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05 enero, 2023

Continuo aprendizaje - 2019

 Interpretamos el folclore tradicional pero somos conscientes de que podemos presentarlo al público todavía mejor, pulir detalles, profundizar en algunos aspectos, sacar mayor provecho a  los recursos que tenemos, ser más polivalentes cada uno de nosotros… Eso se llama estar en un proceso de mejora continua, que nos permita seguir siendo un grupo con unas señas de identidad diferentes a los demás.

Para trabajar esos objetivos introdujimos el pasado año en la Junta Directiva una nueva vocalía, la de Formación interna. Y han seguido una serie de acciones en forma de talleres que hemos desarrollado en los últimos meses...

Un Grupo en continuo aprendizaje

Sí, sí, ya lo sabemos... Estamos en el mundo del folclore tradicional y eso, al parecer, se traduce en un repertorio inamovible. Repetido hasta la extenuación en un compás y estilo invariable y con la indumentaria completa del lugar en el que fue recogida la pieza en cuestión.

Pues sí… y no.

Sabemos perfectamente que representamos el folclore tradicional aragonés, especialmente el pirenaico. Y estamos extraordinariamente orgullosos de hacerlo de la forma más correcta posible.

Pero el repertorio a nuestra disposición es extensísimo y está repleto de matices que ofrecen muchas posibilidades. Tanto en la indumentaria, como en los instrumentos a utilizar o incluso los pasos de baile y, por supuesto, en la forma de presentarlo en un espectáculo, sin que nada de ello altere en absoluto la filosofía del grupo.

Nuestra idea es muy simple, si somos capaces de hacerlo mejor, más fiel a su forma original  y más bonito… ¿Por qué no lo hacemos? Pues hagámoslo.

Con ese afán por mejorar (en lo individual y en colectivo), llevamos años recurriendo a talleres, pequeños cursos, jornadas de formación, a los propios ensayos o a los tiempos muertos de un día de actuación. Pero hay que destacar que en la planificación de la Escuela de Folclore del curso pasado (2018-19) dimos una importancia capital a este tipo de aprendizaje, impulsado además por la creación de una vocalía de formación interna. Estas iniciativas, y la ilusión de tod@s, se han materializado en todo esto:

El 6 de febrero, Taller de mudanzas del Paloteao de Sinués, dirigido por Jose Ramón ”Salva”, con la idea final de modificar el “paquete estándar de mudanzas”, introduciendo alguna música diferente, como “La niña” o “El molinero”. Participamos 22 personas y cumplimos los objetivos planteados.

El 22 de febrero, Taller de canto: Rondaderas y estribillos, dirigido por Tania Gil. Nuestro objetivo era involucrar a más gente en el canto, dinamizar esta sección de la escuela tendiéndole un puente hacia el grupo, ampliar el repertorio, y con ello las posibilidades a la hora de preparar una actuación o ronda.

 Pasamos una tarde divertida y terminamos con un buen sabor de boca y la satisfacción de sentirnos realizados de una forma nueva para muchos ¡habíamos cantado JOTAS!

(Este taller nos ha animado especialmente a la hora de preparar la actuación musical del reciente Festival de Jumilla, con muy pocos cantantes habituales en el escenario).

El 2 de marzo, Taller de peinados y pañuelos de cabeza, dirigido por Lara Gil y María Brun. El objetivo estaba claro, mejorar una faceta de nuestra puesta en escena que hemos trabajado muy poco (en el caso de los chicos… ¿nada?).

Lo consideramos muy útil y con una aplicación inmediata. Ha supuesto, sin ninguna duda, una mejora en nuestra puesta en escena.

 El 22 de marzo, Taller de canto: “Mayos”, dirigido por Isabel Moreno. La idea cuando lo planteamos fue dedicar tiempo a mejorar la técnica individual para mejorar el resultado grupal. Supuso el pistoletazo de inicio a los ensayos para la “ronda de los Mayos”, que ya todos conocéis y en la que muchos participáis (el año que viene ¡tod@s!).

El 30 de marzo, tuvimos un Taller de percusión, dirigido por Luismi, profe de la Escuela Municipal de Música. Nuestro objetivo, abrir nuevas posibilidades a la percusión, de manera que gente que actualmente hace otras cosas, pueda participar más en las actuaciones o en las rondas.

Participamos casi 40 personas en dos grupos diferentes y tenemos clarísimo que habrá una segunda parte… ¡solo nos falta poner la fecha!

