27 de Septiembre de 1997 - Celebración de las Bodas de Oro de Máximo Lacasta con el contrabajo. Iglesia de Santiago de Jaca. Ofrecimiento del acto por parte del Grupo Folklórico "Alto Aragón".
Una canción de la época que estamos celebrando es la conocida "Toda una vida" de Antonio Machín.
Y toda una vida es la dedicada por Máximo a la Música a sus tres contrabajos. Es también la "historia de un amor como no hay otro igual". Un amor que heredó de sus mayores y compartió con toda su familia.
Las circunstancias y penurias de una época de post-guerra, limitaban mucho las posibilidades de diversión y ocio. La radio era el hilo conductor que tenían las gentes para conocer las noticias más destacadas, y sobre todo para gozar con unos temas musicales, que hoy consideramos clásicos por su perduración en el tiempo, sus valores musicales, el interés de algunas de sus letras, y fundamentalmente porque tienen la virtud de seguir haciéndonos soñar, como hace 50 años.
En una época en la que destacaban con luz propia cantantes de la talla de Jorge Sepúlveda, Concha Piquer, Bonet de San Pedro, Antonio Machín, Juanita Reina, Imperio Argentina, Miguel de Molina, Pedro Infante, Juanito Segarra, Manolo Caracol... y comenzaban sus carreras artísticas los posteriormente famosos Luis Mariano, Gloria Laso, Lola Flores...
A falta de competidores de otra naturaleza, salvo el fútbol, los músicos y cantantes gozaban de una acogida especial por parte del público que, rápidamente hacían suyos los temas musicales que escuchaban por la radio. Los éxitos perduraban en los meses y años en las preferencias del público. No pasaban de moda con la rapidez de nuestros días. Y éso hacía que los españoles de los años 40 gozaran, soñaran,... y se enamoraran con canciones como: "Mirando al mar", "Tatuaje", "Solamente una vez", "Cuando vuelva a tu lado", "A la luna y al limón", "A tu vera", "Almudena", "La Salvaora", "Ojos verdes", "Rocío", "Capote de grana y oro", "¡ Ay! Maricruz",...
Éstos y otros muchos temas musicales eran los que hacían las delicias de los jóvenes y no tan jóvenes de la época que acudían a bailar, recatadamente vestidos y con controlada osadía masculina, a las verbenas de los pueblos en fiestas. Las orquestas y conjuntos musicales ofrecían, de pueblo en pueblo, una de las pocas diversiones que los años 40 permitían a las gentes.
Éste es el entorno en el que transcurre la adolescencia de Máximo Lacasta, hijo de Director de la Banda Municipal de entonces, y perteneciente a una familia en la que la Música ha sido más que oficio, pasión y vida.
"Dos cruces" era otro de los célebres temas musicales de la época, que ha llegado hasta nosotros. Y en la historia musical de Máximo Lacasta también ha habido dos cruces... y ambas están relacionadas con el contrabajo; con sus contrabajos.
Siguiendo la tradición familiar, Máximo se inicia en el solfeo con su padre D.Luis, y descubre su afición por el saxofón. Para poder llegar a él se inicia en el clarinete con D. Germán Rivacoba, Director de la Banda de del Regimiento "Galicia".
Una enfermedad, grave para la época, constituye su primera cruz musical.
Tiene que dejar de tocar el clarinete, despedirse de sus ilusiones por el saxofón y sus actividades deportivas. Tiene que renunciar a demasiadas cosas a sus 19 años. Ve cómo se le van cerrando las puertas de la vida, y cómo "el camino verde" de su juventud se torna de repente en otoñal y sombrío.
Muchas veces, cuando la vida parece que cierra todas las expectativas e ilusiones que tenemos, nos abre de repente otra que ni siquiera habíamos intuído que existía ... y que es la nuestra, la que vamos a seguir.
Y ésto es lo que le ocurre a Máximo. Se le han acabado todas sus ilusiones, y será su hermano Luis el que le proporcione su primer contrabajo. Es de segunda mano y ha costado 400 Ptas. de las de entonces. Había sido fabricado en Italia en 1914. Cuando están terminando su reparación y barnizado, la radio transmite una trágica noticia: Manolete muere en la plaza de Linares a consecuencia de una cornada del toro "Islero". Estamos en Septiembre de 1947.
De forma inmediata, pero al principio con poca ilusión, empieza a tañerlo con su hermano Luis, que le enseña lo más elemental del instrumento, a la vez que continúa con los estudios de solfeo.
