clamaban Chenaro, y toz os días, de mañanas, aquel animal, se’n baixaba a cagar y a pichar t’a femera, pero un güen día llega una rabosa y lo atrapa:


Me te vo a minchar porque tiengo muita fambre, dicié a rabosa.

Y contesté Chenaro: Mira, estoy mu flaco, no tiengo na más que os güesos, estoy aniquilau de todo, pero estos días van a fer en casa o matacochín y entre un siñal que me’n den y bella branca que les ne pille, m’engordare una miajeta y habrás más carne pa tú.


Conque, aquella rabosa, una le’n iba y otra l’en veniba, conque, al fin, se lo empecipié a pensar a pensar y le dicié:

Hala pues, veste-ne.

Conque, o gato se’n fue ascape … y pasa una semana, quince días, un mes, y o gato que no se’n veiba p’allí por a femera, y a rabosa iba carrañosa dando güelta y güelta por o lugar a vier si podeba pillar a Chenaro, y un día ya lo vié allí sentato en a branquilera d’a ventana de casa, y le dicié:
      
¡Chenaro!, ¿no baixas ahora t’a femera?

¡No!, ahora me cago y me picho en casa.


Texto: Carlos Franco Gil
Ilustraciones: Miguel Franco Escuer y David Pueyo Franco

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