Gaitas y gaiteros del país de Sobrarbe
Entre los instrumentos que usamos en los espectáculos, está
la gaita aragonesa. Habiendo invitado a nuestro componente y lutier Luis Salesa
a que nos hablara del tema, uno de los instrumentos que toca en el Grupo, nos
remitió a Álvaro de la Torre, por estar él más centrado en el tema del
salterio. Nuestro amigo Álvaro, une en su persona una gran experiencia como
investigador y como músico de diversos instrumentos. Durante años salió en la
procesión de Santa Orosia tocando el chiflo y el salterio al lado del paloteao.
Fruto de sus investigaciones es el siguiente artículo. Agradecemos su
colaboración.
Publicado en la
newsletter del Grupo "De Capazo", núm 8 (Cuarto Trim. 2020)
GAITAS Y GAITEROS DEL PAÍS DE SOBRARBE
A raíz de un encuentro casual en 1.985, el folklorista
Joaquín Díaz nos sugirió la conveniencia de publicar unas notas sobre el chiflo
y el salterio en la “Revista de Folklore”, que él había creado cinco años
antes, ya que entonces existía bastante desconocimiento sobre estos
instrumentos a nivel nacional. Al ir buscando antiguos testimonios en torno a
estos, nos encontramos con que al Este del valle de Broto, en la comarca de
Sobrarbe, la cornamusa o gaita de fuelle sustituía a la flauta de tres agujeros
como el instrumento que acompañó las danzas ceremoniales, y decidimos
investigar también esta tradición.
En aquellos años la situación era propicia para esta búsqueda. En cierta medida, se mantenía aún el antiguo estado social, aunque hacia dos décadas que había desaparecido el último gaitero en activo, Juan Cazcarra, de Bestué (valle de Puértolas) de quien Ánchel Conte -eran los inicios del grupo “Viello Sobrarbe”- había tenido la precaución de preservar su instrumento completo. La mayoría de las personas a las que encuestamos ni siquiera eran conscientes de que ya no quedaran gaiteros en activo. La búsqueda, por lo tanto, fue fructífera.
Juan Cazcarra, de Bestué, en Tella, hacia
1.945, en una fotografía que conservó su sobrina Pilar Bestreguí.
En la misma época, el gaitero Martín Blecua, de Sariñena,
junto a Pedro Mir, habían comenzado el estudio de la gaita en su comarca, que
después extendieron al resto de Aragón, y habían contactado con el artesano
Marcel Gastellu, que hizo unas primeras copias siguiendo el modelo de la vieja
gaita de Bestué. El libro de referencia de Blecua y Mir se publicó finalmente
en 1.998 (1).
La presencia de la cornamusa en Sobrarbe ya había sido dada
también a conocer para el gran público por algunos investigadores. Entre los
primeros, Charles Alexandre, amigo personal de Marcel Gastellu, la describió
detalladamente en 1.976, al tratar sobre la cornamusa en los Pirineos centrales
(2).
Lo encontrado en Sobrarbe se publicó finalmente en dos
apretados artículos de la “Revista de Folklore”, en 1.995 (3). En resumen,
anotamos referencias precisas de 11 gaiteros a comienzos del siglo, y algunas
vagas referencias de otros 6, y encontramos o identificamos gaiteros en algunas
fotografías antiguas, en especial entre las que Juli Soler publicó en su
descripción de las fiestas de Chistén de 1.907. Todo esto, claro está, con la
colaboración de muchas personas de esa comarca. Encontramos también piezas de
otras cuatro gaitas: un clarín con sus inchas en la propia casa de Juan
Cazcarra, otros dos clarines, una bordoneta, un bordón y otras piezas de otras
dos gaitas en Santa Justa, en el mismo valle, y otra bordoneta en el caserío de
La Muera (Fueva Alta). Años después Adolfo Castán encontraría en Lacort otro
clarín y otra bordoneta, que seguramente pertenecieron al gaitero de Ceresuela.