Cuando Máximo empieza a acompañar con el contrabajo el acordeón de su hermano Luis, es el inicio de ésta historia de amor que citaba al principio. Máximo empieza a descubrir a su "fiel amigo", como era el título de otra canción de la época.
Y siguiendo con los títulos, y en un plano de total ficción, bien podría haber existido un dialogo de Máximo con su hermano y con su contrabajo italiano, que más o menos consistiría en: "Contigo aprendí", "Me gusta ir contigo", "Tengo una debilidad"...
Pero, regresando a la realidad, las primeras canciones que Máximo aprendió a acompañar fueron: "Yo te diré", el famoso bolero de la película "Los últimos de Filipinas", y "Angelitos Negros" que inmortalizó el inolvidable Antonio Machín.
Casi un año después, en el verano de 1948, "Lacasta y su ritmo" inician una vida artística y musical de larga perduración. En este grupo familiar, Máximo seguirá acumulando oficio y vivencias con el contrabajo, la batería y el acordeón. Sería muy extenso resumirlas, y excedería del propósito de esta celebración que nos reúne esta tarde aquí. Pero para intentar expresar lo que representa la música para un músico, citaría la frase del filósofo Bergson "La Música es la expresión de las íntimas vicisitudes del espíritu".
La Música ha sido para Máximo la forma de dar a su vida un contenido, una ilusión. Le ha proporcionado, con los diferentes grupos a los que ha pertenecido, y en las múltiples actuaciones y viajes, un caudal inagotable de recuerdos, de vivencias, de experiencias singulares, de conocimiento y trato con variopintos personajes. Y sobre todo la vida musical le ha proporcionado el afecto de cuantos hemos ido encontrándonos con él. En particular, me estoy refiriendo a todos los componentes que han sido y somos del Grupo Folklórico "Alto Aragón", al que Máximo pertenece desde 1977, cuando el Grupo no llegaba a los dos años de edad. Ha sido siempre el "toque" diferente y singular, el compañero con prodigiosa memoria, y sobre todo el amigo que ha sabido ganarse nuestro cariño y nuestra amistad.
Había mencionado una primera cruz musical en los comienzos de su vida con el contrabajo. Existe una segunda, más cercana en el tiempo (1983) y más conocida por los jacetanos.
Cuando el Grupo Folklórico "Alto Aragón" acudió a Nueva York en octubre de 1983 para celebrar la Semana Española, en uno de los diferentes desplazamientos a una de las actuaciones, el autobús dio un viraje, saliendo despedido el contrabajo de Máximo (su segundo contrabajo), que quedó roto sobre el asfalto de una calle de Queens. El autobús frenó y se hizo un silencio sepulcral entre todos nosotros, mientras Máximo rompía a llorar ante su compañero del alma, compañero, ya inservible. Fueron momentos durísimos para Máximo, que quedaron grabados en nuestra memoria. Máximo ya no era el mismo: su carácter alegre y jovial se tornó triste y apesadumbrado.
De la misma manera que su enfermedad le cerró los caminos abiertos, y otro (el contrabajo de su hermano) se le abrió para el resto de su vida, también en Nueva York un camino se cerró dolorosamente, pero uno nuevo se le abrió cuando, emocionado como nunca he visto a una persona, Máximo recibió al día siguiente en una actuación memorable en la Casa de España, un nuevo contrabajo (el tercero), gracias al generoso detalle de la Directora General del Instituto Español de Emigración, del Ministerio de Asuntos Exteriores, que decidió devolver a Máximo su contrabajo.
A propósito de este episodio, vendrían bien los títulos musicales de los años 40 - 50: "Duele", "Somos", "En tierra extraña"...
Hace, pues, 50 años que Máximo Lacasta vive una historia de amor con su contrabajo, a veces en competencia razonable con so otro amor que es Celia.
"Quizás, quizás, quizás..." añores otros tiempos, eches en falta mayor ajetreo, recuerdes episodios vividos. Pero toda tu vida musical es... tu vida entera. No se puede vivir sólo de recuerdos. Tienes hermosas realidades. Tienes, por ejemplo, nuestro cariño, nuestra amistad; la de todo el Grupo "Alto Aragón" que quiere celebrar contigo tus 50 años con el contrabajo.
Y como dice la canción: "Te he de querer mientras vivas, compañero, mientras vivas..." ¡Muchas felicidades!
Javier Lagunilla Marín,
del Grupo Folklórico "Alto Aragón" de Jaca.
del Grupo Folklórico "Alto Aragón" de Jaca.
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