09 enero, 2015

Ingreso en la R.A. de San Luis (2014)


LECTURA DEL "DISCURSO DE INGRESO" EN LA REAL ACADEMIA DE NOBLES Y BELLAS ARTES DE SAN LUIS DEL ILMO. SR. D. JAVIER FERRER BAILO
          ""La Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis es una Real Academia española cuya sede es el Museo de Zaragoza, asociada al Instituto de España, que tiene por misión promover y fomentar el estudio de las bellas artes, en particular «la defensa, conservación y restauración de toda clase de monumentos y obras de arte situadas en el ámbito territorial de la Comunidad Autónoma de Aragón».
Fue creada por el rey Carlos IV, a petición de Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea en nombre de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País el 17 de abril de 1792. En el ánimo de los peticionarios se encontraba emular a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, teniendo como antecedente para su creación, la escuela de dibujo dirigida por Juan Martín de Goicoechea.
          El rey le otorgó su reconocimiento y le dio el nombre de San Luis en honor a su esposa, María Luisa de Parma, llamándose los primeros años Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Luis.""
          El pasado día 30 de Diciembre de 2014, en el salón del Consejo de Ciento del Ayuntamiento de Jaca, tuvo lugar la lectura del "discurso de ingreso" en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, de nuestro compañero y miembro no activo del Grupo Folklórico "Alto Aragón" Javier Ferrer Bailo, que fue nombrado Académico Numerario Delegado de la Ciudad de Jaca por dicha Academia.
          Su discurso, que mas abajo reproducimos tanto en texto como en audio, hace referencia principalmente a su paso por nuestro Grupo cuando residía en Jaca.
          No quiero desvelar mas sobre este discurso, ya que tenemos oportunidad de oírlo o leerlo en esta entrada, pero si quiero dejar constancia del agradecimiento tanto personal como del Grupo, de todo lo expresado, desde su corazón me consta, en esos 45 minutos que a todos los presentes en el acto nos hicieron recordar días vividos con gran intensidad a lo largo de estos 40 años de existencia del Grupo.
Gracias Javier.
 Rafa.

"DISCURSO DE INGRESO"
 

Excelentísimo Señor Presidente,
Excelentísimos e ilustrísimos señores académicos,
Dignísimas autoridades,
Señoras y señores:
Embargado por la emoción de hallarme ante ustedes, en este lugar de tantos recuerdos, me dispongo a dar lectura al “discurso de ingreso” en la primera Institución académica de Aragón, precisamente en esta ciudad, que fuera la primera capital del Reino, con la que me vinculan todos los lazos de afecto, amistad y actividades culturales, en la que me formé, he pasado gran parte de mi vida, y en la que quisiera, que al final de mis días y por expreso deseo, descansen mis restos, frente a la Peña Oroel.
Es mi intención  expresar de la manera más palpable posible, todo el amor que por esta tierra siento; por su historia, por sus costumbres y por sus gentes, siendo consciente que la mayor dificultad que entraña este cometido, es hablar en un foro donde la mayoría de los presentes son conocedores del tema que me propongo desarrollar.

LA AURORA
Me incorporé a esta tierra en la más tierna infancia que mi memoria guarda. Nací en Ejea de los Caballeros por circunstancias del destino laboral de mi padre pero, a edad temprana, la fortuna quiso que él fuese destinado a la ciudad de Jaca, para desarrollar sus funciones profesionales.
El primer recuerdo es de una mañana de febrero, heladora, luminosa, el cielo azul, nieve en sus calles, muy especialmente en el Paseo, hoy llamado de la Constitución. Allí habrían de transcurrir mis años de infancia y buena parte de mi juventud, donde actualmente se ubica el Hotel Conde Aznar, en el chalé que dio origen al establecimiento hotelero y donde cada mañana descubría un paisaje diferente, siendo el mismo.
Adquirí mis primeros conocimientos en las escuelas nacionales, en el Grupo Escolar, con maestros que supieron inculcarme el amor por las disciplinas de humanidades, al tiempo que nos preparaban para el cotidiano vivir, aunque a algunos nos costase más comprender los intríngulis de las fórmulas matemáticas, y nos encontrásemos más cómodos en las asignaturas relacionadas con las letras y humanidades.
Los últimos cursos básicos para el ingreso en el bachiller, discurrieron como para casi todos los jacetanos de mi generación en el añorado  Colegio de las Escuelas Pías, en la calle Mayor, donde permanecí hasta la inauguración del Instituto de Enseñanza Media “Domingo Miral”. Durante ese período crecí y forjé mi instinto periodístico que posteriormente sirvió para que me dedicase a esta bella profesión de ser “contador” de cosas y, aunque hoy en día surjan dudas en la sociedad y se pregunte, ¿qué es verdaderamente el periodismo?, sin los medios de comunicación, la libertad, la democracia y la convivencia, tendrían serias dificultades para desarrollarse y crecer.

