17 junio, 2015

Artículo sobre El Dance de Castañuelas - 1979



El Dance típico de Jaca


Era una demostración cívico-religiosa de origen medieval. Servía para darle realce a las fiestas del Señor, de los Santos y a los sucesos prósperos.

Alcanzó su mayor esplendor en los días eucarísticos, en los del titular San Pedro, en algunos de la Virgen María y sobre todo en los patronales de Santa Orosia; una Santa nacida en tierra muy amante de la música, como fue Bohemia. Y como tribu más influyente de esta región eslava era entonces la de los checos, parece que el folklore jacetano, dedicado a la joven mártir, ha llegado a nosotros con el nombre privativo de checotén o chicotén.


ACTORES Y SU INDUMENTARIA

Los ejecutores del baile jacetano fueron siempre hombres jóvenes. El grupo lo formaban 9, uno era el tañedor y los otros, bailarines. El grupo completo tenía el nombre de compañía. Había a veces dos compañías de danzarines, que alternaban en las largas demostraciones públicas. Corrían las grandes procesiones, subían y bajaban, daban vueltas y revueltas. Con sus saltos y cambios posicionales alegraban a las gentes, honraban a la Santa y ellos se sentían satisfechos.

Vestían calzón blanco, llamado gala blanca, que incluía zaragüelles, balones y jubón (blanco rebajado), todo adornado por galones polícromos y con pasamanería de sedas y oro. Calzaban medias blancas, lisas y bordadas de fino ganchillo. Camisa blanca o listada.

El calzado exterior fue la sandalia de corregel; también, la esparteña. Adornaban las pantorrillas con una especie de borceguíes de los que pendían varios y sonoros cascavillos. Había asimismo cascavillos en los antebrazos del jubón.

Cubrían la cabeza con el clásico bonete montañés (sombrero abovedado y de buenas alas), que iba adornado con lazadas de cintas de colores, cristales, espejitos, joyas y flora, Ceñían su cintura, con bandas azules, verdes y rojo carmesí etc. De todo este indumento se conservan piezas auténticas.


Los instrumentos músicos fueron la flauta rústica, el salterio de percusión y como meramente sonoros los citados cacavillos y las pulgarcillas, que ahora decimos castañuelas porque se tañen. La castañuela folklórica es muy antigua. Muchos autores creen que es el mismo sistro tañido por David y sus gentes. La gran sonoridad armónica y acompasada, que producían los huecos cascabeles y las cóncavas castañuelas, alegraban al pueblo casi tanto como los movimientos de los danzarines. Las melodías de la flauta eran breves y se repetían mucho. Variaban según los tiempos y el ritmo del baile.

Los bailes se decían danzas y mudanzas, porque mudaban las posiciones, los pasos y los altos. Se marcaban cruces, diagonales, paralelas, círculos, espirales, según la inventiva de los ejecutantes. Al baile precedía con frecuencia el canto o el recitado de una Lyra o graciosa sentencia en verso sencillo y en lenguaje jaqués. A veces era corta, como la cuarteta jotera: otras más largas, según la musa del danzarín. Con estas poesías populares se hacían loas y requiebros a la Santa, pero no faltaban otros breves recitales que eran dirigidos a jerarcas eclesiásticos, a los ediles civiles y militares, a ministros y otras personas relevantes que más de una vez, presenciaron nuestras jornadas festivas.

Para las grandes solemnidades había actos de culto matutinos, vespertinos y nocturnos. Estos oficios se prolongaban mucho debidos a la profusión de textos cantados en gregoriano y polifonía. Entonces, se interrumpía el proceso litúrgico y se daba entrada a los seglares para tocar y bailar en favor de Dios y de su madre, de San Juan y de San Pedro, santos principales de la Catedral. Cuando le tocaba el turno a Santa Orosia podían intervenir jóvenes mujeres que, colocándose en el crucero, dirigían trovas a su joven virgen y mártir y tocaban el pandero.

Finalmente, los diestros danzarines ocupaban el resto del día recorriendo calles y plazas donde ejecutaban sus primorosas danzas y donde las lyras y dichos y sentencias de argumento profano, jocoso y amatorio harían las delicias de personas relevantes, de damas y doncellas asomadas a los halcones.

No hay que despreciar el palotiau actual, que dicen importado de Yebra en este siglo. Se debe conservar y fomentar, ya que es un folklore no solo orosiano, sino tambien jacetánico por historia. por tradición y por geografía eclesiástica y civil. Pero el folklore típico, el verdaderamente específico de Jaca es el otro, el expuesto en las precedentes notas, sacadas de viejos papeles y libros. Como el del Dr. Alavés. Resucitarlo, darle luz y vida, tras el eclipse que ha sufrido en este siglo, no es obra imposible ni excesivamente difícil. Los entusiastas danzantes de hoy, que se sientan vinculados a ese glorioso pasado de arte popular, están bien dispuestos a tamaña restauración. Debemos ayudarles.
 
JUAN FRANCISCO AZNAREZ
Revista Jacetania - Año XIII - Número 79 – Abril de 1979 Págs 18, y 19
 

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