DIARIO DEL ALTO ARAGON
FOLKLORE - 10 DE OCTUBRE DE 2010
En la sección de folklore del Diario del Alto Aragón, de fecha 10 de Octubre de 2010, Ricardo Grasa, confecciona un estupendo reportaje sobre el "Paloteao de Sinúes", recopilando entrevistas de varios años, unas con miembros del Grupo Folklórico Alto Aragón y otras con miembros del actual Paloteao del pueblo.
Es un resumen de cómo se recuperaron inicialmente las mudanzas por nuestro Grupo, y cómo después de enseñarles, las gentes del pueblo mantienen esta tradición que podría haberse olvidado para siempre.
Rafa.
Grupo del Palotiau de Sinués
“El grupo sólo tuvo que atender a José Gracia y preservar el legado que dio”
Ricardo GRASA
SINUÉS.- En pocas ocasiones, una sola persona fue capaz de recuperar tanto patrimonio pirenaico como en el caso del desaparecido José Gracia y las mudanzas de Sinués en los años 80 del pasado siglo. Su soberbia memoria encendió la chispa que permitió al Grupo Folklórico Alto Aragón de Jaca rescatar los dances tradicionales del pueblo del valle de Aísa, que permanecían perdidos durante décadas, y más tarde transmitirlos a los actuales vecinos para asegurar su eternidad y que éstos encuentren su sitio en los nuevos tiempos. Hoy en día, existe felizmente el Grupo del Palotiau de Sinués, cuyos miembros realizan actuaciones en honor de la Virgen del Rosario e intercambios con otras villas.
Hay que retrotraerse tres décadas para rememorar el momento en que el dance de Sinués resurgió de sus cenizas y todo fue gracias al veterano José Gracia, quien, en la recta final de su vida, se ofreció de manera generosa a transferir sus conocimientos. “Fueron varios días de ese verano del 80 de ir a Senegüé (vivió allí sus últimos días, aunque era natural de Sinués) en coche o en bicicleta para grabar lo que recordaba y enseñaba”, señaló uno de los miembros del Alto Aragón, Joaquín Antoni.
Aquel verano, Gracia trasladó sus vivencias a algunos danzantes, de los que únicamente Rafa Pérez, Paco Betés, Fernando Estallo y Guzmán Fernández permanecen en el grupo de Jaca. “Según contaba, desde la década de los años 20, no se bailaba en su pueblo por la falta de mozos”, explicó Antoni, “y gracias a su buena memoria y a sus muchas horas de dedicación para transmitirnos ese legado, hoy podemos decir que este dance no se ha perdido”.
Una vez aprendido por el Alto Aragón, dio inicio una segunda parte, donde los propios vecinos del pueblo de Sinués fueron los grandes protagonistas y nuevos alumnos de los jacetanos Fran Ponce y José Ramón Salvador, que se encargaron cada domingo del mes de junio de 1999 de enseñárselo. “A nosotros como danzantes nos gustó y supongo que a la gente también, porque en realidad era algo suyo, del pueblo”, indicó ‘Salva’.
“Empezamos fuerte, porque era la novedad. Y quería aprender el padre, pero también el hijo”, añadió. Así se forjaron los tres grupos tradicionales (mayores, niños y mozos), de los que tan sólo éste último padece una escasez de danzantes muy puntualmente. Ya por entonces, había entre 25 y 30 personas, una cifra que se mantiene hoy en día, por lo que “si les falta alguno, saben que lo van a poder encontrar”.
Una de las características típicas del dance de Sinués es su variedad, al estar compuesto por diferentes mudanzas de palos, castañuelas, cintas y pañuelos. Se trata además de un dance “muy completo”, por lo que en ocasiones resulta preciso reducir su estructura de modo que los danzantes recorran cuatro puestos, en lugar de ocho. “Un baile completo ronda los 45 minutos”, aclaró Salva’, “por lo que se suele cortar por la mitad”.
Las mudanzas de Sinués, en total una quincena, hacen referencia a sucesos “mundanos” que sucedieron en la villa. Es el caso de “El Villano”, “El Pájaro”, “La Corredera”, “La Niña”, “El Molinero”, “Pañuelos”, “Castañuelas” o “La Trena”, entre otras. Todas ellas fueron recopiladas por Eugenio Monesma, autor de un documental sobre el dance de Sinués, que puede trasladado al formato DVD.
Al principio, en los temas de mayor dificultad, los integrantes del Alto Aragón echaban una mano a los iniciados vecinos. “Les apadrinamos poco a poco, hasta que tuvieron su propio grupo (hace menos de una década) y la rondalla (en 2001). Lo bueno que tiene el palotiau es que esté vivo y que (en las fiestas patronales de la Virgen del Rosario, que se celebraron hace unos días) haya al salir de misa. Es lo que da vidilla”, razonó.
Él mismo, junto a Ponce, participó activamente en el desarrollo de estos dances. Ambos tropezaron con una música, descubierta entre los escritos de José Gracia (en castellano y en fabla), que estaba huérfana de pasos. “Lo que hicimos fue inventarnos la coreografía, tratando de que no se separara mucho de lo que eran las otras mudanzas”, aclaró ‘Salva’ acerca de la génesis de “El Matachín”, una mudanza estrenada hace cinco años.
En lo que se refiere a la vestimenta, el grupo de Sinués luce unos trajes similares a otros del Pirineo, condicionados por su situación. El vestuario femenino, estrenado en el año 2003, dio lugar a un importante cambio en la filosofía del dance de Sinués. “Se conocía como un baile de hombres”, aseguró ‘Salva”. Y en consecuencia, era una actividad cerrada para la mujer y cuando ésta entró a formar parte del grupo lo hacía vestida con calzón embutida en el traje masculino. “Nos parecía ridículo y decidimos adaptar las mudanzas. La sociedad ha evolucionado”, añadió.
Hoy en día, el grupo de palotiau está consolidado y suma actuaciones en varios pueblos del Pirineo (Aísa, Esposa, Ena, Senegüé, Jasa, Jaca, Ascara…), al tiempo que honra a su patrona. Tanto Antoni como ‘Salva’ coinciden en que nada hubiera sido posible sin José Gracia, “quien con 80 años, se acordaba de los dances, los tarareaba” y hasta “nos corregía y echaba la bronca”. En el local del Alto Aragón, desde una repisa, el anciano observa cómo su conocimiento fue capaz de recuperar el patrimonio perdido y hacer pueblo entre los nuevos vecinos. A su fotografía, se une su antigua mandolina, calificada como “uno de los regalos que más valor tienen del grupo”.
Hoy en día, el grupo de palotiau está consolidado y suma actuaciones en varios pueblos del Pirineo (Aísa, Esposa, Ena, Senegüé, Jasa, Jaca, Ascara…), al tiempo que honra a su patrona. Tanto Antoni como ‘Salva’ coinciden en que nada hubiera sido posible sin José Gracia, “quien con 80 años, se acordaba de los dances, los tarareaba” y hasta “nos corregía y echaba la bronca”. En el local del Alto Aragón, desde una repisa, el anciano observa cómo su conocimiento fue capaz de recuperar el patrimonio perdido y hacer pueblo entre los nuevos vecinos. A su fotografía, se une su antigua mandolina, calificada como “uno de los regalos que más valor tienen del grupo”.
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