Los meses de abril y mayo vinieron este año cargados de actividad y no tuvimos ocasión de preparar más talleres… pero nada más terminar las fechas de máxima actividad…

El 7 de septiembre, Taller de mantones, dirigido por Lara Gil en colaboración con Belén Artero. Uno de los más demandados y que, sin duda, requerirá una segunda parte para seguir trabajando un aspecto tan importante de la indumentaria femenina.

Todos estamos muy contentos por haber conseguido sacar adelante tantas jornadas “extra”, pero es que, además, hemos cerrado todos estos encuentros con una charla animada, risas y un ambiente fenomenal que no distingue de edades y que nos facilita muchísimo continuar este camino y mantener un ritmo de actividad… ¡altísimo!

Cada año que pasa somos capaces de afrontar nuevos retos,  de cerrar espectáculos más difíciles, con más ritmo, con pequeñas variaciones que mejoran el resultado y complican la ejecución, que prescinden de los tiempos muertos y que nos exigen polivalencia y mucha concentración para cantar, bailar, tocar, presentar o hacer reverencias estilosas…

¡Seguimos a la vanguardia del folclore tradicional, seguiremos trabajando para conquistar al público en cada actuación!

 José María Palacio

Publicado en la newsletter del Grupo "De Capazo", núm 3 (Septiembre 2019)

Las negritas son del blog

17 julio, 2019

De Bielsa, para servirle - 2019

El villano

Siendo quizás una de las piezas más conocidas a lo largo de la comunidad aragonesa, puesto que numerosos grupos de baile o folk la incluyen en su repertorio, el villano es una obra que no puede faltar en nuestras actuaciones y rondas. Con un origen que se remonta en torno al siglo XVII, nos encontramos con una pieza que presenta unas letras jocosas, en muchas ocasiones incluso personalizadas, y generalmente improvisadas.

Musicalmente hablando, el villano suele presentarse en grupos de ocho compases binarios (que aparecen en cuatro compases cuaternarios), y en el caso del villano de Bielsa (y alguno más de otras zonas), se suele alargar la nota del tiempo fuerte de algunos compases, por pura cuestión de prosodia.

A pesar de tener una letra en su origen improvisada, se han recogido a lo largo de los años numerosas estrofas, como las siguientes:

El Villano llino llano
El Villano se ha de bailar
Con una moza bien guapa
Que sea de este lugar.

En un baile en Zapatierno
No me deixaron entrar
Perque no llebabe picos
Debaixo d’o debantal.

El tio Chuan de Floripes
Cuan baixaba de Parzán,
Me biyó cuan me chitores
De capeza en o barzal

Ya m’han dito que te’n ibas
A vivir ta Chisagüés
Para cuenta no te caigas
Per las ripas d’ Angorrués

La guitarra valenciana
Las cuerdas de Tamarite
Y los que estamos bailando
De Bielsa, para servirle.

La burra yera d’Espierba
Lo burro de Chisagüés,
e las cargas de la palla
las baixaban d’Angorrués

De Chisagüés soy baixato
Con una carga de palla
E aquí me’n soy entrato
Que sentito la guitarra

De Chisagüés soy baixato
Con abarcas y abarqueras,
Pienso en tornarme a puyar
Con zapatos de tres suelas

Los valles del Sobrarbe han estado siempre muy relacionados con Francia, y esto se ha quedado patente en su vestimenta.


El traje de mujer consta de varias partes, empezando por un corpiño con mangas, anudado con cordones por delante. La saya es larga y plisada, y hace que le dé mucho vuelo a la hora de bailar. Como ropa interior las mujeres llevan una camisa blanca, enaguas y calzones. Las medias eran de lana, generalmente negras.

Quizás lo más llamativo del traje sean las alpargatas de piel de cabra, que no se observan en otras danzas fuera del Sobrarbe. Sobre los hombros llevan un mantón de lana, colocada junto a una manteleta blanca.

Completan la vestimenta un delantal y unas cintas de colores que cuelgan en la parte trasera de la cintura. También dos cintas de seda, anudadas en la parte izquierda de la cintura y sobre el hombro derecho. La cabeza está cubierta por un pañuelo, que suele ser colorido.

El traje de hombre presenta también matices de esta zona; al traje tradicional de hombre (chaleco, calzón, camisa, marinetas, faja, medias y alpargatas) se le añade una tocinera o blusón de colores variados, y el pañuelo en la cabeza, a diferencia de lo acostumbrado, se recoge y anuda en la parte delantera de la cabeza.
 
