¡Arriba bravos jacetanos...!
Muy pronto volveremos a escuchar el himno, hay ganas. El
Viernes de Mayo es la fiesta de los sentidos, sentimientos y emociones. La
teníamos que traer a “De Capazo”.
Será porque esto de las tradiciones va con nosotros por lo
que un buen número de componentes del grupo participa en el Primer Viernes de Mayo. Algunos de
ellos nos cuentan sus vivencias; los que no lo han hecho, quedan emplazados
para hacerlo el próximo año.
¡ARRIBA
BRAVOS JACETANOS...!
Será
porque esto de las tradiciones va con nosotros por lo que un buen número de
componentes del grupo participa en la fiesta del Primer Viernes de Mayo. Algunos
de ellos nos cuentan sus vivencias.
Vamos a
ver qué les motiva, cuándo empiezan a salir y en qué escuadra.
El más veterano es Paco,
que comenzó allá por el 1979-80. Salía su hermana y un compañero de
trabajo; su padre le comentó que él con
15 años “disparaba, mataba al moro y
después se iba a trabajar”. No hace falta decir quién animó a que Arancha comenzara a salir en el 1992 y Lucía a continuación con solo 4 años.
Como dice ella “fueron mis padres, que desde pequeña me han inculcado el amor
por las cosas del lugar”. Empezó Paco y era carpintero, así que todos
artesanos, aunque en el 98 Lucía desfiló con el Cortejo Histórico y en 2019 lo
hizo Arancha.
Vamos con los Franco
Escuer, ellos van con los labradores. Pues aquí el primero que empieza es Lucas en el 2004, con 1 año, y por la
ilusión de sus tías. Miguel se
apuntaría en el 2007 y, claro, al final tuvieron que salir en el 2010 Alicia y Carlos, que ya llevaba unos
años con la ilusión de disparar el trabuco.
Eva
Torronteras empezó a desfilar a los 4-5 años con la Escuela
Municipal de Jota, pero eso no cuenta para la Hermandad. A los 12 años comienza
con sus tíos de artesana y ya de “forma oficial”.
No os perdáis a Lucía
Guillén, yo diría que la más atrevida, desde 2009 está en la escuadra de
caballería y además con su propio caballo, “Furco”. “Desde que era bien cría
veía el desfile de las 9 de la mañana desde la ventana de casa de mi abuela
Narcisa, y no me cansaba de repetirles a mi madre y a mis tías que yo también
quería salir a caballo”.
Paula
empieza por casualidad en el 2006: “Mi madre me había hecho un traje de pastora
para una función de la guardería y una de las maestras le dijo que había hecho
el traje del Viernes de Mayo. Así que me apuntó en la escuadra y ese año salí
por primera vez”. Es labradora, “no toco
el tambor ni tiro con los trabucos, tiro claveles durante el desfile”.
Iris
desfila por primera vez de labradora en el 2011 y por insistencia de una amiga
para que viviera la fiesta desde dentro, que se ve de forma distinta. No se arrepiente.
“Era una ilusión que tenía pero nunca veía la ocasión”, comenta Marian; en el 2010 se decide y allí la
tenemos, de artesana.
Josemari, labrador, no recuerda
exactamente cuándo empieza a salir, dice que “era un pingo de crío”, y sí que
influye su entorno familiar: “La familia
de mi madre, de Guasillo y labradores, participan de manera activa en la
organización de la fiesta, y especialmente en el desfile. En función de la
edad, más que por la ilusión que te hace a ti, decides participar por la satisfacción
y emoción que provoca en la familia. Recuerdo lo feliz que estaba mi abuelo
cuando mi hermano y yo nos preparábamos para acompañar a mi tío al desfile. Eso
valía todos los madrugones del mundo”.
María
Manzano es probablemente la más joven que comenzó a salir, en el
2000, cuando no había cumplido un año de edad, y de labradora, siempre con el
traje que le hace su madre. Además lleva la rueca realizada por su abuelo José,
artesano del boj. Este había participado en la recuperación de la fiesta y en
su familia hay tradición de participar en los desfiles. Así que no le quedaba
elección.
Y
además de desfilar, ¿tienen algún cargo o responsabilidad? Pues hay alguien que sí.
Paco es
segundo abanderado de los artesanos. “Cuando acaba el himno cojo la bandera
hasta que se hace la descarga por todos los difuntos. Yo disfruto y me lo paso muy bien”.
La
Hermandad concede distinciones -escarapelas, títulos de honor, medallas-, según
los años que se lleva saliendo. La mayoría ya tiene la de los 10 años y han
logrado la escarapela de los 25 Arancha, Josemari, Lucía B.
y Paco. Este último recibirá el próximo año la medalla por sus 40
Viernes de Mayo desfilando, eso es veteranía.
La
fiesta tiene sus momentos característicos y que la hacen única. Casi hay
unanimidad en que el canto del himno, la entrada en la calle Mayor y la segunda vez que se desfila por ella son
los más importantes. Algunos nos comentan además esos otros momentos y detalles
que también viven de forma especial.