PRIMERAS ALBADAS
Movido por las mismas inquietudes que animan a la inmensa mayoría de los jóvenes  por ampliar conocimientos y ser partícipes de la vida activa del entorno que les es más cercano, formé parte de los grupos que en aquellos momentos gozaban de vigencia en la sociedad más plural; acudí a la Catedral para integrarme en  el “grupo de infantes de la Catedral” bajo la mano maestra de D. Ricardo Lacosta, compartí momentos con  los jóvenes de Acción Católica, sin saber muy bien que era aquello, aunque  nos sirviera sobre todo para pasar las tardes, tras el colegio, junto a una estufa, aprender a jugar al billar y un sinfín de actividades que nos mantenían activos.
Más tarde, mi pasión por la escena me llevó hasta el Frente de Juventudes de Jaca, ubicado en la calle Ramón y Cajal, en lo que hoy constituyen parte de los bajos de esta Casa Consistorial. Allí aprendí, junto a mis compañeros, a dejar volar mi fantasía con unos títeres en la mano y memorizando no pocos guiones, para unas veces ser el héroe y otras el villano de historias y cuentos, llenos de príncipes, ogros y brujas.
El Instituto “Domingo Miral” me permitió ampliar mi nómina de amigos y formar parte de los equipos que defendían todas las disciplinas deportivas, frente a los chavales de Huesca y del resto de la provincia. Cuántos viajes a la capital, para jugar a deportes por entonces incipientes y hoy  de gran arraigo, al margen del futbol.
Tras esa adolescencia, que con mirada retrospectiva  parece  llena de infinitas carencias materiales, aunque rebosante de ilusiones y de incomparable experiencia, me integré, junto a otros jóvenes, amigos de pandilla y de inquietudes comunes, en el laureado Orfeón Jacetano , que bajo la prestigiosa batuta de Tomás Asiaín, brilló por todo el territorio nacional y otros lugares fuera de nuestras fronteras, interpretando numerosos conciertos, que dieron gran gloria al Coro y a la ciudad que le da su nombre, llegando hasta la actualidad su labor ingente y su prestigio ganado en su dilatada trayectoria.
Algo de lo que me siento especialmente orgulloso es de haber interpretado, como solista, la  jacetanísima “Jota Oroel”, letra de Jesús Dumall y música del maestro Asiaín, en conciertos y en grabaciones discográficas y radiofónicas.
Mis inquietudes por la música vocal, me permitieron conocer a personas de gran carisma, que han dejado legados hoy reconocidos, como las partituras de un entrañable músico y amigo, José Luis Ortega Monasterio quien, sin ser de Jaca, se integró en ella  con gran pasión, creando  obras como el Himno del Primer Viernes de Mayo. Muestra de su amor al Pirineo y a sus gentes fueron igualmente las bellas y conocidas canciones: “Adiós Canfranc”, “Bello Candanchú”, “De sol a sol”, “Banderas rojas”, que grabásemos en 1976 “los cantores de la nieve”, y que no éramos otros que los Ortega Monasterio, Ramón Galindo (Sempronio), mi hermano Ángel Ferrer y yo mismo. Todavía me emociono cuando escucho “Adiós Canfranc”.
Aparte de mis aficiones por la música vocal, fui integrándome en los colectivos deportivos y culturales que movían las actividades de una ciudad viva, cosmopolita, abierta al mundo, auténtico motor de una zona con un gran futuro, como así ha sido, con los deportes de invierno y con su aperturismo al turismo estacional, creando a su alrededor numerosas muestras de cultura y deporte. Quién no reconoce el pasado de los campeonatos del mundo de patinaje artístico profesional sobre hielo, o el mismísimo Festival Folclórico de los Pirineos, que ha mantenido su máximo esplendor por tantos años, y del que esperamos recupere la pura esencia por la que nació, una vez que todos seamos capaces de volver a engrasar la maquinaria que le permitió alcanzar el prestigio universal, y vuelvan a sonar los acordes de la partitura de Asiaín “Yo también iré a Jaca”.
Fui un jacetano más en arrimar el hombro, poniendo voz a esos acontecimientos, presentando a los participantes de una u otra disciplina y sintiéndome honrado y feliz ante tal cometido.
Me integré en los clubes deportivos,  el Club Hielo Jaca y el Club de futbol Jacetano. Fui miembro activo  del Centro de Iniciativa y Turismo, y de la Asamblea local de la Cruz Roja. Presenté  las actividades culturales y festivas tanto del Ayuntamiento como de cualquier colectivo que requiriese mi presencia.
Nació en mí con fuerza, como es mi deseo expresar, la pasión por “contar” las cosas, por ser un notario de la actualidad, por poder penetrar en el corazón de las gentes, y  “dibujar”  con la palabra los aconteceres de una tierra viva, que tenía mucho que aportar a esta Comunidad que se llama Aragón.
Se me abrió una vía hacia el periodismo en el periódico “El Noticiero”, posteriormente en “Amanecer”, en la revista “Jacetania”, en otras revistas especializadas, en las emisoras  Radio Zaragoza  y Radio Huesca, y por fin en 1982, se hace realidad mi dedicación exclusiva al periodismo radiofónico: Nace Radio Jaca y me corresponde el honor de ser la “voz” de “la radio en lo más alto”.
El deseo de que los ciudadanos tuvieran voz en una sociedad todavía tímida de expresar sus opiniones, me ayudó a perder el temor por defender ideas consideradas valientes o fuera de los cánones establecidos.