Lucía B.  (Grupo Folklórico “Alto Aragón”)



04 junio, 2013

Pepa Millán, experta en ropajes de Jacetania y Alto Gállego

“Cada traje tiene encanto y nos ayuda a comprender mejor una forma de vida”

RICARDO GRASA



JACA.- Pepa Millán sobresale como una de las grandes investigadoras de las indumentarias tradicionales
de la Jacetania y el Alto Gállego. Su última ponencia tuvo lugar en Villanúa, promovida por la Asociación “El Hachar” y versó sobre la evolución entre los siglos XVIII y XX. Articulista y conferenciante, Millán se esfuerza al máximo para dar a conocer la cultura tradicional, bien como miembro del Grupo Folklórico Alto Aragón o en calidad de coordinadora de las exposiciones del Festival Folklórico de los Pirineos y asesora en los talleres de costura del Primer Viernes de Mayo.
Los trajes de la Jacetania y el Alto Gállego “se caracterizan por el uso de telas de abrigo como paños, estameñas, lanas para las prendas exteriores (sayas, calzones o chalecos), y de lienzo tejido en las casas o algodón para las prendas interiores (camisas, marinetas, enaguas)”, explicó Millán, quien observa “semejanzas” con el ropaje del Maestrazgo, por el clima, y el del Cantábrico, por el Camino de Santiago.
En la charla habló de prendas muy antiguas, como el bancal o la mantilla de iglesia, la capa y el pañuelo coronario, y de conjuntos completos procedentes de Ansó y Hecho, los pueblos que, según Millán, “mejor han conservado” su historia en forma de traje. En el Serrablo, el reconocimiento se lo llevan Sallent de
Gállego y Yebra de Basa. En ambas comarcas, hubo un tiempo en que estos ropajes “se consideraban trapos viejos que se utilizaban para cualquier cosa o se deshacían para aprovechar la tela”, comentó la jaquesa. Todo cambió cuando apareció la gente de la ciudad, “dispuesta a llevarse
cosas por cuatro perras, para luego venderlas o lucirlas”. “Desde entonces, se sabe que tienen un tesoro, que guardan una parte de la historia de la familia y se lucen”, reveló.
En cuanto los colores, Millán manifestó que los más utilizados eran los “tonos oscuros”, como el negro, el marrón, el azul, los grises o el morado, “tanto lisos, como con algunos retoques”. Es cierto que los colores vivos, como el amarillo mostaza o el rojo, tienen su cuota de protagonismo “en sayas y sobretodo, en refajos”, pero no es lo habitual.
Para conocer a fondo el vestir del Pirineo occidental, recomienda tomar parte en las celebraciones típicas, como las procesiones de Santa Orosia en Jaca, y acudir a los museos del Traje de Ansó y el etnológico de Hecho, en la Jacetania, y los museos Ángel Orensanz de Sabiñánigo y el etnológico de Búbal, en el Serrablo. “La largura de la camisa del hombre o los pliegues de la faldas” seguro que llaman la atención.
La recuperación de los trajes marcha por buen camino gracias al interés mostrado desde entidades como “El Hachar” y a la voluntad de sus integrantes por buscar información y hacer los ropajes “lo más semejante posible” a los originales, “aunque en algunos casos, se ceda y utilicen tejidos más vistosos, hombreras o cancanes”, lamentó.
“Al público, en general, le gusta admirar los trajes, pero no valora el trabajo que lleva su mantenimiento, la mayoría de las veces por desconocimiento”, dijo la investigadora. Ése sería el caso del Día del Traje Ansotano a causa de que muchos visitantes “desconocen” que los vecinos “empiezan a vestirse de madrugada” y no se hacen a la idea de tener que “secar, cepillar, lavar y almidonar”.
Si se le pregunta a Millán por su traje favorito, le resulta difícil elegir uno. “Todos tienen su encanto y cada uno ellos te ayuda a comprender mejor una forma de vida que no hemos conocido”, afirmó la jaquesa, que guarda un lógico “cariño” por las prendas de su colección particular.
A la hora de aconsejar en la confección de un traje, recomienda que su autora se ponga en la piel “de su abuela o su bisabuela”. Igualmente, un traje bien hecho “deberá ir acompañado de un buen peinado (pelo retirado y recogido en un moño” y un maquillaje nada excesivo”. Y por supuesto, “fuera los piercings”.