Y también muchos otros aspectos de esa misma tradición:
melodías, cantos a son de gaita, el uso de clarines de buxo y clarines de caña
entre pastores aficionados, coplas y romances alusivos, etc.
Una de las primeras constataciones fue por lo tanto que la
gaita en Sobrarbe no se limitaba a las danzas ceremoniales -como ocurre con la
gaita en otras comarcas, o el chiflo y salterio en la nuestra- sino que era
también de uso general para todo tipo de bailes y cantos.
Los instrumentos hallados o descritos fueron invariablemente
del tipo de gaita de boto aragonesa (4) que, como es sabido, se caracteriza
básicamente por tener, además de un gran bordón con lengüeta simple, el tubo
melódico con lengüeta doble -clarín- paralelo a un pequeño bordón – tenoreta o
bordoneta- sujetos a una misma pieza. Dentro de este esquema, en Sobrarbe encontramos
algunos detalles particulares, como el uso esporádico del bordón, adornado, por
encima del hombro (Chistau y La Muera), y, sobre todo, el uso de lengüetas
dobles – que allí llaman inchas- similares a las del clarín en las bordonetas
(Charles Alexandre la describió también así) que por esta razón presentan oídos
de resonancia, cuando en el resto de Aragón lo más común es que las bordonetas
estén provistas de lengüeta simple.
Otro aspecto importante es la excelente fabricación de la
mayoría de las piezas encontradas en Sobrarbe, y la uniformidad de los cinco
clarines entre sí (que sin embargo proceden de constructores diferentes) siendo
la pieza técnicamente más compleja de construir, frente a las formas de otros
clarines encontrados en el resto de la región.
En conclusión, los datos encontrados nos hablarían de una fuerte tradición “endogámica” de ámbito comarcal. Este punto de vista, que puede parecer obvio desde una perspectiva montañesa, encontró en su día sin embargo una fuerte oposición entre los demás investigadores del instrumento a nivel regional.
Comparación de los clarines encontrados en Sobrarbe (Bestué 1 y 2, y Santa Justa 1 y 2) frente a un clarín monegrino (de Juan Mir, de Sariñena). A la derecha, el clarín de Lacort encontrado posteriormente por A. Castán.
Desde el punto de vista organológico, esta cornamusa está
emparentada con otras extendidas por varias regiones de toda Francia, en
particular con las “cabretas” de Auvernia y las “chabretas” del Limosín y el
Périgord. En la Alta Auvernia se han conservado además algunas “cabretas” sin
soplo mecánico y con doble lengüeta en los pequeños bordones, que en este caso
reciben el nombre de chanterelles. Este es también el caso de la “chèvre”, uno
de los tres sub-tipos de “chabretas” limosinas. El trabajo de Bruno Meraud (aún
sin publicar) llega a la conclusión de que este debió ser el caso general de
todas las “chabretas”, y del resto de cornamusas similares más primitivas.
Algunos musicólogos opinan que este tipo de cornamusa
apareció por la adición del gran bordón exento a una gaita primitiva de doble
tubo melódico, como aún existen en Las Landas, los Balcanes o el Norte de
África. No obstante, el fallecido investigador y documentalista Thierry
Boisvert presentó en 1.988 un concienzudo trabajo sobre la “chabreta” y sus
elementos simbólicos (5) en el que opinaba que este tipo de cornamusa pudo ser
inventada en el Limosín en la segunda mitad del s. XVI, en el marco de la
exaltación de las cofradías civiles a partir de la Contrarreforma. Por extraña
que esta teoría pueda parecer, algunos hechos históricos de esa misma época
podrían llegar a explicar la aparición de este tipo de cornamusa en nuestra
provincia, asentándose seguramente sobre una tradición de cornamusas anterior.
Álvaro
de la Torre
Notas:
(1) Martín Blecua y Pedro Mir, “La gaita de boto aragonesa”, Edizions de l´Astral y A.G.A., Zaragoza, 1.998.
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