HUMANIDAD DESBORDANTE
Apareció en mi vida la figura del insigne e Ilustrísimo  D. Juan Alfaro Ramos, vinculado con esta ciudad  por numeroso motivos, uno  de ellos, y para mí el principal, haber sido el primer Académico Numerario, Delegado en la Ciudad de Jaca, en la que pasó gran parte de su existencia, y donde desarrolló queridas y recordadas parcelas de su vida profesional, como magníficamente expresó en su  discurso leído en mayo de 2001, en este mismo marco.
Permítanme que le recuerde, por su  pasión y entusiasmo por esta tierra y sus gentes, por nuestra cultura, por nuestra historia y por nuestros paisajes, como dijera emocionándonos a todos desde este estrado, “con esta irremediable humanidad que Dios me ha dado”.
 Juan Alfaro reconoció a  esta tierra como “pilar básico en la construcción de España”. Nos invitó a trabajar con los demás, “sin victimismos estériles  o envidiosas quejumbres, que son fruto siempre del tedio y en el  peor caso de la estupidez”. Siempre le recordaremos por su compromiso personal en la construcción de nuestro futuro, hoy presente, consciente de nuestra pertenencia a un mundo cada vez más globalizado.
Hacemos nuestro su pensamiento que le llevó a iniciar ”el proceso de recuperación de las ingentes posibilidades de estas tierras jacetanas, “vigiladas por el mítico pirineo, acariciadas por el monte Oroel, y abiertas a los cuatro vientos por las llanuras del campo de Jaca”;  Bellas palabras que pronunciara el Académico y que todavía resuenan en la memoria.
Su afecto, su interés por el trabajo bien hecho, su benevolente trato para conmigo, joven impulsivo que quería arreglar el mundo con un micrófono en la mano, me permitió defender las ideas democráticas, junto a personajes del mundo periodístico cómo Alberto Turmo, Luís Garcés y Antonio Angulo, todos ellos en Huesca embarcados en la misma empresa, Radio Huesca, de la que D. Juan Alfaro era consejero, y con los que me desarrollé y crecí en experiencia profesional, junto a otros periodistas aragoneses como Lisardo de Felipe y Conchita Carrillo, amigos y maestros.
Vengo pues a ocupar el sillón de la primera capital aragonesa y con el honor de suceder al recordado D. Juan Alfaro “iniciador de esta nueva serie de académicos que se sucederán en el sillón de Jaca”. Sin la pretensión de aportar más prestigio, cosa que es imposible, pero siguiendo su ejemplo, vengo a trabajar con lealtad y entrega por Jaca y todo este Pirineo, y por la grandeza de Aragón.
Como dijo el actual presidente de esta docta Academia, el Excmo. D. Domingo Buesa Conde, Jaca se convirtió en su pasión, que yo comparto, y me arrogo las palabras de Pedro Salinas que el propio Buesa reflejara en su discurso de contestación “mis títulos no son de sabio, son de enamorado”.
PATRIMONIO VIVO
Ahora, en plenas fechas navideñas en las que es propicio manifestar sentimientos profundos,  alegrías  en los encuentros con seres queridos  y con las raíces espirituales, llego a este estrado del Salón de Ciento del Ayuntamiento de Jaca que da acogida a este acto, para hablar de etnografía, de tradición, de folclore, del patrimonio vivo que un día permaneciese silente por causa de falsos rubores.
Iniciamos el feliz recorrido dirigiendo una mirada retrospectiva hacia 1975. Año en el que descubrí, con gran sorpresa, que un grupo de jóvenes que venían trabajando por el folclore de esta tierra,  se había unido para constituir el Grupo Folclórico Alto Aragón. Año, en el que recibí por fortuna la invitación para aportar, en la medida de lo posible, mi voz, a los cantos y bailes que se pretendían recuperar en los valles pirenaicos altoaragoneses, piezas con características e identidad propias que había que rescatar siendo fieles a la tradición, buscando en recónditos valles, investigando e informándonos a través de sus mayores.
Desde los comienzos de su andadura, el Grupo Alto Aragón huyó del trato que se le venía dando al folclore popular, impregnado de amaneramientos y alejado de su verdadera raíz, deformado por el paso de los tiempos y comercializado por avispados sujetos que vieron un negocio en el contexto  de la música popular. Siempre “llevó a gala” alejarse de la fantasía y buscó hasta donde pudo la pureza que anhelaba.
Demetrio Galán Bergua, en su libro de la Jota Aragonesa ya defendió en 1966 lo aragonés, frente a la caricatura del “baturrismo”.  El Grupo Alto Aragón pretendía ir más allá en la defensa de lo autóctono, salvaguardarlo, tal  y como había nacido de los acordes y bailes, muy especialmente en los finales del siglo XIX y primeras décadas del XX.
Arnaudas, en sus trabajos de investigación se refirió, en su primera tentativa de un estudio folclórico serio de nuestra tierra, allá por el 1.927 a la jota como única expresión de nuestra música racial; pero se dolió del abandono del resto del folclore aragonés, desconocido e infravalorado.
Arcadio de Larrea, en su formidable obra “El dance aragonés y las representaciones de moros y cristianos”, ya reconoció que él tenía catalogados hasta 1952, treinta tres dances en la provincia de Huesca.
Galán Bergua escribió cómo se había enamorado de la jota, emocionado por las serenatas de los joteros y rondadores  bajo los balcones de tantas calles, formando parte en las rondas nocturnas del Valle de Tena, o acompañando a los mozos  por plazas o plazuelas, en las romerías, bautizos, bodas, alifaras y en toda clase de festejos rurales, en nuestros pueblos.
El Grupo Folclórico Alto Aragón se puso  “manos a la obra” y cargado de tesón e ilusiones, inició su trabajo yendo por valles, pueblos y aldeas en busca de tradiciones que, adormecidas en el tiempo, salieran al mundo para mayor identidad de sus gentes.
Hablamos con los viejos del lugar que, emocionados en algunos casos, recelosos en otros, pero casi siempre generosos, expresaban sus recuerdos de los momentos vividos en cualquier ambiente rural (romerías, siegas, bodas, bautizos, festejos, actos religiosos, despedidas de quintos, rondas…).
Las expresiones folclóricas se adueñaron de nuestro espíritu y de nuestros sentimientos y con vetustas grabadoras, cuadernos de notas, instrumentos y alforjas, como diría el clásico, recorrimos todos y cada uno de los valles pirenáicos, desde Ansó, hasta Gistaín y San Juan de Plan, en busca de unas memorias vivas, que dieran cuerpo a nuestro trabajo de recopilación, con una clara intención: trabajarlo, dignificarlo y grabarlo para las generaciones futuras, sin adulterar, introduciendo exclusivamente los elementos contrastados con las gentes del lugar.
Siempre hemos defendido la jota como expresión más popular del folclore aragonés, con muchos siglos de historia, según algunos autores. Pero ciñéndonos a lo expresado por el doctor Antonio Beltrán, catedrático de Arqueología  que fuera director del Museo Etnológico de Aragón, amén de buen amigo y colaborador de númerosos programas de radio en la emisora que dirigí durante los últimos 23 años, COPE Zaragoza, dejó dicho: “No cabe duda que la jota, tal como hoy la conocemos, es moderna; difícilmente podrá llegarse hasta el siglo XVIII sin que comiencen a desdibujarse sus perfiles; pero en cambio, varios de los diversos elementos musicales y literarios de la Jota los hallamos con mucha seguridad en el siglo XVII e incluso pueden rastrearse en tiempos más antiguos; no  es arriesgado aceptar vinculaciones arábigo andaluzas, que vale tanto como aceptar algún similar entronque con lo bizantino y con lo persa”. Opinión que ya reflejara Galán Bergua en la aludida edición de “El  Libro de la Jota Aragonesa”.
Podría referirme a la opinión de numerosos historiadores, etnólogos, músicos y folcloristas: Mingote, Ricardo del Arco, Barbieri, Domingo Berrueta, José Artero, el navarro Iribarren, Martínez Torner, José Izenga y Castellanos, Rafael Mitjana, Andrés Araiz, José Subirá, Tomás Bretón, Olmeda, Pedrell…, y muchos eruditos que han escrito sobre el origen y posterior desarrollo de la Jota, pero no es  esa mi intención.

