Bienvenido mayo, bienvenido seas...
Bienvenido mayo, bienvenido seas… con esta canción y otras
semejantes, el Grupo Folklórico Alto Aragón festeja desde hace 20 años (desde
2001, este año se cumple el vigésimo aniversario) la llegada de la primavera.
Se cantan canciones de galanteo y ronda, se enrama, se baila, se bebe, se
planta el mayo… y todo porque Ya estamos a 30 del abril cumplido. Y no es para
menos, celebramos como siempre ha celebrado la sociedad tradicional, aquí y en
todo lugar, la llegada de la verdadera primavera, la que viene trayendo la vida a toda la tierra.
¿Pero qué es este tiempo nuevo que desde siempre se ha celebrado su llegada? Es la primavera, es la llegada del calor, del despertar de la naturaleza, del crecimiento de la hierba y de las hojas de los árboles. Es el dejar atrás el frío, la oscuridad de la noche, de la muerte de la naturaleza, de la escasez cada vez más pronunciada… En definitiva, es el triunfo de la vida sobre la muerte, es la resurrección de la naturaleza.
Sí, llega el tiempo nuevo, pero el hombre tiene que contribuir a su llegada; es necesario que se realicen una serie de ritos o costumbres o tradiciones, llamémoslas como queramos, para que todo se cumpla, para que el ciclo anual de la vida tradicional siga girando año tras año, primavera tras primavera. Hay que hacerlos para que todo se renueve como siempre.
Esos ritos, que tienen escondidos muchos mensajes de sociedades mucho más antiguas de lo que ahora percibimos, se materializan en lo que decíamos al principio: canciones, bailes, enramadas… ¡y que no falte el mayo! Pero no solo eso, ni mucho menos. Además de esto, se sacralizaban los campos, el sustento familiar, y de ahí la bendición de términos que todavía se realiza en numerosos lugares en estas fechas, bendición hacia los cuatro puntos cardinales; en el calendario cristiano se celebra la fiesta de la Santa Cruz de mayo: cruz-madero-mayo y flores que la engalanan; se celebra San Marcos, San Gregorio y San Miguel de mayo, incluso San Isidro, un santo de Madrid; romerías por doquier con sus carros engalanados de ramas… Por último, cómo no incluir dentro de estas fiestas y de estos ritos la celebración principal del mundo cristiano: la muerte y la resurrección de Cristo durante la cercana Semana Santa: muerte y vida, tinieblas y luz. ¿Y cuál es el alimento principal de estas fechas del calendario cristiano? El huevo. El huevo como símbolo de nacimiento de la vida: de chocolate, duros en comidas rituales, encima de panes o tortas de Pascua…Y en nuestras montañas, ¿qué ritos han acostumbrado hacer
los montañeses para la llegada de este tiempo nuevo? Pues, entre otros, los que recreamos cada año
en la ronda de los mayos y más que poco a poco iremos incorporando con la ayuda
de todos.
Y lo cierto es que los hacían y hacen, pues, por suerte,
todavía en nuestra comarca se vienen realizando en algunas localidades con
mucha vitalidad.
En Javierregay, según nos cuenta Enrique que ha sido actor
principal en esta fiesta, todavía enraman los mozos a las mozas (bueno, hoy
todos juntos hacen la ronda) la madrugada del día de Pascua. Para ello, colocan
grandes ramas de pino colgadas en los balcones y ventanas de las casas de todas
las niñas, mozas y mujeres solteras del pueblo y le añaden unas bolsas de naranjas
como regalo para ellas.
Lo mismo sucede en otras localidades próximas, así en Santa
Engracia enraman con carrasca y naranjas, y en Berdún nos cuenta Teresa, con
ramas de laurel o pino y bolsas de caramelos y naranjas. Y hasta hace unas
décadas ponían un gran mayo para festejar el día. También en Embún se ha
mantenido con vitalidad esta costumbre de las enramadas y como curiosidad, la
primera que se le festejaba era la imagen de la Virgen en el portal de la
Iglesia.
Ahora bien, para finalizar, destacamos lo que se realizaba
el Atarés, pero dejemos que nos lo cuente Gema:
En Atarés se enramaba dos veces, una para Pascua Florida o
Domingo de Resurrección y otra para Pascua Granada o Pentecostés. Lo hacían los
mozos solteros a media noche. Era con ramas de cerezo ya florecidas; primero,
en la puerta de la iglesia se ponían dos ramas para la Virgen del Rosario y,
luego, en los balcones o ventanas de la casa una rama por cada soltera que
había en la casa. Alguno, si quería, añadía algunas naranjas colgadas para la
novia o para alguna moza por la que sintiera una simpatía especial.
Al día siguiente, los mozos recogían en cada casa una docena
de huevos por cada moza enramada y, más tarde, cuando se acababan, las mozas se
juntaban en alguna casa y hacían los huevos de pascua, que eran huevos duros y
encima perejil, ajo, cebolla fina y canela espolvoreada. Como había muchos,
hacían también tortillas, postres, etc. Y merendaban juntos en la cantina con
abundante vino.
Se dejó de enramar
durante unos años porque no había mozas
y cuando se volvió a enramar, se hizo con ramas de pino y ponían naranjas
colgadas también. No había cerezos ya para ponerlas igual que antes. Pero
fueron pocos años, después se dejó de hacer. No era tradición ni cantar, ni
plantar un mayo.
Ya lo sabéis, a rondar este 30 de abril, que Si el mayo no
llega quedarán los hielos y los campos nuevos seguirán hoy yermos.
(Qué buen trabajo
podríamos hacer entre todos sobre este ciclo festivo de inicio de la primavera.
¿Nos animamos?)
Manuel
Tomeo
Publicado en la newsletter del Grupo "De
Capazo", núm 5
(PrimerTrim. 2020)
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