06 agosto, 2021

Festivales del Pirineo - Jaca - 2019

 LOS FESTIVALES:

SENSACIONES Y RECUERDOS

 Nervios, presión, metro en mano y cronómetro. ¿Os suena? Ensayos y más ensayos. Calor, muchos bailadores y cantadores, la rondalla llena. ¿Queréis más pistas? Primera semana de agosto, cada dos años, Jaca. Ahora sí, ¿no?

El Festival Folclórico de los Pirineos, fecha ineludible y marcada a fuego en el calendario del Grupo Folklórico Alto Aragón y en el de sus componentes.

De los últimos festivales han pasado dos años, ¿los recordáis? Bueno, podemos hacer memoria. Se celebraba el 50 aniversario y empezaron con un gran desfile. Jaca estaba lleno, la gente sacó sus sillas a la calle, se llenaron las plazas y los voluntarios corrían de aquí para allá atendiendo a todos los grupos y llevando agua para paliar los 50 grados que haría. Después llegó la inauguración que culminó con el cartel representado en vivo.

“Esa inauguración sirvió para sacudirnos los nervios propios del festival... Fernando y yo -nos comenta José Mari- pasamos meses de reuniones con la organización del festival y con los sucesivos directores de la gala de inauguración... regateando ofrecimientos complicados (teatro incluido) y terminando con el diseño y organización de un baile común... en el que una pareja de cada grupo bailó la jota al son de nuestra rondalla. El enorme aplauso al aparecer en escena José Ramón y Belén como imponentes ansotanos, y entrar con la copla los cantadores, nos sacudió de golpe los nervios para toda la semana”

Unos días más tarde el amado u odiado pabellón, depende de a quién le preguntemos. Siguiendo la línea de los festivales anteriores decidimos innovar.

¿Que no os acordáis de los festivales de hace 4 años? Se cambió el pabellón por la Ciudadela y al ritmo de esquilas y castañuelas, el público fue testigo de la historia de amor de Martín y Orosia. Una voz en off narró desde su niñez a su casamiento y los bailes y canciones acompañaban sus momentos más importantes.

“Nos habíamos empeñado en hacer algo con los carnavales del Pirineo... 
continúa diciendo José Mari- y cabezones que somos... al final nos quedamos con unos cuantos personajes del carnaval ansotan
o que aparecieron entre el público (mención especial para Belén que además del vestuario habitual se las tuvo que componer con toledos y onsos…) Cuando los personajes llevaron la atención hacia el escenario... entramos desde el fondo con las antorchas del Rogle (de milagrito no quemamos las telas que flanqueaban el escenario), el público no paró de sorprenderse con entradas inesperadas y cambios de traje, mientras seguía con atención la historia de Orosia y los bailes y cantos que se escapaban de su memoria, todo contado por la voz en off de Rafa”.

Para la 50 edición teníamos que hacer otra vez algo diferente y José Mari, María Casorrán y Lucía Betés, coordinados con Inma e Isabel se pusieron manos a la obra cuadrando sílabas y rimas. La idea era volver a presentar un espectáculo sin cortes y esta vez, en lugar de una voz en off, pensaron en que una persona se encargará de ese papel de narrador, y me tocó a mí.

Cuando me lo propusieron me encantó la idea y me hizo muchísima ilusión que contaran conmigo para hacerlo. “Aún recuerdo el ensayo –nos dice José Mari- en que pusimos toda la programación en común. A todo el mundo le encantó la idea... y empezamos a trabajar en esas rimas… en esa boda que debíamos representar al inicio de la jota de Hecho... a las transiciones entre el canto y la jota-fandango... y entre tanto María corriendo entre bambalinas para aparecer cada corte en un punto diferente del pabellón”

Para ser honesta he de decir que en algún ensayo me arrepentí de haber aceptado  porque los nervios y la presión se me comían. Mis padres y Ana, aunque nunca se quejan, seguro que algún rato acabaron hartos, porque se sabían el texto mejor que yo de la murga que daba en casa todos los días.

La verdad es que al final todo salió muy bien y personalmente fue una de las actuaciones que más he disfrutado desde que estoy en el grupo. Vernos actuar desde fuera fue impresionante, la coordinación, las sonrisas, la buena música y los pasos bien ejecutados se culminaron con un escenario colorido lleno de vitalidad.

Sin duda todos los ensayos, el trabajo, los nervios y alguna mala cara merecieron la pena. Y las bromas, que duraron meses: “De fondo empieza a sonar la jota de San Lorenzo”, ¿Y lo bien que quedó la reverencia “made in” José Mari? Nunca se me olvidará ese final (Ensayé más la reverencia final que todo lo que hablaba….)

Al público le encantó nuestra actuación y lo demostró con una tremenda ovación. Está mal que lo digamos nosotros, pero... es que no era para menos, pues quedó un espectáculo impresionante, que para más inri... se les hizo corto incluso a los fanáticos del “crono”.

Los festivales terminaron con el desfile final protagonizado por el calor y por las mil intentonas de Carlos de cantar cualquier jota que se metiera con los almendrones. Para paliar el calor teníamos agua y para las mil intentonas, alguna mala cara de los veteranos de la rondalla y los cantadores, siguiendo la jota sorprendidos como si no supiéramos de qué iba la cosa.

El listón lo dejamos muy muy alto, y aunque ahora esté todo un poco parado, estoy segura de que ya hay mucha gente pensando qué hacer en los próximos festivales que se puedan celebrar en un marco de normalidad.

Las ganas y la ilusión por seguir trabajando seguro que se están multiplicando, yo personalmente echo de menos hasta las riñas con algún organizador por llevar la acreditación encima del traje...

El público seguro que está ya ansioso esperando, ¿con qué nos sorprenderá la próxima vez el GFAA?

María Martínez

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 10  (Segundo Trim. 2021)

Las negritas, son del blog.

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