PUEBLOS Y GENTES
Como ya he esbozado anteriormente, siento especial orgullo por la labor realizada en pro del rescate del folclore autóctono de los valles pirenaicos,  que hoy ha quedado reflejado no sólo en los escenarios donde se interpretan esas expresiones, sino también en las grabaciones que el propio Grupo Alto Aragón tiene editadas.
En la década de los 70, existía el sentir popular  de que el folclore aragonés debía ceñirse exclusivamente a la Jota, cantada y bailada. De hecho la Sección Femenina, Coros y Danzas y las demás escuelas de folclore, se inspiraban en las mismas fuentes, aquellas que saliendo del entorno de Zaragoza, se iban ampliando con otras, venidas del Bajo Aragón y de la provincia de Huesca, pero sin prestar atención a aquello que había sido algo cotidiano en las plazas y festejos de los pueblos más alejados.
El hablar de los valles, era tenido como un signo de incultura, por lo que sus habitantes se esforzaban en esconder su origen en no pocos casos. Aquel grupo de jóvenes que cada tarde nos reuníamos en el patio de los del Colegio de los PP. Escolapios, en la calle Mayor de Jaca, iniciamos en consenso, una labor de rescate en su más amplia expresión, de auténtica pedagogía. Debo en justicia reconocer con firmeza, que sin  el apoyo de los Padres Escolapios, no hubiese sido posible desarrollar ese trabajo, o al menos hubiese sido más ingrato. De hecho, el embrión de la rondalla se había surtido de la Rondalla Calasancia, como el grupo de baile salió del seno de la Sección Femenina.
Surgió un auténtico movimiento que nos embriagó a todos, se formó un grupo que actuaba en auténtica democracia, consensuaba los pasos a seguir, se tenían en cuenta las opiniones de todos sus miembros y se aceptaban los acuerdos sin resquemores ni dudas.
La labor fue magnífica, y al tiempo que se  crecía en la elaboración de  los  espectáculos, recorrimos los pueblos de la Jacetania, para inmediatamente salir por todo el territorio nacional, donde el público mostraba su grado de aceptación  ante muestras poco habituales en esos tiempos. Incluimos en nuestros pasos por los escenarios paloteaos, albadas, cantos, mazurcas…, y eso nos llevó a trabajar con renovado tesón en busca de todo aquello que podríamos decir se hallaba atesorado en los arcones, y en los recuerdos  de los mayores.
Escudriñamos en “esa memoria dormida por falso rubor pueblerino”, como ya dije en este mismo Salón de Ciento, ante los miembros del Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales Folclóricos  (CIOFF), hace un año por estas fechas. Como bien se sabe en estas latitudes, el CIOFF que fue creado en 1970, tiene encomendada la excepcional tarea de proteger, promocionar y difundir la cultura tradicional y el folclore universal.
 Había cierto temor por asomar lo autóctono, no fuese que nos tachasen de “incultos”, pero nosotros sabíamos que no se correspondía con la realidad, ni siquiera con los intereses de los habitantes de todos y cada uno de sus pueblos, vivos, latentes, orgullosos…
Fueron muchos fines de semana en inviernos crudos, por carreteras intransitables, intentando mostrar la mejor voluntad, repitiendo, una y mil veces, que la intención no era otra  que “rescatar” para las generaciones venideras, lo que sus ancestros habían creado para gozo y disfrute de sus habitantes, y sacarlo a la luz, porque un pueblo que esconde su historia, difícilmente puede vivir el presente y  crear su futuro.
Rememoro lo que expresé ante los miembros del CIOFF, por considerarlo fiel reflejo de un momento vivido en esos tiempos, aunque sea reiterativo: “Los recibimientos fueron de diversa índole; ora con ilusión, ora con reticencias, hoy con afecto, mañana con indiferencia, pero como ya he reflejado, nosotros, jóvenes cargados de honorables intenciones y con tesón, desplegábamos nuestros cuadernos de notas, afinábamos las cuerdas de los instrumentos, preparábamos nuestros artilugios grabadores y alrededor de una chimenea o de una buena estufa de serrín o en el mejor de los casos de butano, empezábamos a tocar y a cantar…; enseguida el ánimo se apoderaba de la reunión  y cuando menos, un porrón aparecía en la mesa, con el mejor vino de tonel , a poder ser más rancio que el de la semana anterior. Nunca faltaron en la generosidad de nuestros anfitriones, viandas de “cosecha propia”, jamón, embutidos, queso y por supuesto el “mondongo” casero.
Jotas, canciones, mazurcas, danzas, boleros, albadas, auroras, mayos, sobremesas… en cada lugar íbamos descubriendo las numerosas variaciones musicales dibujadas con los correspondientes bailes, causa de muchas sorpresas  y emociones, y por qué no decirlo, de orgullo.
Al final de cada etapa, había que poner en valor todo el material registrado en todas y cada una de sus variantes. Teníamos en nuestras manos los “diamantes en bruto” que había que pulir sin despreciar ninguna de sus aristas, con el fin de presentar la obra final en todo su esplendor.
Se seleccionaban las músicas, sus letras, el vestuario, el costumbrismo, los pasos de bailes o las danzas de palos o espedos para, seguidamente, “dibujar el baile” e introducir las letras que había que cuidar con esmero, evitando así los errores propios de una tradición oral de generaciones.

