Colectivos como el nuestro sufrimos
en Jaca el hecho de que cuando nuestros jóvenes cumplen 18 años suelen marchar
a estudiar fuera. Posteriormente encuentran un trabajo y en muchas ocasiones es
también en otras localidades.
Virginia Monge y Jorge Antoni residen actualmente por esas razones en Madrid.
Nos cuentan en su artículo sus sensaciones y su propia visión cuando se está a
bastantes kilómetros de Jaca.
"Vivir
el Grupo viviendo fuera"
Pasas años en la escuela, aprendiendo esa forma tan
particular de bailar y vivir el folclore que tiene el “Alto Aragón”. Un
aprendizaje que se intensifica cuando empiezas a hacer tus primeras actuaciones
con el grupo. Sin embargo, cuando sientes que ya puedes bailarlo prácticamente
todo, tienes que marcharte de Jaca si quieres progresar académicamente. En ese
momento, empieza el caos.
Pierdes los ensayos, te olvidas de los pasos y, cada vez que
vuelves, es como si empezaras de cero. Si sigues en Zaragoza, Huesca o Pamplona
tienes suerte, puedes hacer alguna escapadita más habitualmente, pero como te
vayas más lejos la has liado.
El problema lo tienes en que cuando los estudiantes podemos
volver a Jaca suelen ser en los puentes y los ensayos se suspenden. Además,
parece que exista una especie de mano negra, porque, aunque no subas en
festivo, se suspende igual.
Luego está el apartado actuaciones. Pasas de decir que sí a
todas, a ser una duda permanente. Tienes que hacer obras de ingeniería para
poder cuadrarlas con las prácticas y los exámenes. Aunque también supone una
motivación extra para no suspender y así evitar las recuperaciones que te
puedan obligar a decir que no a algún viaje (porque siempre coinciden).
No obstante, luego está la otra cara. Cuando puedes decir
que sí, pero tienes más nervios que en tu primer día porque no has podido
ensayar. Porque claro, al último ensayo que podías haber ido era puente y se
suspendió. Y tienes suerte si no han cambiado la mitad de las piezas.
Sin embargo, como el folclore corre por nuestras venas,
hacemos lo imposible para no dejarlo del todo. Buscamos grupos de jota donde
vivimos, aunque su traza sea llamémosle diferente, o incluso creando nuestras
propias escuelas. En este 2019, se ha inaugurado una Escuela de Jota Aragonesa
en el Parque del Retiro. Así nos quitamos el mono e intentamos conseguir nuevas
adquisiciones para el GFAA.
Pero no todo es malo. Hay algo muy bueno, que, cuando
consigues ir a un ensayo, actuación en un pueblo o viaje, es como si nunca te
hubieras marchado. El bueno rollo y ese ambiente familiar tan nuestro siempre
está ahí. Esto es lo que te hace seguir intentando ir a Jaca a ensayar, aunque
en el fondo sepas que lo van a suspender, y, sobre todo, a no dejar nunca el
grupo, por muy lejos que te hayas ido.
Virginia
Monge y Jorge Antoni
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“De Capazo Núm. 1 – Marzo de 2019
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