20 febrero, 2014

Grupo del Palotiau de Sinués (2010)

DIARIO DEL ALTO ARAGON
FOLKLORE - 10 DE OCTUBRE DE 2010
       En la sección de folklore del Diario del Alto Aragón, de fecha 10 de Octubre de 2010, Ricardo Grasa, confecciona un estupendo reportaje sobre el "Paloteao de Sinúes", recopilando entrevistas de varios años, unas con miembros del Grupo Folklórico Alto Aragón y otras con  miembros del actual Paloteao del pueblo.
            Es un resumen de cómo se recuperaron inicialmente las mudanzas por nuestro Grupo, y cómo después de enseñarles, las gentes del pueblo mantienen esta tradición que podría haberse olvidado para siempre.

Rafa. 

 Grupo del Palotiau de Sinués
“El grupo sólo tuvo que atender a José Gracia y preservar el legado que dio”

 Ricardo GRASA
SINUÉS.- En pocas ocasiones, una sola persona fue capaz de recuperar tanto patrimonio pirenaico como en el caso del desaparecido José Gracia y las mudanzas de Sinués en los años 80 del pasado siglo. Su soberbia me­moria encendió la chispa que permitió al Grupo Folklórico Alto Aragón de Ja­ca rescatar los dances tradicionales del pueblo del valle de Aísa, que permane­cían perdidos durante décadas, y más tarde transmitirlos a los actuales veci­nos para asegurar su eternidad y que éstos encuentren su sitio en los nue­vos tiempos. Hoy en día, existe feliz­mente el Grupo del Palotiau de Sinués, cuyos miembros realizan actuaciones en honor de la Virgen del Rosario e in­tercambios con otras villas.
     Hay que retrotraerse tres décadas para rememorar el momento en que el dance de Sinués resurgió de sus ceni­zas y todo fue gracias al veterano José Gracia, quien, en la rec­ta final de su vida, se ofreció de manera ge­nerosa a transferir sus conocimientos. “Fue­ron varios días de ese verano del 80 de ir a Se­negüé (vivió allí sus úl­timos días, aunque era natural de Sinués) en coche o en bicicleta pa­ra grabar lo que recor­daba y enseñaba”, señaló uno de los miembros del Alto Aragón, Joaquín Antoni.
     Aquel verano, Gracia trasladó sus vivencias a algunos danzantes, de los que únicamente Rafa Pérez, Paco Be­tés, Fernando Estallo y Guzmán Fer­nández permanecen en el grupo de Jaca. “Según contaba, desde la déca­da de los años 20, no se bailaba en su pueblo por la falta de mozos”, explicó Antoni, “y gracias a su buena memo­ria y a sus muchas horas de dedicación para transmitirnos ese legado, hoy po­demos decir que este dance no se ha perdido”.
     Una vez aprendido por el Alto Ara­gón, dio inicio una segunda parte, don­de los propios vecinos del pueblo de Sinués fueron los grandes protagonis­tas y nuevos alumnos de los jacetanos Fran Ponce y José Ramón Salvador, que se encargaron cada domingo del mes de junio de 1999 de enseñárselo. “A nosotros como danzantes nos gus­tó y supongo que a la gente también, porque en realidad era algo suyo, del pueblo”, indicó ‘Salva’.
     “Empezamos fuerte, porque era la novedad. Y quería aprender el padre, pero también el hijo”, añadió. Así se forjaron los tres grupos tradicionales (mayores, niños y mozos), de los que tan sólo éste último padece una esca­sez de danzantes muy puntualmen­te. Ya por entonces, había entre 25 y 30 personas, una cifra que se mantiene hoy en día, por lo que “si les falta alguno, saben que lo van a poder en­contrar”.
     Una de las carac­terísticas típicas del dance de Sinués es su variedad, al estar com­puesto por diferentes mudanzas de palos, castañuelas, cintas y pañuelos. Se trata además de un dance “muy completo”, por lo que en ocasiones resulta preciso reducir su estructura de modo que los danzantes recorran cuatro puestos, en lugar de ocho. “Un baile completo ron­da los 45 minutos”, aclaró Salva’, “por lo que se suele cortar por la mitad”.
     Las mudanzas de Sinués, en total una quincena, hacen referencia a suce­sos “mundanos” que sucedieron en la villa. Es el caso de “El Villano”, “El Pá­jaro”, “La Corredera”, “La Niña”, “El Molinero”, “Pañuelos”, “Castañue­las” o “La Trena”, entre otras. Todas ellas fueron recopiladas por Eugenio Monesma, autor de un documental sobre el dance de Sinués, que puede trasladado al formato DVD.
     Al principio, en los temas de mayor dificultad, los integrantes del Alto Ara­gón echaban una mano a los iniciados vecinos. “Les apadrinamos poco a po­co, hasta que tuvieron su propio gru­po (hace menos de una década) y la rondalla (en 2001). Lo bueno que tiene el palotiau es que esté vivo y que (en las fiestas patronales de la Virgen del Rosario, que se celebraron hace unos días) haya al salir de misa. Es lo que da vidilla”, razonó.
     Él mismo, junto a Ponce, participó activamente en el desarrollo de estos dances. Ambos tropezaron con una música, descubierta entre los escri­tos de José Gracia (en castellano y en fabla), que estaba huérfana de pasos. “Lo que hicimos fue inventarnos la coreografía, tratando de que no se se­parara mucho de lo que eran las otras mudanzas”, aclaró ‘Salva’ acerca de la génesis de “El Matachín”, una mudan­za estrenada hace cinco años.
     En lo que se refiere a la vestimenta, el grupo de Sinués luce unos trajes si­milares a otros del Pirineo, condicio­nados por su situación. El vestuario femenino, estrenado en el año 2003, dio lugar a un impor­tante cambio en la filosofía del dance de Sinués. “Se conocía como un bai­le de hombres”, aseguró ‘Salva”. Y en consecuencia, era una actividad cerra­da para la mujer y cuando ésta entró a formar parte del grupo lo hacía ves­tida con calzón embutida en el traje masculino. “Nos parecía ridículo y de­cidimos adaptar las mudanzas. La so­ciedad ha evolucionado”, añadió.
     Hoy en día, el grupo de palotiau está consolidado y suma actuaciones en va­rios pueblos del Pirineo (Aísa, Esposa, Ena, Senegüé, Jasa, Jaca, Ascara…), al tiempo que honra a su patrona. Tan­to Antoni como ‘Salva’ coinciden en que nada hubiera sido posible sin José Gracia, “quien con 80 años, se acorda­ba de los dances, los tarareaba” y has­ta “nos corregía y echaba la bronca”. En el local del Alto Aragón, desde una repisa, el anciano observa cómo su conocimiento fue capaz de recu­perar el patrimonio perdido y hacer pueblo entre los nuevos vecinos. A su fotografía, se une su antigua mandoli­na, calificada como “uno de los rega­los que más valor tienen del grupo”.

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