EL DESPERTAR
Los esfuerzos de aquel grupo de jóvenes han contribuido a que esos trabajos haya llegado hasta nuestros tiempos limpios de excentricidades, tan propias de muchos folcloristas e intérpretes que hoy en día, en busca de un aplauso fácil, recargan de una originalidad más propia de un espectáculo de variedades, sus actuaciones, tanto musicales, como de baile o de canto,  y  aun gozando del favor del público, no por eso dejan de estar alejadas de la esencia con la que nacieron, con tendencias propias para estilizaciones inadecuadas y evoluciones forzadas.
Y en este despertar a la pureza del folclore no podemos olvidar a quien fuera gran defensor de la  idiosincrasia y belleza de lo autóctono, Monsieur Roger Lassabe, folclorista y Director del Liceo Francés en Rabat, que abrió las puertas y su corazón al Grupo Folclórico Altoragón hacia escenarios internacionales, aportando su visión, apoyándolo y aplaudiendo con pasión todas sus actuaciones.
El inusitado y colosal trabajo, permitió que los valles pirenaicos se abrieran al llano. Se presentó con las vestimentas salvadas de muchos arcones, todavía con olor a alcanfor, cargadas de historias costumbristas de finales del siglo XIX y principios del XX, transmitidas de generación en generación, que hablan de labores del campo, de trashumancia, de festejos, de amores de amistad, de romerías…
Todos y cada uno de los valles del Pirineo oscense, y las localidades asentadas en ellos, tienen algún aspecto originario cautivador que podemos escuchar hoy, por calles y plazas, en la música salida de los instrumentos y voces de tantos grupos y rondallas, que evocamos con nostalgia, pero sin añoranza, pues gracias a estas recopilaciones, podemos rememorar  su esencia en cualquier momento.
Hay numerosas características especiales que diferencian el folclore de estas tierras, del de Zaragoza o las tierras bajas de Teruel, fijándonos por ejemplo en sus vestimentas, tanto las de Ansó como las de Hecho; con sus basquiñas, saigüelos, la camisa de gorguera, los zaragüellos, el chibón, el baldeño, el faxadero de piqué, la zalexa, el corpiño, o el peinado de la mujer con su peculiaridad en las trenzas a las que se añaden los “churros”, o el detalle singular de la elegancia de un pañuelo caído y ligado con un nudo delantero.
Pero es también un detalle diferenciador, el propio baile de la jota en el Alto Aragón, como ya reconoció Galán Bergua, cuya característica especial es que las parejas bailan “sueltas” es decir separadas hasta que llega el momento de la copla que interpreta el cantador. Entonces es cuando se abrazan el hombre y la mujer, y en tanto que dura la canción, danzan al compás de la jota como si se tratase de un vals. Terminada la copla se desunen para interpretar de nuevo las típicas, sencillas y limitadas variaciones de que consta el baile.
Hoy en día se busca la perfección, se huye del tipismo sugestivo y de aquella belleza original de las piezas interpretadas en su propia “salsa”. Desde aquí quiero reivindicar el respeto por esos orígenes, algo que si no se remedia lamentaremos, especialmente ante tanto coreógrafo de sofisticado diseño que se asoma a programas audiovisuales y teatros de amplios escenarios.
Sin alejarme del motivo de este discurso, no quiero sustraer a ustedes una entrañable historia  que Demetrio Galán Bergua reseñó en esa magnífica Historia de la Jota Aragonesa, que había escuchado de mosén Miguel Ustariz, a modo de tradición oral, el siguiente relato:
En la ya lejana época del contrabando fronterizo en el Pirineo oscense, un guapo y fornido mozo ansotano, dejó su comprometido puesto en el puerto y se dirigió a Ansó para visitar a la moza de sus ilusiones. Allí pegado a la verja de una típica casa ansotana, surgió de sus labios la famosa copla:
Toda la noche he pasado
pisando la nieve fría,
sólo por venirte a ver,
ansotana de mi vida.
Un recio y bravo cheso, que rivalizaba con el ansotano en lides de amor y en aventuras de oficio, encontró a éste en el camino entre las dos villas y le aspetó sin música ni canto en aquella ocasión:
No son sólo los de Ansó,
los que pasan la canal;
también los chesos la pasan
y la vuelven a pasar.