Arancha el
paso al punto de la mañana por la residencia Santa Orosia y más si están los
ancianos; también la Salve en la Catedral el año en que salió en el cortejo
histórico. Eva T. menciona el sonido
de los tambores cuando entran en la calle Mayor. Los Franco-Escuer añaden los saludos de las banderas presenciados
en primera fila.
Para Lucía B.
“son las primeras notas del himno, y los segundos antes de que empiecen a
tocar, cuando ves cómo los nervios y la emoción van creciendo hasta explotar
con la entradilla de la canción”. Para Paco
“cuando se dispara por primera vez en el día y se mata al moro en el Portal
de Baños” y también los saludos de banderas.
A Lucía G. le
encantan los reencuentros con la gente que no ha visto en todo el año; este año
serán especiales después de tres años. También el madrugón y todos los
preparativos: “La escuadra de caballería somos de los más madrugadores. Hay que
dar de comer a los caballos, cepillarlos y arreglarlos, ensillarlos, vestirse
uno mismo y venir desde los lugares de origen (Castiello, Charlé, Abay,
Fontazones), en algunos casos hay más de una hora de camino”.
Paula se
queda con el inicio del desfile y los primeros sonidos de los tambores, “me
parece un instante muy especial porque es el comienzo del día grande de Jaca y
que hemos estado esperando tanto tiempo”.
No nos olvidemos del almuerzo. María M. dice que su padre
lo prepara de forma muy especial y se
junta con su familia y los amigos. Para los Franco Escuer es algo que no puede faltar con la cuadrilla del
grupo, como vienen haciendo de toda la vida. Arancha también menciona el almuerzo con el recuerdo de su padre
preparando el fuego y todo lo demás para cuando llegaran.
Josemari vive de un modo
peculiar el desfile de la mañana y esa primera
pasada por la calle Mayor “que tiene un "nosequé" en el
ambiente que avisa de que va a pasar algo... es una sensación similar a la que
tenemos cuando se acerca una tormenta”. Lo más emotivo del día para él es “la
parte final del desfile, desde el saludo de banderas en la Plaza de la
Catedral, los tambores se aceleran al mismo ritmo que los corazones... todos
tratamos de disimular los nervios sin éxito y los pies se mueven sin tocar el
suelo, empujados por los vítores del público”. De igual modo, le deja muy buen
sabor de boca la visita de las escuadras a los centros escolares, donde se
contagian de la ilusión de los chavales.
Iris está
esperando que este año pueda salir con sus gemelos. Seguro que será un momento
muy especial e inolvidable.
Tantas
personas del grupo participando y desde hace años ha dado para bastantes
anécdotas. Por si alguien pensaba que el Viernes de Mayo no entraña riesgos o
peligros…
Arancha, en el
2006 y durante el canto del himno, sintió en la cabeza un fuerte golpe: un
labrador le había dado con la culata del trabuco. ¡Casi nada! Hilillo de sangre
hasta la oreja, dos policías abriendo paso entre el gentío hasta el patio del
Ayuntamiento y atención sanitaria por parte de un concejal que era médico. Unos
puntos y otra anécdota más para el historial. Desde entonces, para el canto del
himno elige un sitio en el que, a poder ser, no haya gente detrás.
Lucía
Guillén tiene que salir con guantes por su alergia a los caballos,
además de llevar una bolsa de cuero con inhaladores, jeringuilla para
adrenalina… vamos, “por si las moscas”. Pero no os perdáis su segunda anécdota:
“el año que me estrené, después de hacer el primer pase del desfile del
mediodía, y estando parados en la Ciudadela haciendo tiempo con los caballos
para salir al segundo pase, la yegua de un compañero le tiró una coz a mi
caballo con tan mala suerte que me la llevé yo en la espinilla. El resultado
fue que acabé en el hospital a mitad del desfile con una "bonita"
cicatriz en la pierna”.
Recuerda Paco que
una vez un chico disparó con el trabuco a 2 cm del hombro y se rompió la
clavícula, con el consiguiente susto para los que estaban alrededor. También nos dice que “los tres primeros años,
un compañero de trabajo, que era cazador, me dejaba la escopeta y preparábamos
cartuchos, que eran de papel prensado con pólvora”.
A
veces hay que recurrir a cualquier medio o estrategia para celebrar el Viernes
de Mayo.
En su época de estudiante en Huesca, la víspera del Viernes
de Mayo Eva T. estuvo de juerga,
noche larga y no oye el despertador por la mañana para venir y llegar al
desfile. Tragedia y lloros. Solución, coger un taxi, con la sorpresa de su
madre cuando la ve llegar. Ahora bien, le costó medio sueldo de su trabajo de
verano.
O como cuenta Lucía
B. “El año pasado, en plena pandemia, montamos un almuerzo paralelo en
Zaragoza, con canto del himno incluido y decoración en el bar. En el bar
nombraron al menú “almuerzo jacetano” y no faltaron las costillas, los claveles y
el mismo sentimiento (con mascarilla y distancia, eso sí)”.
