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19 diciembre, 2011

La Jota de San Lorenzo

A lo largo de estos años han sido las actuaciones en lo que hemos invertido más energía, planificación, ensayos, preparación y conservación del vestuario, por no hablar del aprendizaje de nuevos temas. Como todo en la vida es a base de repeticiones que se va mejorando, y el esquema del espectáculo del comienzo, un tanto limitado por la inexperiencia de algunos componentes, yo incluído, fue madurando conforme íbamos ganando en coordinación, ritmo y fue creciendo en número nuestra participación en fiestas y festivales.

Las primeras actuaciones en las que participamos el grupillo de chicos que nos habíamos incorporado en el 74, lo hacíamos bailando tres o cuatro piezas, y eran las chicas, mucho más numerosas y veteranas las que llevaban el peso del espectáculo. También la rondalla tenía un valioso papel pues ya entonces tenía un buen repertorio, destacando “Los Sitios de Zaragoza” que nos venía de perlas cuando los espectáculos fueron más largos y algunas chicas necesitaban más tiempo para cambiarse de vestuario.

Ya entonces estaba en nuestro repertorio la “Jota de San Lorenzo” de Huesca y como algunos no nos la sabíamos, la solían bailar “las pequeñas”. Desde nuestra perspectiva del momento, ellas tenían de 10 a 13 años y eso eran para nosotros que teníamos de 16 a 19 años. Con el paso de los años esta expresión, aunque desfasada, se quedaría como broma y recordatorio de esta fase del Grupo “Alto Aragón”.

Como he dicho tenían “bastantes tablas”, llevaban cuatro o cinco años bailando juntas, de una altura similar, buena coordinación y buen hacer. Como normalmente era bailada por seis parejas, se fue quedando como una de las jotas que a lo largo de los años no podía faltar en un espectáculo de nuestro grupo. Tenía y tiene para nosotros muchas virtudes: el empezar con la música de San Lorenzo, las dos filas de parejas que se entrecruzan con energía, se forma la recta y parece que esa energía se suaviza y encauza girando sobre un punto central hasta que se separan chicos y chicas hacieno el paso de las montañas, para después formar la media luna que liberará toda la fuerza que ha ido acumulando, en los pasos de la despedida.

Siempre que podíamos por la superficie del escenario y el número de bailadores acabábamos con esta jota. En situaciones especiales, como es el Festival de Los Pirineos en Jaca, donde la superficie del escenario es especialmente generosa y hemos podido contar con un nutrido cuerpo de baile de distintas generaciones, la hemos llegado a bailar hasta con doce parejas, como si fueran dos grupos de seis parejas, haciendo girar dos rectas una en cada sentido deshaciéndolas en una fila de chicos y otra de chicas para acabar en una única medialuna, siendo muy habitual que el público nos recompensara con una sonora ovación. Estos retoques coreográficos se los solía currar Julio Laín Ascaso que durante unos años dirigió el cuerpo de baile.

Hojeando recientemente el Heraldo de Aragón, me fijo por casualidad en una noticia cortita que hacía mención al fallecimieto el pasado 1 de diciembre de 2011, de la creadora de “La Jota de San Lorenzo de Huesca” llamada Sara Villacampa en la ciudad de Quito, en Ecuador. Me quedo con el detalle dispuesto a hacer algunas averiguaciones.

Esta jota, al parecer, fue creada por la oscense Sara Villacampa Castell, en el año 1950, mientras se encontraba en el barco Monte Ayala (según dice Radio Huesca http://www.radiohuesca.com/noticia/455194/Fallece-Sara-Villacampa-la-creadora-de-la-Jota-de-San-Lorenzo) y mientras se dirigía hacia Venezuela con un Gupo de Coros y Danzas de Educación y Descanso. Fue en los ensayos en este barco donde se gestó la coreografía y se bailó por primera vez en Caracas con la participación exclusiva de chicas. Sara Villacampa fue además cofundadora de la Agrupación Folklórica “Santa Cecilia” de Huesca en noviembre de 1953, siendo este grupo uno de los más antiguos en activo, por no decir, el más antiguo de nuestra provincia.

Se casó con un diplomático, lo que le llevó a vivir en distintos paises y a fallecer lejos de su tierra, a pesar de lo cual procuró estar en contacto sin que en ningún momento la olvidara.

Sirva pues este escrito como reconocimiento a la persona que ideó la coreografía de esta jota que tanto hemos disfrutado bailándola o viéndola bailar.

Álvaro