Asegúrase que después de aquel encuentro de los dos formidables montañeses, reconoció el ansotano la razón de la copla del cheso, y éste no tuvo inconveniente en felicitar, al hasta entonces enconado rival en conquistas amorosas, lanzando al aire  -esta vez cantando a pulmón lleno-  la copla con la que quiso halagarle y tras la cual se fundieron en cordial y fuerte abrazo:

Valen más las abarqueras
que llevan las ansotanas
que los pañuelos de seda,
que gastan las riberanas.

Finalizó la historia en franca y alegre camaradería, con esta copla muy popularizada.
Aunque la montaña esté
llena de carabineros,
no dejarán de pasar
los ansotanos y chesos.”

Por reconocer el trabajo en estos valles de notables folcloristas, quiero también recordar a don Veremundo Méndez Coarasa, que supo salvaguardar la “fabla chesa”, dejando el legado de numerosas obras, escritos y canciones., dos de ellas  bellamente armonizadas por el maestro Asiaín,  Pastós y Zagalas”, y “Aduérmete”.
Ciñéndome al trabajo recopilatorio, resaltaré algo que es signo también  de identidad de muchos de nuestros pueblos, como son  los “paloteaos”, danzas que se interpretan con palos, espedos o espadas, componiendo diversas mudanzas, en la mayoría de los casos, viriles, acompañados de músicas de variada ejecución instrumental. El Grupo Alto Aragón interpretó y sigue ejecutando algunas de las piezas aprendidas en Aragües del Puerto, Jasa, Lanuza o en Jaca,  siendo recibidas con notable interés por parte del público universal o por qué no decirlo, de los cinco continentes.
Las fiestas en honor de patronas y patronos, han sido siempre motivo de expresión popular en todas sus facetas, pero especialmente en la costumbrista; todos tenemos en la retina la festividad de Santa Orosia, cada mañana del 25 de junio, cuando por las calles de Jaca discurre la procesión, portándose  las urnas con los restos de San Voto, San Indalecio y la patrona por antonomasia, Santa Orosia, siempre acompañada de los danzantes, tanto  los de palos, como los de castañuelas, que el Grupo Alto Aragón tuvo el acierto de rescatar en una ingente labor de búsqueda. La flauta y el salterio que acompañan el son de las danzas,  por sí solos ya merecen formar parte de las imágenes que del folclore de esta tierra guardamos.
Los estudiosos de la jota, han reconocido siempre a Jaca, como uno de los lugares ligados a apellidos ilustres, íntimamente relacionados con la composición, sobre todo de letras, como Francisco Quintilla, “escritor ameno, poeta selecto, director que fuera del semanario -El Pirineo Aragonés- el periódico más antiguo de Aragón, comediógrafo y autor de bellos trabajos relacionados con la jota”. O  el ilustre canónigo de la Catedral don Dámaso Sangorrín, que bajo el seudónimo de Juan José Jiménez de Aragón fue el autor, en el primer tercio del siglo XX, del “Cancionero Aragonés”, compuesto de tres mil canciones, por aquel entonces, el más completo en recopilaciones de este género.
Y una figura que quiero destacar, especialmente es la de Luis Sanz Ferrer, laureado poeta popular jacetano, al que el ilustre y recordado, Juan Lacasa definiera en 1983, como un auténtico aragonesista, hondamente original y con lugar propio en la antología de la jota, y al que el académico y también Ilustre doctor Fernando Solsona, incluyera en la Gran Enciclopedia Aragonesa, resaltando su libro “Cantos y Cantas”, publicado en 1923. Sanz Ferrer fue reconocido como maestro de lo pintoresco y lo  popular.
Estos  y otros compositores de la época, dejaron muestra de coplas que hoy se interpretan como legado, pero que nacieron de su pluma, como esa bella cuarteta que dice:
“Eres más rubia que el sol
que sale por las mañanas,
y más blanca que la nieve
del puerto de Collarada”.