Ser
componente del Grupo Alto Aragón y además participar en la fiesta puede llevar
un trabajo añadido.
Paco
recuerda cómo en los primeros años tenía que desfilar y también actuar con el
grupo. Así que en una furgoneta, previamente aparcada en el “Cine Astoria”, se
cambiaba a las 11,30 de artesano a “folklórico”, actuación frente al Paseo de
la Constitución y vuelta a cambiarse para desfilar.
Como el traje de labrador es similar al que habitualmente
utilizamos, a Josemari le toca ser
“ayudante de vestuario” de los suyos. Nos dice que se organiza “una fila de
escuadristas que esperan para que les ayude a colocarse la faja y el pañuelo...
¡creo que he tenido que batir algún récord!”
También está el lío de ropas que os podéis imaginar hay en
casa de los Franco Escuer
cuando la noche anterior ha coincidido
con la Ronda de los Mayos. “Casi tenemos que dormir vestidos”, nos dicen.
Desfilan
con responsabilidades añadidas y desafiando las inclemencias del tiempo
Como Arancha: “A
lo largo de todos estos años he salido con mis hijos muy pequeños, luego con
mis sobrinas, con días fríos, otros de lluvia, otros de calor…” O Eva T., antes cuidando a sus primas y
ahora a sus hijas.
Y
puedes estar desfilando y te están “controlando”.
Le ha ocurrido a Lucía
B. “Algunos de los padres de las tutorías que he llevado estos años en el
colegio se han “escapado” a Jaca el Viernes de Mayo (con hijos o dejándolos en
el colegio) sin yo saberlo. Luego me mandan las fotos que me han hecho de
extranjis…”
O
que tu madre desfile contigo sea una
solución y un orgullo.
Paula
recuerda que “mi madre siempre me llevaba al comienzo del desfile y me recogía
al cantar el himno, así que se perdía un poco el día. Hace seis años decidió
salir ella también y desde entonces salimos juntas. Recuerdo ese primer desfile con mi madre con
mucho cariño”.
El
Primer Viernes de Mayo es una jornada en la que las sensaciones y emociones
están a flor de piel. Veamos lo que cuentan nuestros escuadristas.
Comienza Lucía B.
con el recuerdo y la emoción durante la cuarentena al oír cantar a un padre de
alumno una jota en un balcón dedicada al Viernes de Mayo y a los jacetanos.
“¡Se contagia rápido la emoción por el PVM!”
En Eva T. el
nerviosismo de la noche anterior e incluso desde que recoge los claveles,
también durante toda la semana por la predicción meteorológica. Paula también nos habla de nervios y
emoción en un día muy especial.
En María M.
nervios, alegría… en todos los momentos e incluso en los preparativos. La
tristeza con que vivió la suspensión de la fiesta por la pandemia. También las
ganas e ilusión que tiene por poder celebrarla de nuevo
Los Franco Escuer
destacan el carácter familiar y especial con el que viven la fiesta, desde
preparar ropas, recoger la pólvora y cargar trabucos, pasando por el almuerzo,
desfile, comida... “Un día de mucho
trajín”, como dicen ellos.
Para Iris la
locura de los días anteriores con las ropas, claveles… pero “preparar todo para
el día es quizás lo más bonito de la fiesta...” Y para Lucía G. “los reencuentros, los nervios, los sonidos, los tambores,
el olor a pólvora, todo...”
Marian vive
la fiesta con tres palabras que lo dicen todo: “felicidad, alegría y orgullo”.
Para Paco la satisfacción y el gozo
durante todos los actos de la jornada.
Todas
las emociones y sentimientos del día, que son muchos, se reflejan muy bien en
estos dos comentarios.
Lucía
B.
“Emoción es el sentimiento reinante y mayoritario durante todo el día. En mi
caso, se extiende a la semana entera. Ya cuando se acerca mayo, van apareciendo
también los nervios, como cuando eras pequeño y esperabas a que vinieran los
Reyes Magos. Y ya el viernes amanece, transformando los nervios en emoción. Si
tuviera que compararlo, sería como una olla que pones al fuego y poco a poco va
burbujeando hasta que rompe a hervir (que correspondería al canto del himno)”
Josemari: “El
viernes de Mayo es un suspiro, un día con tantas emociones que su alta
intensidad provoca esa sensación de que se escapa en un suspiro...”
Poco
o nada hay que añadir, que ya han dicho mucho. Más de lo que me imaginaba
cuando me decidí a preparar este artículo. Espero que no os haya cansado la
lectura. Muchas gracias a todos los que nos habéis aportado tanta información y
vivencias y, sobre todo, tanto cariño por la fiesta.
¡Feliz Viernes de Mayo para todos!
Fernando
Estallo
Publicado en la newsletter del Grupo "De
Capazo", núm 13 (Primer Trim. 2022)