No quiero, ni debo pasar por alto, aquellos tiempos lejanos, en los que la “brabuconería” parecía ser signo de hombría, y aludiré a la popular jota con letra controvertida:
“La calle Mayor de Jaca,
ya no la rondan chavales,
que la rondan bravos mozos,
con trabucos y puñales”.

Copla que impugnara Francisco Quintilla que propuso sustituir la copla por:
“La calle mayor de Jaca,
ya no la rondan chavales,
que la rondan hombres cultos,
paisanos y militares”.

Fueron tantos y tantos los contactos en aquella época de la década de los 70, que sería imposible dar una nómina completa de personas en este discurso que me corresponde ofrecer hoy, sin que olvidara a algunos que en justicia les correspondería un reconocimiento público.
Sobre todos ellos y como referencia excepcional, hablaré de D. José Gracia, a quien el Grupo Alto Aragón reconoció en vida y posteriormente para la "eternidad", su generosa aportación a los trabajos etnológicos, como reflejó Ricardo Grasa en un reportaje del Diario Alto Aragón, confirmando que, a sus 80 años y debido a una prodigiosa memoria, fue capaz de enseñar y recordar paso a paso las mudanzas que se bailaban en Sinués en los años 20.

PUEBLOS Y GENTES
El trabajo de recopilación, que inicialmente sólo se reflejara en las actuaciones públicas en plazas, escenarios varios: teatros, iglesias, locales, festivales, congresos, fiestas..., alcanzó un nivel de aceptación que permitió que todo lo recopilado, fuese del interés de entidades y público en general, lo que llevó al "Grupo", a grabar sendos discos que hoy en día son referencia de todo aquel que se precie de beber en las fuentes del folclore de los valles del Pirineo.
Me referiré  inicialmente al "disco de vinilo" "EN RECUERDO DE UNOS VALLES", en el que la música se pasea desde Ansó,  la Val d`Echo, Aragüés del Puerto, Embún, Jaca, Villanúa y Lanuza, hasta Bielsa, con un trabajo de grandes esfuerzos y recopilaciones de años, que ustedes habrán adivinado por lo que he venido expresando insistentemente. Quiso por aquel entonces el productor, que se incluyese la Jota de San Lorenzo de Huesca, lo que pareció apropiado por aquello de ser la capital que da nombre al propio Pirineo Aragonés o de Huesca.
 Como anécdota, y para general conocimiento, diré que la "maqueta" fue grabada en un sólo día y en directo, por la desaparecida firma discográfica BELTER, en la Feria de Muestras de Zaragoza, en donde hoy se hallan las instalaciones de la Cámara de Comercio de la capital Aragonesa, y cuyos técnicos llegaron a reconocer que en su amplia experiencia, nunca habían realizado un trabajo de esa calidad en tan sólo una jornada laboral.
La puesta de largo y presentación del disco, se puede considerar de acontecimiento extraordinario en esa época, y corrió a cargo del insigne periodista y amigo D. Antonio Angulo Araguás, que  hoy  nos honra con su presencia,  como  Ilustre Académico por la ciudad de Huesca, en su   discurso de contestación a mi  recepción como Académico Numerario Delegado en la  Ciudad de Jaca.
El segundo trabajo discográfico recopilatorio, que lleva por título "PUEBLOS Y GENTES", vino a complementar los trabajos que no habían tenido cabida en el anterior, y de otros rescatados con posterioridad, pues bien es cierto, que una vez abierta la" brecha inicial", fueron muchos los pueblos que acudieron a la llamada de la popular acogida.
Se pueden escuchar trabajos de Aragüés del Puerto, Sinués, Sallént de Gállego, Aso de Sobremonte, piezas, como se ha reflejado, bien diferentes a las jotas, dances de espedos, mazurcas, albadas, boleros, auroras, sacramentos, sobremesas, aunque se incluyeran también las jotas de Sallént, Aso de Sobremonte y una rondadera propia de los valles altoaragonses.
Me referiré  al  lugar y al tiempo de grabación, pues en esta ocasión una casa discográfica francesa, especializada en grabaciones folclóricas, instaló sus aparatos en el Palacio de Congresos de Jaca, por entonces recientemente estrenado, para proceder al oportuno registro musical que se realizó en jornada y media.
Los trabajos posteriores han permitido que aquel embrión que naciera en las década de los 70, llegue vivo hasta nuestros días, se haya desarrollado, y podamos  recomendar también la escucha de trabajos tan bien cuidados cómo "CALANDRIAS", en el que se invita a compartir el variado y rico mapa musical de nuestras montañas, con la única pretensión de que sea puente entre la memoria y los tiempos venideros.
 Finalmente la grabación más reciente "NUECES Y TURRONES, MANZANAS Y PERAS", canciones de navidad que escuchamos estos días por las calles de los pueblos de la Jacetania, donde han sido recogidos, gracias al recuerdo de sus moradores y que quizás un día trajeran en sus partituras, maestros y maestras, curas y monjas, para enseñarlos y cantarlos en las iglesias y escuelas, con zambombas y rabeles.

ATARDECER                      
Quiero antes de cerrar este discurso, por si ese arcoíris de sentimientos y vivencias no hubiesen conseguido plasmar su gama multicolor, que las reflexiones en él vertidas, son personales, pero producto de una vida compartida con muchas personas,  seres queridos que me han ayudado a desarrollar estas y otras pasiones, animándome, caminando conmigo,  y compartiendo en todo momento  las pequeñas y   las grandes experiencias  vividas.
Mi agradecimiento y aplauso al Grupo Folclórico Alto Aragón, al que pido que acepte este trabajo como suyo. Gracias, de manera especial  a Rafael Pérez, miembro activo, ayer, hoy y siempre de esta agrupación y sobre todo amigo, que con  su colaboración nos ha brindado la ocasión de revivir  la música y las imágenes,  los frutos de la investigación, y sobre todo   los felices momentos y el amor puesto en esta bella aventura del folclore altoaragonés.
Agradecimiento igualmente a todos los colectivos que fueron, que son, y que con su entusiasmo y dedicación, propagan nuestro folclore: Escuela Municipal de Jota de Jaca, Rondalla Calasancia, Grupo Val d’Echo, Grupo Santiago de Sabiñanigo, Grupo de Jota Uruel, Grupo Folclórico de Sallent de Gállego y a todos los grupos de mozos, que llegado el momento, salen a expresar sus variadas  danzas de palos.
Mi recuerdo a todos los personajes que sin ser nombrados supieron y saben que con su testimonio han ayudado a mantener viva la historia y la tradición, que difícilmente en un tiempo pasado hubiésemos encontrado en los libros, pero si en cualquier rincón de nuestro Pirineo.
Mi especial admiración hacía  las mujeres de estas tierras áridas, frías, a veces crueles, que en los tiempos de la trashumancia, de las labores agrícolas, o de las ausencias de los varones por tantos motivos, supieron sostener y preservar la casa unida, guardando a su vez todo lo que de bueno ha tenido y tiene la unidad familiar.
Y en este momento llega el atardecer, en cuya puesta de sol  contemplo las horas vividas desde la aurora, y en el que me he despojado  de algunas vivencias personales, compartidas  con aquellos que fueron capaces de trabajar generosamente, para que hoy los no eruditos, folcloristas o musicólogos puedan recibir aquello que les es desconocido.
Si  esta exposición ayuda a que algunos en su cerrazón, reconozcan las raíces de nuestro patrimonio y valoren en su justa medida lo que de cultura tienen las expresiones folclóricas, veré premiada con creces mi única intención que no es otra que, la Real Academia de Nobles y Bellas de San Luís, acoja y ampare de buen grado esta faceta de expresión popular, que forma parte por derecho propio de las Bellas Artes, nacida en el entorno rural, pero que hoy merced a los medios audiovisuales, puede y debe alcanzar el favor de unos ciudadanos necesitados de valores.
Gracias por su benevolencia y por el honor que me han dispensado .Ahora y para siempre adquiero el compromiso moral de representar a esta ciudad, que me acogió en la infancia y me transmitió el amor por su historia y tradiciones, que han configurado mi ser y mi espíritu.
Cuando yo salgo a rondar,
nadie me manda que calle,
porque lo que canto es jota,
y lo que canto …verdades
(Luis Sanz Ferrer)

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Discurso leído por el
Ilmo. Sr. D. Javier Ferrer Bailo,
en la sesión pública y solemne de su recepción
como Académico Numerario,
Delegado en la Ciudad de Jaca

Discurso de contestación por el Académico Numerario
Ilmo. Sr. D. Antonio Angulo Araguás
y
Discurso institucional del
Excmo. Sr. D. Domingo Buesa Conde,
Presidente de la Real Academia
Jaca (Huesca), 30 de diciembre de 2014

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